⌞0,4⌝

Los ojos serán la entrada al alma, y a través de la mirada, las almas se unirán, a través de la mirada, las almas se encontrarán de nuevo. No importa cuantas veces se resistan los ojos a la orden que prometió el alma, ambas se encontrarán, y se reconocerán, y a partir de ese instante, la maldición volverá a reinar sobre su existencia. 

Porque una vez fueron condenados, lo seguirán siendo todas las vidas.

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⌞La esencia del dolor⌝

—¡Despierta, maldita sea! —mi mente entumecida y borrosa se tragaba todos los sonidos y sensaciones que se sucedían una tras otra a través de mis sentidos, no sentía mi cuerpo, y por lo tanto no podía moverme, ni siquiera podía dar la orden a mi cerebro de que necesitaba abrir los ojos, cosa que empezaba a invitar el miedo como una pesadilla macabra en la que lo oyes todo y no ves nada.— ¡No puedes dormirte aquí! —vale, podía oírle, al chico ese, ¿pero porque no veo, y no siento mi cuerpo? Seguía respirando, no me daba cuenta del aire atravesando mi nariz, pero lo sabía, por los olores que se me venían a la mente, como una ocurrencia repentina.— ¿Quieres morir masticada por esa asquerosidad? —¡por supuesto que no, pero no puedo ni sentir mi respiración! ¡¿Cómo coño quieres que siquiera mueva un dedo?!

Aunque... bueno, tampoco quiero sentir mi cuerpo, no después de desmayarme por el dolor. Tengo el cuerpo destrozado, eso también es una afirmación irrefutable, por lo tanto, no sé qué es peor, permanecer ciega, inmóvil y sin sentido de mi cuerpo, o consciente de cada uno de mis heridas e inmóvil.

Sí, bueno, estoy jodidísima.

—¿Estás despierta? —Ojalá pudiera decirte que sí.— Estás despierta. —¡sí, oh, sí, se ha dado cuenta! Entonces oi una explosión a mi derecha, ¿cuanto tiempo estuve inconsciente? ¿Cuantos minutos? ¿No se supone que deberían haber llegado ya los de la brigada de defensa? ¿Significa que si no llegaron aún dormí treinta segundos o algo así? ¡Más importante aún, ¿él está bien, cuánto tiempo estuvo peleando contra la Mariposa?! 

Sabía que podía escapar y correr mientras el monstruo se entretenía comiéndome, pero en su lugar me estaba protegiendo.

¡Un obsidiana! ¡Los enemigos naturales de los diamante! 

Aunque bueno, yo soy una cristal, no hay manera de que él sepa de dónde venga, por lo tanto, para él soy solo una indefensa cristal que no puede defenderse.  

—Escúchame, sé que no puedes moverte, por lo tanto tendré que cargar contigo, así que tendrás que aguantar el dolor. —no hay que preocuparse por eso, no siento ni mi vejiga, cosa muy preocupante, por que si me meo, me meo.— Lo he mandado a unas cuantas calles más allá, —perdón, ¿qué, cómo?— te pondré sentada, así que procura esperar un poco más, sigue viva, lo digo en serio.

Ya que cuando dormía tenía siempre los ojos parcialmente cerrados, como todos los de mi familia, noté como mi ojo se movía hacía abajo, traspasando la mitad de mis entrecerrados párpados, pude ver leves filamentos de luz, y una parte del panorama, concretamente la inferior, no llegaba a ver el cielo, suponía que había apoyado mi cabeza contra una solidez inclinada para que no se me cayera la cabeza de lado. No podía mover el ojo, así que esto era un alivio, nunca lo vi como una ventaja, ¿pero ahora?, gracias, Dios mio.

Lo primero que pude medianamente enfocar fue la espalda del chico, que ni idea de cómo se llamaba, pero le compraría una maldita fábrica de kit kats después de salir de esta vivos. 

Yo sé que no estoy loca y no se debe a mi media visión, pero estoy segura de que desaparece en el aire, y aparece dándole un golpetazo a esa cosa, y era uno tras otro, cada uno de sus músculos se contraían, agrandándose, marcando la camisa negra, camisa a la que deducía en cualquier momento se desabrocharía o se haría harapos en cuanto flexionase un poco más todos los músculos superiores. 

No se puede evitar, está en el ADN de cualquier ser humano, me siento atraída a un hombre que me está protegiendo de un monstruo mientras yazgo más rota que una vajilla, y encima, no me abandona, y si no era suficiente, está maldecido por el pecado de la lujuria. Representaba puro poder masculino.

Pero de ese poder con el que podría agarrarte del cuello, alzarte así tal cual sin siquiera bostezar, y apretar el puño contra tu piel suave, y sentir como sus dedos estrangulan cada una de las pequeñas venas de tu cuello junto con tu respiración y luego, sorpresa, tu cabeza y tu cuello ya no están juntos. 

Agh, ¿por qué pienso en estas cosas ahora mismo?

Pero es que la cosa no se quedaba ahí, como los ataques se sucedían uno tras otro, también se agrandaba la distancia entre yo y ellos. Y no quería admitirlo, pero tenía miedo de quedarme sola. El miedo. Había olvidado el miedo durante este lapso de tiempo, pero volvía poco a poco, comiéndome la cabeza. 

El pelinegro avanzó corriendo, levemente agachado, empuñando lo que creía era una daga, una daga negra y afilada, pero antes de que pudiera llegar a él, la Mariposa absorbió energía de su alrededor, creando un halo de luz y liberándola con fuerza a través de un grito de guerra. La energía viajó a la velocidad de la luz, atravesándo el sonido, e impactando de golpe, como un puño de hierro, contra el estómago del pelinegro, mandándolo hacia atrás como un proyectil a poca distancia de mí, y cuando oi el eco del impacto del cuerpo de carne y hueso contra la pared sólida en la que estaba recostada, supe enseguida que los crujidos que habían tronado al fondo eran suyos.

¡No! 

Y algo se desbloqueó dentro de mi, lo que antes era nada, ahora lo era todo, sentía cada milímetro de piel, primero, un leve cosquilleo, solo era un leve hormigueo que serpenteaba mis dedos, y con los segundos fue transformándose, elevándose a mordiscos y aguijonazos de dolor, llegando a la cúspide de la tortura que creí haber olvidado. De nuevo, podía mover los ojos, pero me picaban, e iban humedeciéndose a causa del dolor que masticaba mi carne.