Pyrothar

Los amigos

Mientras Pyrothar entrenaba día y noche, su habilidad con el fuego crecía rápidamente. Ya no era el niño débil e inseguro que solía ser. Un día, mientras almorzaba junto a su inseparable amigo Varnak, los cuatro que solían molestarlos se acercaron una vez más, esta vez con una amenaza clara: si no aceptaba un combate contra los cuatro al mismo tiempo, matarían a él y a su amigo. La mayoría de los estudiantes, crueles y ciegos por las enseñanzas de los reyes elementales, aplaudían la amenaza como si fuera justicia.

Pyrothar no tuvo otra opción. Se puso en guardia, y los cuatro hicieron lo mismo. Al protestar por la desventaja numérica, un padre del agua tomó un pedazo de hielo afilado como una lanza y lo sostuvo apenas tocando el cuello de Varnak. La advertencia era clara: cualquier intento de escapar significaría su muerte.

Fue entonces cuando, por primera vez, Pyrothar encendió una llama verdaderamente ardiente en su mano. La dirigió a uno de los atacantes y, aunque no pudo controlarla por completo, bastó para derribarlo. El segundo lanzó una llamarada, pero Pyrothar desvió el fuego con maestría, lo hizo pasar detrás de él y lo lanzó contra el suelo, provocando un incendio que terminó alcanzando los zapatos de su rival y derribándolo.

El tercero abrió una grieta en el suelo, extrajo lava y la convirtió en una burbuja candente que lanzó contra Pyrothar. Sin saber cómo defenderse de eso, saltó por encima de la esfera y, en pleno aire, lanzó una especie de disco hecho de fuego que golpeó directamente en el estómago del oponente. La lava cayó al suelo, sin causar más daño.

El último, cegado por la furia, desató un ataque de fuego descontrolado. Pyrothar concentró su energía, formó un escudo de fuego y lo devolvió como una ola incandescente. Fue suficiente para derribar al cuarto atacante.

Ese día, Pyrothar ganó el respeto de todos. La victoria fue aplastante. Aunque Varnak fue suspendido por el ataque anterior con la navaja, Pyrothar fue invitado por los cuatro a unírseles. Y aceptó.

El tiempo pasó. Los cinco se convirtieron en una fuerza temida. Ahora eran ellos quienes intimidaban a los demás. Pyrothar y el líder del grupo, Feyron, se volvieron una dupla poderosa, imbatible. Pero todo cambió cuando Varnak volvió.

Ya no era bienvenido. Feyron lo enfrentó de inmediato, y Varnak, al ver a Pyrothar a su lado, solo sintió una puñalada de traición. Su mejor amigo estaba del lado de quienes lo despreciaban.

Sin decir nada, Varnak sacó un artefacto que él mismo había inventado: un pequeño cañón de mano, con un mando y una palanca. Lo apuntó a Feyron y activó el disparo. Una pequeña roca salió disparada a una velocidad increíble, pero antes de impactar, un padre tierra desvió el proyectil y lo devolvió, impactando con fuerza en el hombro derecho de Varnak.

Todos lo ignoraron. Incluso Pyrothar se dio la vuelta.

Una vez más, Varnak fue suspendido. Esta vez por intentar usar un arma mortal contra sus propios compañeros.



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En el texto hay: cienciaficcion, elementos naturales, accion

Editado: 30.04.2025

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