Capítulo VII
Fuego
“Después de la tormenta,
Después de la lluvia,
Soy joven
Volví a nacer” – Allie X // True Love Is Violent.
La casa de los padres de Erick estaba a oscuras. Alex entró en el umbral de la puerta, soltando el agarre de Erick, tambaleante, con una mano sobre su costado, como si evitará que su interior se derramara. Alex se dirigió a la velocidad que pudo, hacia la madre de Erick. Seguía en el suelo, al instante, sus miradas se cruzaron.
“¿Lo has encontrado?”, gimió ella, agitada. Alex asintió con la cabeza, y ayudó a la mujer a sentarse en el pequeño sofá. Erick entró en seguida, y su expresión se consternó aún más.
“Mamá, lo siento, no debí haberte dejado”. Alex observó a Erick, que ahora se encontraba frágil y vulnerable, llorando a las faldas de su madre. Alex pensó que eso sentía por Erick, y no se permitiría volver a dudar, nadie más saldría lastimado.
“Alex, trae el teléfono, hay que llamar a urgencias”, dijo Erick, señalando una esquina de la habitación. Alex descolgó el teléfono, y se cercioró de que hubiera conexión. Se lo entregó en las manos a la mujer.
“Tu padre, está en la habitación, se lo ha llevado”, dijo ella, antes de que marcara los dígitos en el teléfono. Erick se levantó apresurado, y corrió al cuarto de sus padres. Alex trató de seguirle, pero un fuerte dolor le azotó el costado de nuevo, haciéndole caer de rodillas.
Erick entró en la habitación, su padre estaba en la cama, con la cara en blanco. Se arrodilló al lado de él, y dejó que sus lágrimas cayeran precipitadamente.
Alex veía a la señora Treelight, hablando con la operadora. Entonces, por accidente, presionó el pequeño control remoto, mientras trataba de sostener su equilibrio en el sofá. La pequeña pantalla en medio de el montón de libros se encendió. Era una televisión, muy vieja, de color gris. Alex agarró el control, y se dispuso a apagarla, pero un boletín de último momento llamó su atención. Parecía que le buscaban, vio su foto en la pantalla, y las palabras “peligroso y armado” estaban ahí. Alex quedó en shock. No era muy oportuno que pasara eso en ese momento.
Se dirigió tambaleante hacia donde se encontraba Erick, arrodillado y llorando. Le rodeó con las manos su cintura, y le susurró en el oído. “Te prometo, que lo encontraremos, pero ahora te necesito aquí, Erick”. Erick volteó, y puso su cara frente a la de Alex. Le miró a los ojos, y le besó lentamente, para decirle, que estaba ahí para él.
“Necesitamos mover a tu padre, los paramédicos vendrán, y no queremos que le vean”, dijo Alex, muy despacio, como contando sus palabras. “También necesitamos ocultarnos nosotros”.
“Pero, tu necesitas atención médica”, argumentó Erick, contrariado.
“Hay un problema, parece que alguien quiere encontrarme rápidamente, y ha puesto un anuncio en los medios”. Alex miró los ojos de Erick. Eran bonitos incluso en la oscuridad. “Dicen que soy peligroso”, añadió Alex. Pudo ver la duda en los ojos de Erick. “ No pueden encontrarme, no puedo dejar que me encierren, no hasta que estemos a salvo”. Erick asintió, y apoyó el brazo de Alex sobre sus hombros, para caminar hacia donde su madre.
“Usen el cobertizo, donde guardamos las herramientas afuera, estoy segura que no buscarán ahí”, observó su madre, colgando el teléfono. Erick dejó a Alex sentado en el sofá, mientras se dirigía a mover a su padre.“Puedo mentirles, les haré creer que ha sido un intento de robo”, jadeó la mujer. “Alex, necesito saber que no se separarán ustedes dos, necesitan estar juntos, pase lo que pase”.
Alex se reclinó hacia delante, y tomó la mano de la mujer en las suyas. “Lo prometo, ahora más que nunca, necesitamos el uno del otro”. La mujer cerró los ojos, y pareció que la calma le invadía como una capa de lino muy delgada, que al momento desapareció.
“Busca la espada, sé que la has perdido, pero tu bien sabes, que las cosas pueden ser encontradas solo si tu lo quieres”, dijo la mujer, casi susurrando. Alex asintió, viéndola a los ojos. Notó que Erick tenía sus rasgos, la nariz fina con el puente algo abultado, los ojos pequeños y rasgados, llenos de vida y los labios delgados pero bien formados.
Se volvió a acomodar en el sofá, al sentir de nuevo que su costado dolía. Estuvieron ahí por unos minutos, sin decir una palabra, invadidos por el silencio y el rumor del viento cerniéndose sobre la casa, hasta que Erick entró de nuevo, agitado por el esfuerzo que acababa de realizar al cargar el cuerpo de su padre. Se detuvo en medio de la habitación, y se quedó mirando a su madre.