Capítulo lV
Niebla
“Lo hice más difícil para ti,
Más difícil para amarme.
Pero hay muchas cosas que podemos hacer,
Y todo lo que necesitamos se escapa” – Milky Chance // Cocoon
“Erick, esperaba que vinieras, me lo han dicho en mis sueños”, dijo su padre, buscando por su mano entre las sábanas.
“Lo siento, no había tenido tiempo”, dijo Erick, sintiendo profundo remordimiento.
“No llamaste por mucho tiempo, dijo su padre, Erick iba a decir que lo sentía, pero su padre continuó. “No importa, ahora estás aquí, eso es lo que importa”.
“Y, ¿Cómo estás?”, dijo Erick, sintiéndose estúpido por haber preguntado eso.
“Eso es lo que quiero que sepas”, dijo su padre, sentándose en la cama. “Erick, estoy muriendo, tengo que hablar contigo”.
“No quiero que digas eso, estarás bien, ya verás”, dijo Erick, sintiendo que las lágrimas se amontonaban en sus ojos.
“¿Recuerdas el libro y el arma que te di cuando cumpliste los dieciséis? “.
“Si los recuerdo, pero, ¿a qué viene todo esto?”.
“Úsalos para protegerte y saber que hacer, ellos te dirán como sobrevivir a lo que vendrá”.
“No entiendo, ¿a que te refieres?”.
La respiración de su padre se volvió rápida y profunda, como si el peor ataque de asma estuviera por azotarle. Erick notó que su mano era apretada con fuerza por su padre, haciendo que sus nudillos se volvieran blancos.
“Tienes que leer el diario, para que puedas comprender tu pasado, tu presente, y tu futuro”, dijo su padre, tratando de susurrarlo, pero sus palabras salieron tropezando en el aire. “Tienes que encontrar a la orden, tal vez ésta vez, puedan acabar con la oscuridad”.
Erick vio el terror en los ojos de su padre. Nunca lo había visto así hasta ahora. Su madre entró rápidamente en la habitación, y recostó a su padre en la cama. Erick separó la mano de su padre, que le apretaba demasiado fuerte, y se levantó. Se quedó helado, viendo como su madre le aplicaba un calmante con una jeringa. Antes de caer en el profundo sueño, lo volvió a ver a los ojos, pronunciando las palabras que no saldrían de la cabeza de Erick durante los siguientes días. “Todavía puedes salvarnos”.
Se sentó en la pequeña sala de la casa que lo vio crecer. Pensó en lo que había pasado últimamente, nada tenía sentido para él. Su madre le llevó un té. Erick recordó que odiaba el té, pero lo aceptó. A fin de cuentas, no podía decir que no a su madre. Ella se sentó frente a él, con su tejido en las manos.
“Tu padre te ha dicho algo”, dijo su madre, entretenida en el tejido.
“Parecía estar desvariando”, dijo Erick, levantando una ceja. Su madre siempre había sabido todo lo que en la casa ocurría. A veces, cuando Erick era niño, pensaba que ella tenía cámaras por toda la casa.
“Tu padre te ha dicho la verdad”, dijo ella. Erick la miró, como esperando que se explicara. “Hazle caso, prométeme que lo harás, es por tu bien”.
“Lo haré, pero es que aún no lo entiendo”.
“Algo oscuro persigue a la descendencia Treelight”, hizo una pausa. “Tu padre ha pasado toda su vida tratando de resolverlo, tratando de protegernos”.
“¿Protegernos de qué?”.
“No lo sé, nunca lo habló profundamente conmigo”.
Erick dio un sorbo a la taza de té, haciendo una mueca. Su madre levantó la vista para verle la cara.
“Nunca te gustó el té”, dijo con una sonrisa. “Escucha Erick, te ha dicho eso, por que ya has llegado a la edad, y estás en grave peligro”.
“Leí una parte del diario, y he hecho lo que dice, mantenerme alejado del amor”.
“Hasta que encuentres una manera, tu y las personas que amas estarán en grave peligro”, dijo su madre, tornándose seria y lúgubre. “Me han llamado del hospital, dejaste unas cosas allá, dime Erick, ¿has sufrido un accidente?”.
“Si, pero no te preocupes, no ha sido nada”.
“Cuéntame lo que sucedió”.
“Parece que un loco nos ha sacado del camino”.
Su madre lo miró, como si algo le hubiera hecho clic en su interior.
“Una camioneta azul”, dijo ella, dejando el tejido a un lado, e inclinándose hacia delante.
“Si, pero, ¿Cómo lo has sabido?”.
Su madre bajó la mirada. Llevó una mano a su boca, y volvió a mirar a Erick. “El hombre de la niebla”, dijo, abriendo más los ojos, mientras Erick trataba de que las piezas encajaran.
Fern estaba sentada en la habitación de su novio, quién había caído en coma por la última sobredosis. Pensando en lo que hubiera sido su vida si le hubiera dado el si a aquél chico lindo de ciudad. Volvió a la realidad, cuándo Alex tocó la ventana del cuarto. Estaba vestido en una camisa blanca con una chaqueta de cuero negra encima. Pensó que se veía muy apuesto, y que si el no tuviera gustos diferentes, ella ya estaría enamorada de él.