¡¿qué es esto en mi barriga?!

25. ¿Antojos?

KEIDAN'S POV.

Me tomó por sorpresa su pregunta.

Después de media hora esa pregunta seguía rondando en mi cabeza.

¿La quiero?

No lo sé, esa es la respuesta.

El cielo se encontraba lleno de nubes, el aire frío entraba por mi ventana y golpeaba mi rostro. Kaily estaba callada a un lado de mí. Podría jurar que estaba llorando en silencio. No quise decir nada. Sólo miraba por la ventana mientras yo conducía. Dudaba si debía quedarme hoy a dormir con ella, tal vez no quería y la incomodaba.

Estaba apunto de decirle en el restaurante pero ella tenía que abrir la boca y decir esas palabras.

«¿Me quieres?»

¡Agh!

Que me caiga un elefante encima.

Pequeñas gotitas cristalinas de fueron deslizando por el vidrio del coche. Había empezando a llover.

Prácticamente eso me hacía sonreír, amaba la lluvia, no sé que tenía que me alegraba; el aire fresco golpeando mi rostro con unas pequeñas gotas de brisa.

Su olor era...inexplicable.

Al llegar al estacionamiento del apartamento, en cuanto el coche dejó de moverse la puerta fue abierta y cerrada con furia. Hice una mueca antes de salir del coche.

Kaily caminaba entre la lluvia hasta el apartamento. Corrí para alcanzarla, en el camino me saque la chaqueta y se la puse en los hombros.

—Vas a resfriarte.

En un segundo ya tenía a Kaily cara a cara. Sus ojos estaban rojos, eso hizo que mi pecho se contrajera.

—No necesito otra chaqueta tuya.—me la aventó.

¿Estaba molesta por qué me quedé callado?

Mi madre me enseñó a decir mis sentimientos cuando los sienta.

—¿Estás molesta? —susurro. Las gotas de agua se deslizan por su cara y la mía.

—No me interesa ya Keidan.—se da la vuelta y comienza a caminar.

Revuelvo mi cabello frustrado.

—Tengo problemas.

Kaily se queda parada por el sonido de mi voz pero no se gira.

—Tengo problemas con...con...—paso la lengua por mis labios—. ¡Agh! —llevo mis manos a mi cabello—. ¿Por qué tiene que ser tan difícil decir esto? —digo con la vista en el cielo oscuro lleno de nubes.

Me quedo viendo las gotas caer en un charquito cerca de mi.

No es que sea algo tan grave o bueno, quien se lo tome mal. Suspiro al sentir unas manos en mis mejillas.

—Si no quieres contarme, no lo hagas.—sonríe levemente.

Me sorprende la bipolaridad de esta chica, en un segundo está llorando y al otro sonriendo.

Hormonas de embarazada.

—Sí quiero decirte—cierro los ojos por las caricias de Kaily—. Pero será adentro. Te estás mojando y puede hacerle daño al bebé y a ti

 

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Habría sido divertido—hago un puchero—. Aguafiestas.

—Entiende Keidan. No íbamos a bañarnos juntos.—ríe.

Hago una mueca de nuevo, llevo la taza de chocolate caliente a mis labios.

Kaily me mira esperando a que empiece a hablar. Lleva una galleta a su boca. Miro sus labios.

Maldita sea.

Muevo mi cabeza hacia otro lado, necesito las palabras correctas para decirlo.

«Sólo dilo y ya»

—Tengo problemas.—miro la taza de chocolate entre mis manos.

—¿Qué tipo de problemas? —le da un sorbo a su chocolate.

Muerdo mi labio inferior y al fin lo suelto:—Trances.

—¿Trances? ¿De qué? —pregunta confundida.

Respiró hondo, solo dilo, solo dilo, solo dilo Keidan.

Trances de agresividad.

La taza de chocolate de Kaily se queda a medio camino al decirle lo último.

— No puedo contenerme, simplemente me dejo ir por la ira —miro hacia otra parte —. Cuando me enojo me segó de todo. Simplemente golpeó todo mi paso.

Silencio.

Es lo único que rondaban la cocina, quiero que diga algo. Por más pequeño que sea pero que lo diga.

—Si un día Kaily —vuelvo a hablar—. Me ves enojado, solo aléjate, no te me acerques porque en ese momento no soy yo y no puedo controlarme.

Su mirada refleja miedo. No quiero que me tenga miedo.

Los próximos cinco minutos quería salir corriendo, se había mantenido callada viendo sólo su taza de chocolate que se encontraba en sus manos, mi cabeza no deja de pensar y pensar. ¿Y si me dejaba y me alejaba de mi hijo? ¿Si ya no me quería ver? Simplemente no me hacía la idea despertar solo en la cama, me había acostumbrado a sus gritos, golpes, antojos, bipolaridad e que incluso a sus ronquidos.

Me había acostumbrado tanto a ella que no me lo imaginaba.

Escucho el banco ser arrastrado, yo seguía con mi mirada en la mesa hasta que sentí unos brazos rodearme.

Me tense por un momento, deje de ver la mesa. Sus ojos se encontraban llenos de lágrimas, lo que menos quería era que llorar. Envolví mis brazos en su cintura y la traje así a mi.

Inhale el olor fe su cabello, tutifruti.

La abrace más fuerte sin hacerle daño, me levanté todavía con ella en brazos, pase una de mis manos por sus muslos y la eleve. Ella rio un poco por cargarla. Recostó su cabeza en mi pecho y empecé a caminar hacia la habitación.

—Parezco un cerdito.—susurra en mi oído. Reí un poco por su comentario.

—No es cierto, mi gordita.

Al abrir la puerta de la habitación senti un leve golpe en mi nuca.

—No me digas gorda, idiota.

—Amo que seas agresiva.—la recosté en la cama.

—Oh, cierra el pico.

Con una sonrisa en el rostro cerré la puerta de la habitación y me saqué la camisa, era pasado de la 1:00am. Kaily se encontraba con una de mis camisas, mentiría si dijera que no se ve sexy. Más con su vientre abultado, se ve sexy y jodidamente tierna.

Salgo de mis cavilaciones al escuchar un leve gruñido, volteo hacia donde ella está acostada, sonrío de lado al verla desparramada en toda la cama y con una mueca en sus lindos labios.




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