¡¿qué es esto en mi barriga?!

11. ¿Tú eres el padre?

No sé cómo actuar, no sé si empujarlo y sacarlo a patadas de mi departamento. ¿Quién se cree para venir a pedir hablar conmigo y ni siquiera dejarme hablar, besándome? ¿Sería correcto si me dejara llevar y le sugiera el beso?

«Sí, Kaily. Síguele el beso, yo sé que quieres»

Mi consciencia cada vez es peor. ¿Dónde podré encontrar una normal? Una que no sea tan pervertida.

«Somos la misma, estúpida.»

Y tampoco que rezongue y me conteste. Menos eso. Una callada tranquila conciencia, que no me diga que hacer...

«¡YA! ¡SÍGUELE EL BESO Y CÁLLATE!»

No pasaron ni dos segundos más cuando lo empuje y lo cachetee. Sí, soy muy mala, mi mano me dolió bastante.

—¡¿Qué te pasa?!—casi grite —. ¡¿Es qué tienes caca en el cerebro?!—no sé porque dije eso. Suelo ser muy infantil cuando estoy nerviosa; aunque no lo quiera creer le seguí el beso, solo fueron dos segundos, pero lo seguí.

¿Ahora qué se supone debo hacer? Soy tan inexperta en estas cosas, sólo tengo dieciséis años. Ah pero bien que fui una experta en embarazarme, ahí sí supe que hacer. No debí romper las reglas, no debí tomar sin control, no debí haber hecho nada de lo que hice esa noche aún que no recuerdo nada, no recuerdo cómo fue mi primera vez, eso es lo peor de todo. Y no puedo decir que me arrepiento, sé que no es bueno ser madre a mi edad pero nunca despreciaría a mi hijo o hija que está por nacer o al menos que se está desarrollando todavía. ¿En qué momento me puse a llorar? En el momento que me llego el pensamiento de ser mala madre. Ese pensamiento me volaba todo el tiempo por la mente, era el que me torturaba siempre que podía, ya había llorado antes por esto, Lisa dijo que sería la mejor, nada está asegurado. Pueden haber riesgos, puede morir el bebé o... yo. Y prefiero mil veces que yo lo haga.

—No llores, no llores—sollozo—. No me gusta ver llorar a las mujeres, menos si ellas son hermosas.—limpia mis lágrimas. Nomás no lo golpeo porque estoy llorando. ¿A quién engaño? Me encanta como me habla, como me limpia las lágrimas cuidadosamente.

—¿Lloras por qué me apesta la boca?— pregunta en un susurro—. Prometo no volver a comer tacos con cebolla antes de venir.

Suelto una risita ante su estúpido comentario, limpió las lágrimas nuevas que salen de mis ojos.

—Nadie nos va a interrumpir ahora...—mi voz sale ronca—. Me vas a decir quién eres, sí o sí.—lo mire a sus ojos azules. Era tan Hermoso... Dios merezco una cachetada mental.

—Hum — hace sonar su garganta—. Te diré todo lo que quieras saber.

Lo mire sería, camine solo dos pasos para sentarme en mi cama, él imitó mi acto. Tenía que sacarle todo lo que pueda, sentía una opresión en mi pecho. Como si lo que vendría no sería bueno.

—Primero que nada,—empezó hablar él—. Tengo que hacerte una pregunta muy importante —asentí, tomó aire y lo saco todo por la boca antes de hacer una pregunta que antes ya me había echo—. ¿Estás embarazada?

¿Tendría que contestas a eso? Claro que tenía que hacerlo.

—¿A qué viene todo esto?—fruncí el ceño.

—Solo contéstame... —me miro suplicante.

—Sí...—baje la cabeza— ¿Para qué querías saber?

Se revolvió el pelo nervioso, mordí mi labio inferior. Por favor que no sea lo que creo que es.

—Sabes, te voy a contar una historia, muy divertida por cierto —sonrió mirándome, cuando vio que yo no lo hacía su sonrisa desapareció—. Hace dos semanas y medio mis amigos me invitaron a una fiesta de no sé quién, yo no quería ir. Pero ya sabes cómo son los amigos,—continuó— tome bastante, no sabía lo que hacía —su mirada estaba en un punto fijo del piso, la mía ni se diga, nublada por las lágrimas que se aproximaban—. En la pista estaba bailando una chica que se me hizo hermosa, con vestido morado, me le acerqué y comenzamos a bailar, las cosas llevaron a otras y... cuando desperté estaba en una cama... contigo.— finalizó y yo sollocé.

—Entonces, ¿tú sí me viste?— él asintió—. ¿Por qué no te quedaste?— pregunte mirándolo dolida, más lagrimas salían.

—Tuve miedo.— contestó.

—¡¿Y no pensaste que yo iba tener más?! —grite mientas me apuntaba, llorando.

—¡No pensé nada en ese instante! ¡Tenía miedo! Busque por toda la habitación un preservativo usado, algo. No había nada. Me asuste más y solo salí huyendo. ¡Lo sé, hice mal!— me agarro de los hombros—. Perdóname, fui un estúpido, idiota, imbécil, cobarde al hacer eso.

—¿Tú eres el padre?— lleve mi mano a la boca para no soltar el sollozo de muchos que se aproximaban y no pude callar.

—Sí no te acostaste con alg...

—¡Claro que no! ¡¿Por quién me tomas?!— lo mire molesta.

—No te conozco...

—¡Exactamente!— pase saliva y continúe—. No nos conocemos.— dije con un hilo de voz.

—Déjame conocerte... —pidió.

KEIDAN'S POV.

¿En qué estaba pensando cuando la bese? Ah si, en cómo sabrían sus labios. Mi corazón se rompió al verla así, no puedo decir que estoy enamorado de ella si ni siquiera la conozco bien. Lo más inteligente que se me ocurrió fue pedirle que nos conociéramos. Tendremos un hijo, creo que era lo mejor. Se mira linda cuando frunce el ceño, pero lo siguiente que dice que desconcierta.

—No.—responde fría y seca.

—¿No? ¿Cómo que no?

Se levanta hasta estar enfrente de mi. Me mira sin ninguna emoción, mi cara es de confusión.

—No quiero que me conozcas, no quiero conocerte. Lo único que nos va unir es mi bebé, lo puedes venir a visitar las veces que quieras pero nosotros... nada.

—¿Si sabes lo que estás diciendo...?

—Kaily, me llamo Kaily. ¿Ves? No sabemos ni nuestros nombres.— hundo mis labios, es cierto. No sé que decir—. ¿Puedes irte ya?

—Está bien, si así quieres que sean las cosas está bien. Solo que si voy a dejarte algo bien claro—me miro atenta—. Yo voy a ir a todas las citas que tengas con el doctor. Sí necesitas algo, solo debes llamarme.




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