Dicen que el amor puede salvarte.
O destruirte.
Yo lo supe tarde.
Porque, a veces, el amor no es una canción suave ni una historia perfecta.
A veces, es una herida que aprendes a besar.
Una caída que confundís con vuelo.
Nunca pensé que alguien pudiera romper algo que no sabía que estaba en mí.
Ni que, al entregarme, también podía perderme.
Todo comenzó en un aula.
Un nombre en una lista.
Una mirada que no supe esquivar.
Y un silencio —el mío— que nunca volvió a sonar igual.
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Editado: 16.05.2025