Salgo de clase lo más rápido posible, odio que los profesores hablen y sigan hablando aunque el timbre haya sonado, comprendo que ellos no tienen vida, pero yo tengo responsabilidades, cosas de las que ocuparme. Como llegar puntual al entrenamiento y así que no me hagan correr durante media hora, cosa que tal vez pase por culpa del profesor de geografía. Lo odio.
-¡Diego espera!- oigo que me gritan detrás mío, creo que es Adrián.
-¡No puedo, voy a llegar tarde!- chillo yo también, pero cuando voy a girarme y ver si es él, lo veo al lado mío corriendo también.
-Que te dejas la bolsa con la ropa- se medio ríe, pero al no ser tan atlético como yo, se cansa y para justo cuando llegamos a la puerta- ¡Hasta luego!
-¡Adiós y gracias!- digo sin detenerme y giro a la derecha y me dirijo hacia mi destino.
Cruzo un paso cebra sin mirar y casi me atropellan, pero estoy casi en el gimnasio y no me puedo parar ahora. Entro al edificio y me meto en los vestuarios, todos me miran esperando una explicación, yo nunca llego tarde.
Pero la verdad es que llevo un día horrible y sinceramente lo último que quiero es lidiar con estos gorilas. África me ha medio pillado observándola en el gimnasio, lo estaba volviendo a hacer, después he llegado tarde a clase y tenido que esperar fuera porque el profesor de mates que siempre llega tarde, decidió llegar temprano. También, mi taquilla no habría, así que he estado todas las malditas clases sin libros, sin libretas, solo un lápiz y una hoja que me había prestado Adrián. Por último... Silvia, una del escuadrón me ha pedido salir, casi vomito en su cara, antes me muero a salir con alguna de ellas, una cosa es Daria que es mi AMIGA y otra cosa es ser pareja de alguien. Nop, lo siento, eso no es lo mío.
Cuando me giro a verlos observo que siguen viéndome y me encojo de hombros. Comienzo a cambiarme con la atenta mirada de todos, me siento violado visualmente, ¿pero que están mal de la cabeza o qué?
-He llegado tarde por el profesor de geografía- ruedo los ojos- ahora dejar de mirarme pervertido, que no soy tan bicho raro- algunos ríen, otros sonríen y algunos me miran raro, como odio a la gente.
Me pongo los pantalones y la camiseta con mi número "17", no es mi número favorito, pero tiene una historia detrás unido a un cambio demasiado grande en mi vida, demasiado. Me ponga las zapatillas de deporte, vuelvo a meter mi ropa en la bolsa y la dejo allí para salir y reunirme con el resto de mis compañeros, que ya están escuchando la típica charla antes del entrenamiento del entrenador.
-Y aquí viene la princesa tardona- ruedo los ojos, siempre nos llama princesas, es humillante.
-Lo siento, no he podido salir antes de clase- me mira y piensa un momento si creerse mi excusa o no, al final asiente y sigue con la charla, no le escucho.
Creo que dice que debemos mejorar con el trabajo en equipo y lograr que nuestros remates vayan en diagonal, ya que son mucho más difíciles de recibir. Amo el volleyball, pero mi entrenador lo hace aburrido con tanta norma y ejercicios que no sirven para nada.
-Y por último...- mira a su alrededor buscando algo- no ha llegado aún, pero cuando lo haga os la presento- frunzo el ceño, creo que debería haber prestado más atención.
-Hey tío- me llama Bruno- ¿Me colocas?- asiento y me pongo en posición, lanzo el balón hacia arriba, en dirección correcta y le llega justo a tiempo para saltar y conseguir darle a la bola, como quería- lo haces de lujo, no comprendo porque tienes que rematar- me encojo de hombros.
-Yo menos.
Mi entrenador nos puso posiciones fijas el año pasado, yo quería ser el colocador, ya que es el cerebro del equipo, el que decide la jugada y debe comunicarla al resto de jugadores. Pero tuve que ser rematador, por mi altura. Es injusto que por ser de los más altos tenga que tener una posición por pura lógica, a mi me gusta colocar y odio rematar, ¿por qué no puedo hacer lo que quiero?
-Miler, o te concentras o corres tu decides- me lanza un balón- Bruno, colócale, que debe practicar su salto, lo haces muy de lado ¿lo sabes?- aprieto la mandíbula, que asqueroso.
-Va tío, que o sino se enfadará- me llama Bruno y yo le miro con el ceño fruncido, ¿por qué debo rematar yo si es a él a quien le gusta?
Se la paso y él hace un pase de mano alta intentando hacer una buena colocación, aunque no muy recta así que no puedo hacer el remate en diagonal. Antes de saltar miro mi objetivo, la esquina que está al fondo, a la derecha, línea recta. Salto y le voy a dar al balón justo cuando veo que alguien entra y se pone en mi objetivo y es... ¡África!
Cuando estoy a punto de darle, cambio de posición la mano, en vez de que esté abierta del todo, doblo un poco los dedos y giro hacia la izquierda todo lo que puedo, le pasa el balón justo al lado y no le da de puro milagro. ¡¿Tenía que aparecer en este maldito instante?!
-¿¡Pretendías matarme o que!?- se queja- si es que casi me...- se calla cuando se acerca y ve que soy yo, creo que no ve de lejos muy bien- ¿Diego?
-El mismo- me chuleo, me ha salido solo, no pretendía decir eso- y para que lo sepas, has aparecido justo cuando iba a rematar, he tenido que cambiar de objetivo por tu culpa, tu estabas en medio.
-La próxima vez no apuntes justo donde está la puerta- la verdad es que algo de razón tiene.
-La próxima vez...- alguien me corta.
-La próxima vez, Gracía- la señala a ella- no llegues tarde y tu Miler- me mira fijamente- ten más cabeza, que por eso no eres colocador- LO MATO.
-Hey, tranquilo- me coge del hombro Bruno, creo que se ha dado cuenta de lo que quería hacer.
-¿Vas a estar en el equipo?- pregunto para distraerme.
-Sip, ¿Algún problema?- levanto las manos en son de paz.
-Ninguno- confieso- pero no creo que se te de bien, es bastante complicado- le pincho, ella me mira con cara de asesina pero luego sonríe con suficiencia.