Cuenta él
que en su vida ha existido
diversos inviernos de olvido,
pero ninguno como este,
que su mente es solo un desierto
y solo vive el presente.
Dice él,
aquel anciano,
que regresó a aquella plaza,
que indagó en diversos silencios,
buscando esos recuerdos
que lo hagan sentir vivo.
Ya noventa años cumplía aquel día,
sus ojos se veían apagados
su ropa rasgada,
y con ademán sombrío
observo aquel frío día
el vuelo de las palomas extraviadas,
pero aquella tarde el solo ansiaba
un último sueño,
un último recuerdo,
él sentía que su corazón se lo merecía....