Los días de descanso son como un abrigo en los días de frío más crudo que puede haber. Te alivian de estar a punto de colapsar, aunque en el frio no es probable que colapses pero si te mueras.
Antes siempre contaba los días para que sea sábado. Todo el trabajo acumulado lo trataba de avanzar, luego intentaba resolver algunas cuestiones problemáticas de los pacientes en mi día de descanso, y luego seguir trabajando al próximo día.
Y con suerte de no ir corriendo al hospital en un momento de urgencia por alguna persona.
Esta vez el sábado llego sin llevar la cuenta, sin tener que programar nada para el día. O talvez si, pero solo tuve que despertar del profundo sueño y dejar que mi cerebro procese.
La alarma no sonó.
Son las nueve de la mañana.
No hay trabajo por ahora.
La noticia de ayer me dejó sorprendida. Ya teníamos una posible pista de la víctima y eso era un progreso que lo abrazaba con fuerza.
William había concordado con lo que había pensado, la descripción encajaba con la foto de la identificación. Solo que en ese momento el hombre no lloraba, ni tampoco estaba desfigurado.
—¿Dónde estaba? —pregunté rápidamente tomando la identificación guardada. Estaba manchada de sangre pero se leia bien las letras importantes.
Sebastián Muller: Balística forense.
No se que significa balística forense, pero algo de cadáveres es.
—A dos cuadras de la calle Grisa, en la avenida Sherm. —levante la mirada hacia el—. Estaba tirada cerca de unos cestos de basura, talvez habrá dejado el cuerpo allí o las pertenencias.
—¿Encontraste algo en la basura? —Quiso reirse como siempre lo hace pero de lo serio que era el asunto parece que se la trago—. No digo que revises la basura obligatoriamente pero...
—Si dejo cosas de la víctima en las bolsas de la basura no hay probabilidad de encontrarlas. —dijo de forma muy suave, como me estuviera explicando toda una situación grave.— Estarán en el basurero y ya pasaron casi dos semanas de lo ocurrido. Podrían haber quemado las bolsas, y con suerte conseguir algo tirado que el asesino pudo haber dejado.
—Cómo la identificación...—murmuré mientras mordía mi labio inferior.
Al menos sabíamos como se llamaba la víctima. Sebastián Muller. William me había comentado algo sobre este hombre.
Al parecer trabajaba en la misma estación que el, y llevaba varios días desaparecido pero jamás pensó que le hubiera pasado algo así. No hablaban mucho, pero se le notaba muy apenado por la situación.
—Investigare sobre la sangre que está en la identificación y luego te diré que encuentro. —me recordó antes de irse.
Jamás imagine que podríamos avanzar con solo una identificación. Que ya sabíamos el nombre de la víctima y con eso conseguir al posible culpable. Tampoco pensé que William podría comprometerse tanto en la investigación. Es algo que aprecio demasiado al no conocernos, y que haya encontrado una pista por su propia voluntad me alegra el día.
—William —Lo detuve al acompañarlo a la salida. No es complicada llegar aunque los hospitales sean inmensos, pero quería hacer un gesto al menos.
El se giró, y me examinó con sus rubíes más intensos que pude haber visto jamas. Me sentía tan extraña las hacer contacto con sus ojos, como si ellos mismos pudieran ver más allá de mi. Podría estar un buen tiempo mirándolos.
—Gracias... por ayudarme. —Fue lo único que me salió decir al estar atrapada en mis pensamientos como una niña.
No dijo nada. Se quedó ahí inmovil mientras se ponía su bufanda. Sus comisuras se levantaron y solo se inclino como si dijera 'gracias", aunque a mi parecer, ese gesto me recordo a los entraños saludos asiáticos
—De nada, talvez lo consideres poco pero...
—¡NO, para nada! —lo interrumpí rápidamente. —En serio muchas gracias.
Luego se despidió y se fue.
Yo no sé si sería capaz de volver a ese callejón. Y que él lo haya hecho me hizo sacarme un pequeño peso de encima.
Mi celular vibró siendo iluminado por un nuevo mensaje.
«Harry»
¿Estás despierta?
Estoy por salir. Te puedo pasar a buscar.
Habíamos quedado en vernos hoy a la mañana para poder hablar mejor sobre lo que nos estaba ocurriendo. Al parecer no quería llamar la atención cuando fui a buscarlo al salir del hospital cuando ya lo habíamos hecho en la cafetería.
No gracias. Nos vemos allí.
Ojala que en los mensajes de texto se pueda expresar lo enojada que estas.
Me levante de la cama y empecé a prepararme. Traté de hacerlo como si fuera una salida cualquiera, y no una que depende de un hilo sí nuestra relación la fortalecemos o se irá por la borda —cuando en realidad ya se estaba yendo—. También me mentalizaba sobre que cosas podría decirle, en cómo el podría reaccionar si quiere cambiar de tema o se quiere ir corriendo. Ahora que lo pienso mejor, nunca llegué a imaginar que si le dijera algo serio a Harry el se iría corriendo. O al menos en estos momentos.
Me di cuenta que hacía las cosas en automático, como si fuera tan sencillo alistarme para ver a mi novio para tener una "discusión" de la forma más calmada posible. Mientras que mi cabeza se llenaba por sí sola de cosas que podría decirle, de que modo decirlas, que haré si en verdad terminamos. En como algo lleno de colores destellantes y dulzura, se convirtio sin darme cuenta en regustos amargos y colores opacos.
La cafetería estaba casi vacía. Solo los ancianos con sus risas quebradisas jugando al ajedrez daban un "cálido" ambiente en el lugar. Sin contar con las melodías en francés que sonaban de fondo para que no se sintiese tan silencioso el lugar.
Harry llegó antes que yo. Talvez su café se estaba enfriando cuando me sente. O me esperaba para darle un sorbo, porque ni eso le había dado a la taza. Seguia tal y como le habían dado. Con su gran diseño de corazón en la espuma.