Pur Sânge

Dedications

Para aquellos que se cautivaron con un beso tan seductor que los dejo sin aliento y ganas de más, como me sucedió a mí; en una tarde de verano a mediados de agosto, con el cielo nublado, rodeada de vegetación, bajo la lluvia y un frío abrasador qu...

Para aquellos que se cautivaron con un beso tan seductor que los dejo sin aliento y ganas de más, como me sucedió a mí; en una tarde de verano a mediados de agosto, con el cielo nublado, rodeada de vegetación, bajo la lluvia y un frío abrasador qu...

Si algún día alguien encuentra estas palabras, que sepa que las escribí cuando aún era humana, cuando mi corazón latía con la inocencia de quien cree que el mundo puede comprenderse si lo mira con suficiente luz.

Las dejo aquí para recordarme a mí misma —y a quien venga después— que incluso los temores más antiguos pueden abrir puertas que nunca imaginamos, y que un rostro visto entre sombras puede alterar el rumbo de toda una vida,
aunque no hable, aunque parezca hecho de sueño y peligro,
aunque se desvanezca antes de amanecer.

Si estás leyendo esto, quizá ya conozcas aquello que yo aún ignoro:
si sobreviví a mis propias decisiones, si amé demasiado tarde, o si ese beso que todavía no me atrevo a nombrar fue destino, advertencia… o un pacto silencioso.

Tal vez tú ya sepas si él —ese rey de mirada antigua, ese soberano cuya presencia me persigue incluso en mis días más luminosos— decidió finalmente quedarse.
Yo escribo desde un tiempo en el que no sé qué la noche tiene memoria, ni que algunas coronas sólo se inclinan ante el corazón que las desafía.

Te dejo mi legado, lector desconocido:
no huyas de lo que te aterra, pero tampoco persigas aquello
que no está hecho para quedarse… a menos que el destino lo reclame por ti.

Yo escribo desde el pasado, antes de la caída, antes del primer desvelo, antes de que mi propio nombre se volviera un susurro en palacio.
Guarda estas palabras, porque quizá un día yo no recuerde quién fui antes de convertirme en quien seré.
Pero si el Rey aún está a mi lado cuando leas esto… entonces sabré que incluso la tragedia puede guardar su milagro.

Para aquellos que se cautivaron con un beso tan seductor que los dejo sin aliento y ganas de más, como me sucedió a mí; en una tarde de verano a mediados de agosto, con el cielo nublado, rodeada de vegetación, bajo la lluvia y un frío abrasador qu...




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.