¿qué Harás Conmigo?

Capítulo II

Oye... Jori

¿Sabes que te paso?

¿Acaso... recuerdas algo?

Jori... respondeme...

¡RESPONDE!

—¡NO! —grité levantando mi cuerpo mientras respiraba de forma desesperada.

Al cabo de unos segundos sentí un punzante dolor en la cabeza, tan doloroso era para mí que me hizo volver de donde estaba acostaba.

Una almohada...

Sábanas tersas y olor a lavandina...

Un botón de urgencias que rodeaba mi dedo índice...

¿Qué?

Abrí mis ojos alarmada y me incorpore de donde estaba acostada.

Una camilla... Una. Maldita. Camilla.

Mi vista se comenzó a aclarar, apreciando los tonos cafés de los muebles en la habitación. Las cortinas tan blancas de los ventanales tratando de tapar los rayos de sol que el invierno ocultaba a veces con sus poderosas nubes. El frio se colaba por la fina y suave sabana que cubría desde mis pies hasta mi torso, la bata de lunares... La televisión apagada... sueros inyectados en mis muñecas... un monitor emitiendo sonido de mis signos vitales.

Trate de moverme pero por todo el cuerpo me recorrió una ola de dolor. Sin poder evitarlo empece a quejarme mientras trataba de salir de la camilla.

¿Cómo pude terminar en un hospital?

¿Por qué me dolía todo el cuerpo?

Los recuerdos del asesinato me comenzaron a taladrar la cabeza. Quedándome inmovil por completo cuando había logrado mover mis piernas.

¡ERES EL DIABLO EN PERSONA!

¿Sabes cuanto me esforcé en que personas insolentes cómo tu no metiera sus narices en el?

Te suplicó que me perdones...

Soy incapaz de golpearte Jori.

Mi cabeza comenzó a dolerme de una forma tan insoportable que tuve que volver a tumbarme. Todo los recuerdos de anoche se me cruzaron en mi mente, hasta cuando dejé de saber que pasaba.

¿Cómo pude....?

¿Cómo pude terminar en un hospital si estaba apunto de morir?

¿Por qué sigo viva si fui testigo de un asesinato?

¿No... No debería estar muerta?

No se cuanto tiempo estuve tratando de organizar mis pensamientos, de aclarar dudas que ni yo sabía porque podrían haber pasado. Tampoco escuché cuando una enfermera entró y aviso por un radio que había despertado.

Lo que tampoco entendía... es el dolor tan insoportable en mi cuerpo.

—...Señora Boomer. —Mire al doctor parado frente a mí, con una sonrisa de como si hubiera recibido una gran fortuna. —¿Me escucha bien?

Mire a la enfermera y otra vez volví a mirar al doctor. Asentí y trague saliva. Seguro ni los había escuchado.

—Bueno. Talvez tendrá algunas preguntas....

Muchas, demasiadas la verdad.

¿Acaso... mi tía estará enterada?

¿Harry estará... preocupado?

—...Pero como hemos dicho anteriormente, usted ahora mismo esta en perfectas condiciones.

Apenas lo escuche frunci el ceño, ¿me perdí de tanto solo por pensar en algo tan chiquito?

—Discupe... No entiendo... —Tanto el doctor como la enfermera me miraron de forma extraña.— Yo... estaba en un callejón, estaba corriendo y no se porque desperte aquí. —Todavía recordaba los gritos del hombre al sentir como un destornillador perforada cada parte de él. Tanto en sus ojos como su pecho, hasta su garganta...

Hice fuerza de voluntad para no vomitar.

Se quedaron callados mirandome de forma rara.

—Alguien me perseguía... alguien...—Hice un esfuerzo por recordar como era su cara.—Era un hombre... me estaba persiguiendo y creo que quiere matarme.

Agradece que soy incapaz de golpearte Jori.

El nudo en mi garganta apareció al recordar su mano apretando cada vez más mi cuello.

—Tranquila, estaras bien aquí. —Sentí la tibia mano de la enfermera en las mías. Su sonrisa parecia gentil mientras me intentaba dar un poco de calma. —Un hombre te ha encontrado y fue él quien te trajo. Por lo que nos dijo estabas tirada en la calle.

—Tenía la nuca dañada en gran forma —la voz del doctor desvío mi atención hacia él—. Su lado derecho del rostro pareciera que fue cortado, ¿se cayó o rozó algún lugar con objetos filosos?

Cada vez que hablaban me confundían más.

Pensándolo un momento, al caerme sentía como si unos vidrios se clavaron en mi cara...al igual que los golpes en la nuca antes de perder el conocimiento.

Toque el lado derecho de mi rostro y sentí una venda cubriendo casi toda la mejilla.

—Si... algo recuerdo. —dije aclarando mi garganta.

—Estuvo dormida por casi quince horas —siguió relatando él doctor—. Retiramos los vidrios de su rostro y también curamos otras lesiones cerca de sus gemelos. Al parecer estaban por infectarse si no las curabamos a tiempo.

¿Lesiones en los gemelos? ¿Qué más paso esa noche para que salga casi muerta?

Y la verdadera pregunta que todavía no tengo respuesta y tampoco quiero saber.

¿Dónde estaba el asesino cuando ese hombre me encontró?

—Ahora mismo está mejor que cuando llegó, pero tendrá que quedarse al menos una semana en el hospital. No creo que lleguemos a los siete días. —Él doctor hablaba mientras veía como la enfermera empezaba a controlar todo a mi alrededor. —Le recomiendo que por el momento no camine mucho, solo si es para el baño.

Asentí a cada cosa que me empezó a decir. Cada recomendación o consejo. No era de seguirlos o acordarmelos pero en esta ocasión creo que debería de empezar a hacerlo.

Si es necesario, hasta tatuajes hacete.

Pasaron minutos y luego se fueron, justo cuando llegó el almuerzo al parecer.

Cuando iba a ver a mis pacientes pensaba que la comida que les entregaban talvez quisieran tirarla a la basura. Es demasiado obvio que la comida en los hospitales no es tan rica, más que nada por la razón de cuidar siempre el estómago del paciente, aunque se esté muriendo.



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En el texto hay: romance, violencia

Editado: 23.04.2025

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