Moscú - Rusia
Su cabeza duele, al igual sus nudillos ensangrentados y ni hablar de la espalda, donde una chica sujeta una aguja de suturar con un portaaguja, introduciendo la aguja en la piel, sacándola por la base de la herida para luego introducirla nuevamente en la base del lado opuesto, atando la sutura logrando un perfecto nudo cuadrado.
Su avidez dejaba en claro que no era la primera vez que hacia aquello.
La casa donde se encontraban era completamente insalubre, las paredes descoloridas y grafitiadas eran lo de menos comparados al suelo lleno de sobras de comida caducada y ropa desperdigada.
¿Dónde se encontraban los padres de aquel chico que le permitían vivir en esas condiciones enfermizas?
Fueron asesinados cuando apenas tenía ocho años. Salían de un restaurante cuando los asaltaron, todo pasó en cuestión de segundos. Cuando el en aquel entonces niño pudo reaccionar sus padres se encontraban muertos en el suelo y el ladrón huía con todas sus pertenencias de valor.
¿Les suena la historia?
Puede que sí. Si sabes quién es Bruce o puede que no, esa era la jodida historia de su vida; cada vez que le preguntan la repito como un monólogo. Nunca cambia una palabra; siempre la misma.
Aunque no la verdadera.
Pero preferible a contar que su madre era una drogadicta que se dejaba coger por un poco de heroínas, que al saber que estaba en estados intento chantajear a algunos de los hombres con los que se acostó por dinero y al su plan no tener fruto era demasiado tarde para abortar, así que después de dar a luz lo dejó tirado en el primer orfanato que le vino a la mente.
Nunca intento buscarla, prefirió sustituir su historia por la de uno de esos cómics que tanto le gustaban, con la misma facilidad que ella lo hubiera cambiado por algo de droga.
A los doce años fue adoptado por Seriozha, él le enseñó a pelear. Su relación es solamente laboral, como él suele llamarlo. Es quien busca peleas clandestinas; Edik gano y las ganancias las repartimos a la mitad.
Suena horrible, pero cuando no has conocido más que eso en el mundo, es el paraíso.
—Duele —susurra en su oído mientras da las últimas puntadas.
—Puedo lidiar con el dolor —se incorporo de la cama, revisa la sutura en el un espejo—. ¿Cómo me dijiste que te llamabas?
—No te lo dije —evita responder la joven desconocida—, ¿importa?
Si ella no quería decirlo, él no la iba a obligar. Tampoco era que le importará demasiado su nombre, pero un poco de cortesía con quien lo había ayudado con su herida no pensaba que seria malo.
El rubio sin decir una palabra más cubre su pecho desnudó con una camisa negra que recoge del suelo de la habitación y abandona la casa dejando a la chica sola.

Golpea con los nudillos aun adoloridos la puerta de la oficina de Seriozha.
—Entra —Ordena.
—¿Querías verme? —Toma asiento en una de las sillas.
Seriozha aparta su mirada de los documentos que revisaba previo a su llegada, se acerca a su discípulo y deja sobre una de las esquinas de la mesa un fajo de dinero que extrae de uno de los bolsillos de su pantalón.
—Esta es tu parte, por la pelea de ayer —Es una gran cantidad de dinero.
—Aquí hay más de la mitad de las ganancias de la pelea.
—Lo sé, de eso también quería hablarte: escúchame con atención, Edik, ya estoy poniéndome viejo; pienso retirarme de este negocio, tengo muchos enemigos, al igual que tú... Sé que nunca quisiste esta vida, por eso te he sacado un pasaje de avión. Viajas pasado mañana. Te he matriculado en una universidad en Panamá; te dejaré dinero. Podrás comenzar una nueva vida. Una la cual tú sí elijas.
Panamá, internado, nueva vida.
Las palabras daban vueltas en la cabeza del chico abrumándolo. Salir de aquel edificio lo antes posible era lo más cuerdo que le vino a la mente.
Caminó sin rumbo preguntándose el porqué de aquella decisión.
Solo se detuvo cuando estuvo frente a casa de Zoe
Su mejor amiga, siempre había estado enamorado el uno del otro, pero no podía arriesgarse a convertirse en su novio y ponerla en peligro con la vida que llevaba. Una noche el deseo pudo más que él y terminaron acostándose, pero no pasó de eso, solo una noche de placer.
Se conocen desde la preparatoria, era la única persona que no se sentía intimidada ante su presencia y eso le fastidiaba casi tanto como le atraía.
Llama al timbre. Zoe es quien abre. Lo mira asombrada, Edik nunca la visita sin avisar antes.
—Hola, Edik. ¿Qué te trae por aquí?
—Solo me preguntaba si te apetecía dar una vuelta —A pesar de su mirada confusa no dijo nada.
Zoe solo tardo unos minutos en ponerse algo apropiado para salir a la calle, minutos después llegaron a un bar cercano que frecuentaban ir cuando salían juntos.
—¿Entonces me dirás la verdad? No creo que fueras a mi casa solo porque querías dar una vuelta, ¿qué sucede, Edik? —lo conoce como nadie.
—Me voy, Zoe, solo quería que lo supieras y despedirme —la chica agranda tanto los ojos que parecen que se le van a salir al escuchar la noticia.
—¿Te vas? —pregunta consternada-. ¿Cómo que te vas? ¿Cuándo? ¿A dónde? ¿Por cuánto tiempo?— pregunta, casi sin respirar.
—A una universidad, en Panamá. Pasado mañana. Para siempre —responde sus preguntas un tras otra.
—¿Cómo qué Panamá? Si siempre suspendías las clases de español.
—Ríen, aminorando el ambiente tenso entre nosotros.
—Son cosas de Seriozha.
—Ese viejo... —no termina la frase— Te voy a extrañar—. Menciona mientras se lanza al cuello del chico a abrazarlo.
—Yo también a ti —responde Edik mientras ocultaba como su corazón se rompía por la despedida.