No sé cómo se podría describir el amor, y no sé cómo definir exactamente cuando un chico te gusta.
Solo sé que lo vi sentado en el parque, tenía un libro abierto frente a él. Yo me encontraba en los asientos del frente, y solo lo miré de reojo. Algo me atrajo, no sabría decir qué fue, pero sí que no dejaba de mirarle; tenía dieciséis años cuando ocurrió, era una chica tímida que solo se dedicaba a la escuela y al ballet.
El caso era, que estaba en el parque tratando de relajarme un poco, las cosas se me complicaban para ese entonces. En ese momento entendía por complicaciones a cualquier tontería.
Él no dejaba de leer y yo solo me preguntaba, ¿el libro será interesante o me estará ignorando? Bueno, yo no había hecho nada para llamar su atención, solo estar sentada, mirando hacia los lados.
Pasada una hora, decidí marcharme. Entré al salón de ensayo y coloqué la música a todo volumen, estaba vacío, así que estaba perfecto.
Me coloqué mis zapatillas y comencé a bailar, ahí expresaba mis miedos e inseguridades. No me creía tan buena como una vez lo fue mi madre, ni como lo era su amiga; mis profesoras de ballet me exigían cada vez más. Era torpe, no era sincronizada como antes, no sabía que pasaba en mí. Mi cuerpo estaba cambiando o era yo. Así que decidí aumentar mis horas de ensayo. Ya no baila cinco horas luego de clase, bailaba ocho, a veces diez sin darme cuenta.
Cada día antes de ir al salón de ensayo o ver mis clases rutinarias, pasaba por el parque y observaba a aquel chico que se sentaba en la misma banca. Por mi parte me sentaba siempre en bancas diferentes, pero que mantuvieran la vista hacia él.
Mirarlo era extraño, me hacía sentir bien, sonreía, me tranquilizaba. ¿Cómo se podía sentir algo así por alguien que ni sabes su nombre?
Así pasé un largo tiempo, semanas enteras yo mirándole de lejos, y el leyendo libros diferentes. ¡Cuánto odiaba aquellos libros que no le dejaban verme!
¿Acaso alguien no podía llegar en ese momento y abofetearme?
No estaba dándome cuenta que perdía un tiempo valioso. Un tiempo que sin duda me hubiera gastado a su lado