Unas semanas antes de la presentación de fin de año, fui con Denna al parque, quería conversar un poco con ella. La había olvidado mucho en los días exhaustivos de ensayos; Thomas aquel día no había ido al parque, lo cual me entristeció y Denna hacia vagos intentos por animarme, quería que ella lo conociera.
Mientras hablábamos sobre los planes de año nuevo. Empezamos a escuchar el sonido de una guitarra y que alguien cantaba, al escuchar la voz inmediatamente la reconocí y giré rápidamente. Thomas llevaba la guitarra a cuentas y cantaba mientras caminaba hacia mí. Denna se había emocionado toda y jalaba de mi brazo en señal de alegría. Yo solo me había vuelto a quedar muda, era una extraña costumbre desde que lo había conocido.
Sus ojos cafés brillaban aquel día, su cabello despeinado parecía perfecto, llevaba una camiseta de su banda favorita y unos tenis azul marino.
Cantaba y se acercaba, hasta que llegó a menos de un palmo frente a mí, la gente alrededor del parque nos miraba, y yo me sentía muy nerviosa. Él dejó de cantar.
— ¡Hola!—saludó con una hermosa sonrisa.
Sonreí sin ni siquiera poder responder el saludo.
—No te quedes muda, por favor—dijo y me reí—Bueno, está bien, sé que me veo ridículo haciendo esto… pero, dijiste que no eres una persona convencional y si hacia lo que quiero hacer de la manera normal no quedaría bien con tu estilo.
Así que hizo silencio unos segundo y dijo aquello que no esperaba escuchar
—Zoé, ¿quieres ser mi novia?
Solo alcancé a escuchar el grito que Denna dio de la emoción.
—No sabía que tocabas guitarra—comenté en voz baja.
— ¡¿Siempre harás eso?!
— ¿Hacer qué?
— ¡Eso!... estoy plantado frente a ti tratando de ser lo más natural posible, mientras los nervios me matan y te hago la pregunta más difícil que he hecho en mi vida y tú me matas diciéndome que no sabías que tocaba guitarra—reí por lo bajo y él no dejaba de mirarme—solo te pido una simple respuesta y prometo estar quieto, y en calma a tu respondas.
— ¡Ya solo responde, Zoé! Esta gente y yo estamos esperando eso de ti—espetó Denna emocionada.
— ¿Por qué haces esto Thomas?
—Zoé, solo responde—lo miré fijamente y asentí.
Noté la inmensa alegría que su rostro reflejó.
La gente a nuestro alrededor aplaudió y él sutilmente se acercó a mí y me dio un pequeño beso. Era cálido y dulce. Hizo que mi cuerpo se erizara y sintiera un cosquilleo en el estómago. Los dos luego nos miramos y sonreímos. Thomas se colocó la guitarra en la espalda y me abrazó.
— ¡Gracias!—susurró a mi oído.
¿Gracias? Era yo quien debía darle gracias por lo que había hecho...
Nunca nadie había hecho eso por mí, nadie lo haría, ni lo hará jamás.
Thomas había sabido encontrar mi punto débil, era él mi punto débil. Aquel que hasta entonces había sido el único momento de mi vida fuera del ballet al que le había prestado la debida atención.
Aquel momento de felicidad, el único que verdaderamente había guardado en mi corazón antes de todo llegara al punto de quiebre.