Después de salir de la pastelería, dirigí mi mirada hacia el cielo que estaba totalmente oscuro igual que las calles.
No quería pensar más en el chico, ¿A mí que me importa que este en una cita o qué sea su novia? No sé ni porque me estoy preguntando eso, solo lo he visto tres veces con está. Pero no logro sacarme las palabras que me dijo de la cabeza. ¿Cómo puedo odiar a alguien que no conozco? O tal vez si lo conozco y no lo recuerdo. ¡No! Nunca lo he visto eso es seguro, bueno si, lo he visto porque lo acabo de ver en la cafetería... ¡Ahg! ¡Ya me hice bolas!
Solo faltan unas cuantas cuadras para llegar al apartamento de Lisa.
¿A quién engaño? Faltan años luz. Sola en las calles, embarazada, con un pastel de chocolate en las manos y sin poder defenderme. ¿Qué pasa si me quieren robar el pastel? O no, eso no lo puedo permitir. Hum, mejor que se lleven el pastel y ¡contra el pastel! Mi cabeza esta tan aburrida que ya hasta inventa cosas sola.
Antes de pasar la calle un auto—muy bonito por cierto—se detiene frente a mí; creo que ya piensan robarme. La ventanilla del acompañante se desliza hacia abajo y yo ya estoy pensando en las suplicas. ¿Qué me puede robar aparte del pastel? ¿Mi dinero? Tal vez... ¿Mi ropa? Puede ser... ¿Mi virginidad? Nah esa la perdí hace mucho.
—¿No quieres que... te lleve?
O genial, ahora desearía que fuera un ladrón. ¿Es qué a donde quiera que vaya me lo voy a tener que topar? Falta y me lo encuentre en el baño también.
—No, no ocupo que nadie me lleve — Le saque la vuelta al maravilloso auto rojo para seguir mi camino. Aunque el Ferrari me gritase que me quería dentro de él, sentarme en su cómodo asiento de cuero. ¡Pero no Kaily, tu no caes tan fácil!
Ajá, claro.
—Es muy noche, pueden asaltarte o...algo — Lleva su brazo hasta su nuca nervioso.
—Está bien. Nomás porque no quiero que me roben el pastel — Rodeo el coche hasta llegar a la puerta del acompañante, abrir esta hasta estar sentada en el cómodo asiento.
Santo pan, el auto es más hermoso por dentro.
Mi gran pregunta del día, ¿dónde ha dejado a la rubia teñida de la pastelería? ¿La habrá tirado a un bote de basura? Tal vez... ¿La habrá dejado sola para venir por mí? Puede ser... ¡No! ¡No puede dejar a su novia por alguien que apenas conoce! Si es que me conoce...
—¿Por dónde vives? —Su voz... Jesucristo, su voz de macho.
Dios, Kaily, ¿De macho? ¿Cuántos años tienes? ¿Dieciséis? Sí, esos tengo.
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No puedo dejar de verlo, es tan irresistible, quiero tenerlo dentro de mi boca y saborearlo. Es tan negro y durito de arriba, si no llego rápido a casa para probar el pastel me va dar un orgasmo por verlo.
—¿Es aquí?
—¿Ah? —salgo de mis cavilaciones—. Sí, gracias por traerme en serio. —Intento abrir la puerta, después de dos intentos fallidos me volteo hacia el dueño del auto.— ¿Podrías abrirme la puerta?
—¿Podría hacerte una pregunta? —Gira hacia mí para poder verme de frente.
Mi cabeza está procesando su pregunta ya echa, ¿Otra pregunta? ¿Qué me querrá decir? Tal vez quiere preguntar si me conoce o alguna otra cosa.
—¿Estás... embarazada?
Ni siquiera le había dicho que si me podía hacer la pregunta, mi cara a de ser épica. ¿Cómo por qué él pregunta eso? No soy tan obvia, todavía no se me nota la barriga, ni nada por el estilo. Giro mi cabeza hacia él como la niña del exorcista. Está nervioso, eso lo sé, se nota a miles y miles de kilómetros. Creo que hasta Narnia lo notaria.
—¿Cómo? —Es la pregunta más tonta que he hecho, pero no entiendo.
—¿Qué si estás...?
— ¡Kaily, bájate de este auto! ¡Me invito a salir! — Lisa pega su cara a la ventana del lado del acompañante en donde me encuentro, se mira tan chistosa con el rostro pegado a la ventana. — ¡Me invito a cenar!
—¿Puedes abrir la puerta? Es mi amiga — Le indico a... al chico de la chaqueta ya que no sé cómo mierda se llama.
—Amm, claro.
Ya que la puerta estuvo abierta Lisa me saco casi a jalones del auto. Tenía una sonrisa como el gato de Blanca Nieves... ¡Esperen! En Blanca Nieves no había ningún pinche gato, ¿Dónde carajos sale ese gato?... ¡Ah sí! Alicia en el país de la maravillas.
—Kaily, me invito a cenar. Él vecino guapote me invito a cenar — Empezó a brincar feliz de la vida alrededor de mí. — ¡Carajo, me invito a cenar y yo no tengo que ponerme! —Casi me deja sorda.
—Lisa, cálmate. —La tome de los hombros. — Tienes muchos vestidos preciosos. Además yo te puedo prestar uno también.
—A sí, sí, claro. Iré viendo que me voy a poner. — Salió corriendo hacia la entraba de la recepción. — ¡Me invito a salir! ¡Ah! —dio un salto de felicidad, rodé los ojos con una sonrisa de lado cuando se acomodó el cabello y entro seria al edificio como si no hubiese gritado mil veces antes a todo pulmón.
—Guau, ¿Acaso fuma algo?
—Pensé que ya te habías ido.
—Si eso iba hacer, pero dejaste tu pastel en mi coche. — Indica con su mano.
Ahora que lo veo bien, es muy guapo, demasiado diría yo. Es un poco más alto que yo. ¿A quién engaño? Yo soy un Minion a un lado de él.
Su cabello es de color castaño, o algo así, no lo distingo por la oscuridad, lo que si distingo son sus ojos azules. Son tan hermosos parecen dos luces resplandecientes, sus labios son guau, tan rosados y creo que comestibles. Sin duda yo si me comería sus labios sin remordimiento. Siento que ya me enamore, es señor perfección en persona en frente de mí. ¿Dónde consigo uno de estos? ¿Los venderán en la tienda de la esquina?
—Oye, te estoy hablando.
—¿Eh? ¿Qué? —Salgo de mi trance de estupidez.
—Tú pastel sigue en mi auto, me iré con él, te lo advierto— Una pequeña sonrisa de lado se marca en sus labios.
—¿Quién eres? — Mi cara es seria, en serio quiero saber quién es.
Su mirada se aparta de mis ojos hacia el suelo, ¿Qué tiene de interesante el piso? ¿La popo de pichón acaso? De nuevo se ve nervioso, creo que lo voy a tener muy bien vigilado.
Editado: 06.07.2022