No tenía muchos amigos en la escuela, sentía que el ballet era mi único compañero. Sin embargo mi amiga Danna estaba ahí para hacerme ver lo contrario. Cada día en la escuela aquella pequeña me hacía olvidarme del Ballet, era perfecta para juntarse con mi madre en eso. Era mi mejor amiga.
Durante la secundaria fuimos muy unidas; sin embargo ella también era bailarina, así que habíamos acordado no hablar de baile tan seguido en clases, pero sí luego de ellas.
Teníamos gustos diferentes, yo miraba el ballet como una profesión, una vida; ella solo lo miraba como un pasatiempo que su madre le impuso, pero hasta así, le encantaba bailar. A veces era muy despistada, y lenta a la hora de entender. Lo cual hacia que siempre tuviera una sonrisa en mi rostro y soltara risotadas con sus ocurrencias.
—Mira disimuladamente—me ordenó Danna.
Estábamos en el patio de la escuela, ella quería que dirigiera la vista hacia la cancha de fútbol.
—Quiero que me digas sí el chico guapo de cabello castaño nos está observando.
—Hay muchos chicos con esa descripción, ¡tontita!—regresé la vista a mi móvil.
—Sabes a quién me refiero… ¡Tontita!—me guiñó el ojo.
Solté una risotada, y ella trató rápidamente de hacerme callar.
—Sabía que te gustaba aquel chico… ¿por qué me lo negabas?
—Una debe hacerse la difícil.
—Viene para acá.
Abrió sus ojos , parecía que se le iban a salir y yo no pude ocultar mi sonrisa.
Él se acercó a nosotras y miró a Denna fijamente. Ella estaba muy nerviosa y hacía gestos extraños. Nunca la había visto tan sonrojada y sonriente. El chico ni siquiera había terminado su propuesta de una cita, cuando ya Denna había respondido “Sí” tres veces seguidas. Él se marchó minutos más tarde dejándonos solas.
—Hacerse la difícil, ¿no?—comenté con tono de burla.
De las dos ella era la enamoradiza, la que sí tenía tiempo para un novio, la que prefería ir al cine que ensayar la nueva pieza de baile.
Ella era la vida que yo no me disponía a tener.
La vida que ignoraba.
Me hubiese encantado poder haber estado más tiempo a su lado, escucharla mucho más, y abrazarla más cuando llorara.
Me hubiese encantado no estar pensado en como mejoras mis fouettés y estar pensando mejor en como animarla por su despecho.
Me encantaría haberle lanzado más almohadas en nuestras pijamas, y haber salido de comprar por gusto y gana. Hacer más karaoke juntas, probarnos vestidos y maquillajes. Me hubiese encantado tener más noches despiertas junto a ella hablando de chicos, o simplemente mirando al techo.
Me hubiese gustado que alguien me dijera que eso era la verdadera amistad y que solo la consigues pocas veces en la vida.