—Abre la boca.
—No.
—Abre la boca o te la abro yo.
—No quiero Keidan.—niego con la cabeza mientras me alejo un poco de él.
—¿De cuándo acá no quieres comer? Siempre tienes hambre. —frunce el ceño.
Eso era cierto, el día de hoy me desperté con ascos y el estomago revuelto. Simplemente no quería ver comida el día de hoy. Se me hacia repugnante. Asco. Solo de pensar en comida se me revolvia más el estómago.
—Por favor, no me hagas comer eso.—apunte el plato lleno de verduras.
VERDURAS MALDITA SEA. Odio las verduras.
Denme de todo menos verduras.
—Tienes que comer—dijo acercando el tenedor a mi boca con un tomate en sus 4 picos. Me pare rápidamente y me aleje de Keidan. Cualquier verdura menos tomate. LO ODIO—. ¡Ven acá! —gruñó parándose y caminado hacia a mí. corrí-camine hacia atrás del sofá. Él chico enfrente de mí solo me miraba enfadado.
No es mi culpa que odie el tomate, no es mi culpa que hoy quiera devolver todo. Muerdo mi uña nerviosa al ver el ceño fruncido de Keidan. Le dedico una mirada inocente.
En un movimiento rápido Keidan sale corriendo hacia a mí, emito un chillido, no puedo correr así que tengo que defenderme. Tomo lo primero que tengo a la mano y lo apunto desafiante. Este se queda a medio camino mirando la cosa en mi mano.
—Kaily, baja eso, es peligroso.—con su mano libre hace un ademán para que me calme y lo baje.
—¡Tú también baja eso! ¡Es peligroso!—apunto el plato de verduras y el tenedor con el asqueroso...tomate. Keidan lo baja lentamente y lo deja en la mesita de centro, levanta sus malos en son de paz—. Buen chico.
—¡Ahora bájalo tú! ¡Baja esa arma mortal! ¡Bájalo! —chilla desesperado. Últimamente chilla mucho, ¿acaso en su otra vida fue niña?
Sin despegar la mirada del mar azul coloco el control remoto en el estante de donde lo agarre. Creo que lo traume con lo de la última vez. Sonrío de lado más calmada. Mi sonrisa se extingue al sentir el líquido amargo subir por mi garganta. Trago en seco para poder regresarlo pero nada. Salgo corriendo hacia el baño evitando la mirada del chico. Solo tengo un objetivo:
Llegar al baño sana y salva con mi barriga.
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Hoy es el día.
Hoy cumplo diecisiete años.
Me imagino como hubiera sido este día, tal vez mamá me hubiera despertado con un pastel. Abría salido con mis amigos a alguna parte. Aunque...el hubiera ya no existe.
Trato de quitar el brazo de mi cintura, creo que a Keidan ya le gusto dormir en el departamento.
Escucho un gruñido de su parte al quitar su brazo y alejarme de su cuerpo que emana calor.
—¡Vuelve a la cama ahora Kaily!—vuelve a gruñir con su cabeza enterrada en la almohada.
Rio entre dientes pero no vuelvo, me dirijo hacia el baño para darme una relajarte ducha.
—¡Es hora de despertar! ¡Son más de las Díez de la mañana!—grito desde el baño para que me escuche.
Me acerco a la regadera para poder abrirla y que el agua se vaya templando. Saco la blusa de tirantes por mí cabeza, miro la imagen en el espejo. Una yo con el vientre abultado. Me pongo de lado y sobo mi barriga, un suspiro sale de mis labios. Quiero llorar.
Se me antojan la mayonesa.
Odio la mayonesa.
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—Basta, me vas a sacar al bebé.—susurro bajito con el poco aire que me queda. Lisa se aleja de mí como de rayo y me agarra de los hombros.
—Yo sería incapaz.—coloca una mano en su pecho de forma dramática. Niego antes de sentarme en el sofá cuidadosamente. Bebé ya pesas—. ¿A dónde iremos hoy? —preguntó entusiasmada.
Yo solo rodé los ojos y apunte mi vientre. ¿A caso está loca? Hoy es el día de quedarse en cama y comer helado hasta morir de hipotermia. Bueno, literal.
Si por mí fuera hace años que me hubiera casado con el helado.
Solo que ahora hay una pequeña cosa que lo impide.
Keidan y el bebé.
Aunque no me quejo.
Lisa se tira de espaldas al sofá que está a lado de mí.
—Recuerdo que una personita un día dijo: cuando cumpla diecisiete me tirare de un paracaídas. Y ahora esa personita tiene diecisiete años y está más inflada que un pez globo.—frunzo mi ceño ofendida. Agarro un cojín del sofá y se lo aviento en la pura cara—. Que agresiva andas hoy mujer.—dice antes de sobar la zona afectada.
—Sí ya sabes como soy para que me provocas.—gruño como octava vez en el día.
Debo aceptar que mi humor no es el mejor el día de hoy. Primero desperté golpeando a Keidan por no levantarse, el agua estaba fría, casi me da una pulmonía ahí. Y lo peor de todo...tengo antojo de lo más asqueroso del mundo.
Y no es popo.
No.
Es...
Mayonesa.
La odio con todo mi ser, esto no puede estarme pasando.
¿Por qué torturas así a mamá bebé?
—Tierra llamando a Kaily. Se le comunica que la bomba ya va explotar...—salgo de mis cavilaciones al escuchar lo que dice Lisa. La fulmino con la mirada.
—Sabes que no haré eso.—me levanto del sofá y camino hacia la cocina.
Keidan salió temprano —después de que lo despertara a golpes— con Axel hacia algún lugar que no me quiso decir. La verdad no me preocupo creo que ya le estoy agarrando confianza. Eso de que duerma conmigo me está gustando, es mi almohada apapachable, aunque casi siempre se queja porque le quito la cobija.
La mañana pasó tranquila, Lisa estuvo conmigo hasta que Keidan llegó junto con Axel que le estuvo coqueteado a mi amiga. Está lo agarro casi con la escoba al tocarle el trasero. Axel me cae bien, es chistoso y demasiado alegre e imperativo. Sólo que es muy egocéntrico igual que el chico de la chaqueta. Guau, el chico de la chaqueta. Hace mucho que no lo decía, recuerdo ese día y mis hormonas de embarazada me traicionan. Esto de aveces llorar por todo no me causa mucha alegría.
—¡No te atrevas a tocar mi trasero de nuevo porque te arranco la mano!—gruñe mi amiga con su típico ceño fruncido. Sé que está enojada pero también se que quiere reírse.
Editado: 06.07.2022