KAILY'S POV.
Nada.
No siento absolutamente nada.
Me encuentro en una inconciencia que me envuelve y no me deja salir.
Lo último que recuerdo es a mi gritando en el baño porque estaba sangrando. No era un sueño, en verdad estaba pasando. Sentía un dolor en mi bajo vientre, que empezo justo después de que deje de llorar y lamentarme por lo que había hecho. Tantas cosas habían pasado por mi cabeza en ese momento, una de ellas era: ¿Qué hubiera pasado sí Keidan se hubiera hecho cargo desde el principio? Yo no estaría sola, tal vez ya estubiera más que enamorada de él y nos llevaríamos como a una familia. Pero de nada sirve sólo pensar en las cosas que no nos pasaron ni nos pasarán jamás.
Después de que Mat me trajera al hospital me desmaye o me durmieron. No recuerdo muy bien los hechos y tampoco quiero recordarlos. Solo quería despertar y que me dijeran que mis bebés estaban bien, que solo había sido un susto y podría irme. Aún faltaban dos meses, no quería que nacieran todavía, no era tiempo. Además, no me había preparado mentalmente para esto, lo pensé pero nunca me dije a mi misma que es lo que haría. Me imaginaba a mi cuando se me rompiera la fuente como es debido pero nunca así. Sangrando. Algo iba mal y me asustaba horrores.
No podía ni imaginar perder a las bebés, las había cuidado tanto. Hablaba con ellas y me respondían. Con pataditas pero lo hacian. Y se sentía tan lindo, algo que cualquier madre podría explicar. Una felicidad gigantesca. Nunca imagine quedar embarazada tan jóven, pero no me arrepentía, había ganado dos hermosos seres que cuidaría con mi vida. Y le agradecía a Keidan porque era lo único bueno que me había dado.
Abrí mis ojos lentamente cuando pude hacerlo, mire el techo blanco todo borroso. Parpadé un par de veces para acostumbrarme. Trague saliva al sentir la boca reseca. Sentí un pinchazo en mi brazo y fruncí el ceño. Vi a la enfermera y trate de preguntarle que era eso pero no pude.
—Tranquila linda, es para que los pulmones de la bebé se fortalezcan —contestó lo que yo no podía preguntarle. Después de unos minutos salió de la habitación.
Cerré los ojos y puse las manos en mi vientre, estaban bien, ellas estaban bien. Sonreí sin poder evitarlo. Aún las tenía dentro de mi y las cuidaría demasiado los últimos meses que faltaban.
Abri los ojos al escuchar que la puerta se abría. De ella apareció Keidan con cara de preocupación. No sabía sí creerle de verdad, hasta su sonrisa ahora se miraba tan mentirosa.
Me quede en completo silencio, no sería yo la que empezara la conversación. Sí quería decirme algo que lo hiciera y se largará.
Seguí acariciando mi vientre mientras él se acercaba. Miro mi vientre y un brillito apareció en sus ojos, pero así como había aparecido se había ido sustituyendolo por tristeza. Trague saliva esperando a que hablara, a quién menos quería ver hoy era a él. De hecho no quería verlo nunca jamás en mi vida. Sí venía a ver como estaban las bebés que solo preguntara afuera y se largara. Pero no, aquí estaba enfrente de mi con mucho que decir pero sin abrir la boca.
—Que bueno que están bien —susurró y pusó una mano en mi vientre—. Estaba tan preocupado —comenzó a acariciarlo.
Lo odiaba tanto, esa era la verdad. Lo odiaba pero no podía hacer nada, eran también sus hijas, tenia derecho. Derecho que no me atrevía a quitarle. ¿Adónde llegaríamos con todo esto?
Seguí en silencio mirando como las bebés se volvían locas de que su padre les diera un poco de amor. Las pataditas no paraban y mi corazón comenzo a acelerarse, lo sabía por que lo sentía y también la maquinita que tenía a un lado me lo demostraba. Lo que me pareció que extraño es que no se aceleraba por él... O bueno, sí, tal vez un poco pero no era eso.
— ¿Estás bien? —Keidan me miro con preocupación y acaricio mi mejilla.
Dios, no hagas eso. Una aquí tratando de superarte y seguirte odiando y vas a acariciarle la mejilla.
— Sí —es lo único que dije. La verdad no es que me sintiera tan bien, sentía que el corazón se me saldría del pecho en cualquier momento. La maquina a un lado comenzo a sonar más fuerte.
—No, no lo haces, además estas sudando —sentí mis ojos pesados y a causa de eso comence a cerrarlos — Kaily, no cierres los ojos -sonaba muy preocupado—. Linda, tranquila, ire por el doctor pero no te duermas...
Su voz cada vez se hacia más lejana, trataba de no dormirme y abrir los ojos pero no podía.
Y cuando al fin me duermo no vuelvo a sentir nada, nada me duele es como si solo estuviera tomando una siesta sin una pizca de dolor. Escucho como alguién me llama, abro los ojos y miro una mano que me indica que me levante, lo hago sin pensar. Al estar parada a un lado de la cama aun me veo acostada ahí con los ojos cerrados. La persona que me indico que me levantara toma mi mano y comenzamos a caminar. No sé que es lo que pasa pero me dejo guíar por aquella persona a la cual sólo miro su mano.
Al llegar lo primero que aprece frente a mi es una gran puerta dorada, el extraño la abre y entramos a lo que parece ser un parque con muchos niños. Miro cada rincón que se me permite, todo es verde y colorido, lleno de alegría que me encanta. Hay mariposas y abejas volando por todas partes, las nubes blancas se mezclan con el cielo azul. Todo parece tan irreal, como si fuera una película, como si yo no lo estuviera viviendo. Aunque no lo sabía, tal vez lo estaba soñando y yo no lo sabía.
La persona vestida de blanco me llevó hacia los niños, donde todos jugaban y reían. Si me decían que describira este lugar usaría una sola palabra: Feliz. Era un lugar lleno de felicidad y paz. No había maldad en ninguna minúscula parte. Llegamos hacia unos pequeños columpios donde algunos niños jugaban. No sabía que hacia ahí ni quien eran los niños pero no quería preguntar, no tenía ganas de hacerlo.
Editado: 06.07.2022