—Métela, más adentro.
—No cabe, está muy grande.
—¿Cómo qué no cabe? Está bien que este grande pero el bote de helado es más grande —le digo obvia a Dean.
—Mejor voy por otra cuchara más chiquita, porque la mía no cabe.
Sí, lo sé. ¿No qué lo quería correr del departamento? Pues al principio lo quería correr pero me di cuenta que es un buen chico, además es muy guapo y el poco tiempo que ha estado aquí me ha hecho reír a morir.
¿Pueden creer que casi me hago pipí con unas de sus ocurrencias? Pues créanlo. Tuve que correr directo al baño, por poco no llego... pero llegue, sana y seca. Ahora estamos comiendo helado. ¡Me soborna con helado! Y claro, como yo no puedo resistirme.
—¿Jugamos a algo? —pregunta.
—¿A qué? —llevo una cucharada de helado a mi boca.
—Vamos a saltar. —lo volteo a ver, está sonriendo.
—¿A saltar? ¿Dónde?
Está más claro que el agua que yo no puedo saltar en mi estado, pero no le puedo decir que no puedo porque estoy embarazada.
—En la cama —deja el bote de helado en la mesita de centro.
—¿Estás loco? — río tratando de ocultar mi nerviosismo.
—Aburrido que es otra cosa.
—No puedo —susurro bajito.
—¿Por qué?
— Estoy...
—¿Estás...? —de repente abre sus ojos más de lo normal. Ay no, ya sé imagino que estoy embarazada —. Oh... estás en tu periodo.—dice nervioso.
Trato de no soltar una carcajada, está bien que piense eso. Lo prefiero a que se imagine que estoy embarazada.
—Sí, es eso —hago una mueca fingida—. Y la verdad no puedo brincar porque se me sale la sangre.
Él traga saliva nervioso, ¿qué? Yo solo trataba de no hacer tan tenso el asunto, creo que lo empeore. Es de mí tensar las cosas.
Carraspea y me extiende el bote de helado de nuevo: —¿Quieres más helado?
KEIDAN'S POV.
Ir o no ir.
He aquí el dilema. Creo que debería de esperar un poco más de tiempo. Aunque, ¿para qué esperar tiempo? Si puedo ir ahora mismo a hablar con ella, contarle lo que paso, que me saque a chanclazos, y sí está embarazada, ella me venga a pedir perdón por el chanclazo, escobazo o zapatazo que me haya dado, para así vivir felices por siempre con él bebé. A veces mi imaginación se echa a volar por si sola.
Aunque, hay un problema...
—Amor, ¿por qué me dejaste botada en la cafetería? Tuve que tomar un asqueroso taxi para llegar aquí a salvo.—chilla en cuanto entro a mi departamento.
Sí, ese es el problema. Sharon, era el problema.
¿Y cómo rayos tiene las llaves de mi departamento? ¿Será que una vez las perdí, ella las traía y saco copias? Sí, creo que es eso.
La verdad Sharon no me gusta, mamá me convenció de andar con ella, según que porque estaba muy enamorada de mí. A veces quisiera aventarla al bote de basura, su voz chillona no la tolero y su comportamiento menos, si tuviera un bozal en la boca todo estaría mejor. A veces creo que es muy Psicópata conmigo, no deja que casi nadie se me acerque. Me hostiga un poco, que digo poco, mucho.
—Tuve un pequeño problema y tenía que salir urgente —miento.
—¿Sabes? Has estado muy raro —me mira con el ceño fruncido. Se lo que viene—. ¿Acaso me estás engañando?
—¿Otra vez con eso? No hay ni un solo maldito día que no me preguntes lo mismo. Por amor a Dios, Sharon, cambia de pregunta. —revuelvo mi cabello frustrado. Esta mujer me frustra.
—Todo el tiempo es lo mismo contigo. —hace un puchero. En alguien más diría que es adorable, pero en Sharon, no. Sé sus tácticas. Ahora va llorar hasta que yo le pida perdón, pero no, hoy no es ese día. Hoy no le pediré perdón por algo que yo no provoco.
Acabo de llegar a mi departamento y ya me voy. Qué poca paz tengo.
—¿A dónde diablo vas? —no hago caso omiso a sus palabras y salgo de mi departamento—. ¡Keidan, se supone que me tienes que pedir perdón y todos felices!
Ash, ¿pues en qué mundo vive?
Su grito ha dejado sordo a medio mundo, puedo asegurarlo. ¿Todos felices? Mejor dicho ella feliz, porque yo no.
No sé si ir a un bar o con mi madre. Lo sé, tal vez suene extraño, ¿cómo con tú mamá? ¿Qué chico de diecinueve años va con su madre después de huir de su propio apartamento para no oír los gritos de su novia psicópata? Yo. Ella es buena persona, apartando el hecho de que me haya obligado a andar con la loca que deje en mi apartamento. Ella me da buenos consejos. Estaciono el auto afuera de la casa de mi madre, mi papá no ha de estar a esta hora, trabaja hasta tarde. Antes de bajarme del coche, cojo mi celular y cierro con seguro. No quiero que nadie se robe a mi bebé.
Cuando ya estoy en frente de la puerta toco está, la voz de mamá se escucha con un "ya voy" del otro lado. Los ojos de mi madre se ilumina al verme, queda claro que casi no vengo; los brazos de mi progenitora se enredan en mi cuerpo. Le devuelvo el abrazo.
—Hijo, que gusto que estés aquí. Pasa, pasa.
—Sí, ya me había tardado —le sonrío —. Estos días no me he estado sintiendo muy bien.
—¿Qué tienes hijo? —pregunta preocupada.
Es la verdad, estos días no he estado muy bien. Yo lo estoy dejando pasar, tal vez no sea nada grave.
—No es nada grave.— me siento en el sofá enfrente de ella.
—¿Pero qué sientes?
—No sé, a veces siento nauseas —hago una mueca —...después se me antoja algo y... es tan raro —alzo las manos y las dejo caer—. Creo que me estoy convirtiendo en una mujer.
Mi madre enfrente de mi esta que se le salen los ojos, ¿qué? ¿Será que ya me convertí en mujer? ¿Tan fea seré en mujer? Dios, espero ser más hermosa que Megan Fox.
—Sharon...
¿Sharon? ¿Me convertí en Sharon? ¡No Dios, mundo cruel! ¿Por qué tan fea? ¿Seré igual de ofrecida qué ella? ¡Mejor quiero ser hombre de nuevo!
Editado: 06.07.2022