Quién hubiera pensado que mi destino estaba trazado por tres elementos:
Unas zapatillas, una pieza musical y un reloj.
Las primeras, me amarraron y me hicieron danzar hasta acabar mis pies.
La segunda, me hipnotizó y me vendó los ojos a la realidad
El último, soltó el amarre y me quitó la venda.
Podría decirse que me liberó, pero fue lo contrario.