DONATO ANDERSON TURNER
Hace unas horas se me informó que debo volver a casa, después de tantos meses lejos de mi familia es un placer enorme el saber que voy a volver. No me informaron el motivo de mi regreso, pero mi capitán me dijo que también el cadete Dante Anderson debe volver conmigo.
Minutos después de que me dieron la orden de volver a casa, aliste mis cosas y viaje a Texas en un vuelo directo y privado.
Tengo media hora de haber pisado el suelo de Texas y me encuentro esperando a mi hermano, para viajar juntos de aquí a casa. Estoy muy nervioso, mi hermano partió antes que yo de casa y tengo más tiempo sin verlo, en el ejército es común extrañar a tu familia, con el tiempo te acostumbras más nunca dejas de extrañarlos.
-¡TENIENTE TURNER!- Escucho el grito de mi hermano a mi espalda y cuando volteo ya era pegado a mi en un abrazo.
-Cadete Anderson.- Es lo único que digo, correspondiendo a su abrazo y dándole unas palmadas en la espalda.
-Te extrañe hermano.- Sonrió ante la pequeña revelación que acaba de hacer mi hermano mayor.
***
Ambos nos encontrábamos muy nerviosos por el poder por fin regresar, en cuanto bajamos del autobus trate de buscar a mi hermana o mis padre sin embargo no logro visualizarlos.
-Ahí, mira.- Señaló Dante a un joven que tenía un pequeño cartel en manos con nuestros nombres, era alto, cabello rubio y vestía de manera muy formal con un traje negro y camisa blanca. Aparentaba tener unos 29 ó 30 años.
-Buen día.- Fue lo único que dije al llegar a su lado.
El hombre rápidamente me sonrió y nos analizó con la mirada.
-Hola, soy Estefan Palmer un gusto conocerlos, su tío Richard me mando por ustedes.-Mi hermano lo saludo rápidamente con un pequeño apretón de manos.
-Dante Anderson.-Fue lo único que dijo.
-Donato Anderson, - Fue mi turno ahora de presentarme.- aunque supongo ya lo sabes. - Señale el cartel y sonreí.
Mi hermano empezó a platicar con el, me mantuve en silencio caminamos al auto y lo abordamos.
Era un Palmer, me tomó totalmente de sorpresa pues nunca se les había visto en el pueblo. Al parecer es el hijo mayor, o como mejor se le conoce en nuestro mundo. El heredero.
Mi cabeza estaba tratando de descubrir porque ni Lia, ni mi padre habían ido a recogernos. Así como también, el motivo de nuestro regreso.
Todo este misterio me resultaba asfixiante.
Reconoci la carretera que nos llevaba a la mansión donde crecimos, la cual se encontraba un poco más lejos del pueblo y eso resultaba tranquilizante. Dante y Estefan no pararon de platicar y eso me recordó a cuando estábamos en la escuela, Dante siempre había sido el más social entre los tres. Nunca se le hizo difícil encajar o hacer amigos, mis nervios aumentaron cuando vi lo cerca que estábamos ya de casa y que después se haberlo deseado tanto por fin vería a mis hermanos y mis padres.
-Mi trabajo como chófer termina aquí.- Nos dijo Estefan en cuanto estacionó afuera de la casa de mi infancia.- Suerte y un gusto conocerlos.- Fue su despedida en cuanto bajamos arrancó y no permitió que le agradecieramos el viaje.
-Es hora de entrar.- Le dije a mi hermano el cual estaba más nervioso que yo, ambos tomamos nuestras mochilas y empezamos a caminar hacia el porche de la casa, al llegar a la puerta nos miramos y yo fui el que tomó la iniciativa y tocó el timbre.
Sabíamos perfectamente donde se escondía la llave de repuesto pero que mejor entrada que tocando el timbre. Escuche la voz de mi hermana regañando a mi padre, una sonrisa se instaló rápidamente en mi rostro, la puerta se abrió y la cara de Lia fue todo un poema, Dante sonrió y soltó su mochila y yo imite su acción. Abrazamos a nuestra hermana la cual estaba llorando, sin poder creerlo.
-¿Quién er...- Mi padre no pudo terminar su pregunta pues corri a abrazarlo como cuando era pequeño. Escuché un suspiro de alivio y después sentí como palmero mi espalda y sollozo. Cuanto había extrañado a mi viejo, me separe y Dante me reemplazo rápidamente. Cuando me acerque a Lia para abrazarla, escuché un llanto que me hizo abrir los ojos en señal de sorpresa.
Una de las encargadas del servicio bajaba las escalera con bebe en brazos, Lia lo tomó rápidamente y me lo paso para que yo lo abrazara, era nada más y nada menos que Mario Turner. Mi pequeño hermano.
-Debemos hablar.- Asta ese momento que las palabras salieron de la boca de mi padre, me di cuenta que mi hermana tenía los ojos hinchados, así como unas enormes bolsas negras eran parte de su rostro ahora, mi padre y ella vestían completamente de negro y nunca había sentido un escalofrío tan horrible como el de ahora, con tan solo mirar a mi padre miles de pensamientos han llegado a mi cabeza.- Tomen asiento.
Nuestras mochilas ya se encontraban dentro de casa, ambos nos dirijimos a la sala, yo tomé asiento en el sillón individual. Dante en el de dos, mi padre se quedó de pie y Lia se encontraba moviéndose en toda la sala tratando de hacer dormir a Mario.
-Hijos, yo hable con su jefe al mando de ambos.- Mi padre no estaba tan seguro de sus palabra y eso lo hacían saber sus movimientos con las manos. - El mot...
-Mamá murió.- Mi padre se vio interrumpido por Lia, quien de la manera más fría lo había hecho saber.
Al principio pensé que era una broma, pero el semblante de mi padre me lo confirmó. Dante estaba en un estado de Shock tal vez.
-Es broma¿no? - Mi mente aun no lo quería procesar, al menos yo me entere de la muerte del esposo de mi madre hace poco y es imposible que mi made allá muerto también.