Cathe despertó con el insistente maullido de Rory que se había subido sobre su pecho y rozaba sus mejillas con los largos y puntiagudos bigotes, abrió los ojos y se encontró con la pequeña nariz aterciopelada de su mascota frente a su cara y le maullaba.
— ¿Qué quieres? – replico con voz pastosa porque aun seguía con sueño.
El gato se bajo de la cama, salto sobre el escritorio junto a la ventana y viendo hacia afuera volvió a maullar, evidentemente él quería que ella fuera a ver lo que sea que lo tenía tan inquieto así que contra su voluntad se levanto de la cama y se asomo a la ventana. Afuera vio que dos perros tenían acorralada a una cría de zorro que intentaba meterse por entre los barrotes de la ventana de la puerta del cobertizo.
—Para ser un gato de ciudad tienes el espíritu de un rescatista – le acaricio la cabeza y el gato maulló.
Tomo su abrigo que se encontraba en el respaldo de la silla del escritorio y bajo, antes de salir tomo del armario el rifle de pintura que Ethan tenía allí guardado y salió en dirección al patio de la casa, cuando diviso a ambos perros les apunto con el rifle y disparo dos veces, uno de los balines de pintura impacto muy cerca de las patas de uno de los perros que aulló por la sorpresa.
— ¡Váyanse de aquí malditas bestias! – grito mientras seguía apuntándoles pero a las patas para asustarlos.
Ella comenzó a acercarse al cobertizo y los perros retrocedían pero con los hocicos apretados gruñendo al pobre cachorro que chillaba asustado, un silbido potente se oyó a lo lejos y ambos perros levantaron las orejas alertas pero no retrocedieron un centímetro. Entonces de entre los arbustos asomo la figura de un hombre alto con vestimenta de cazador y un rife al hombro.
—Señorita, esa presa es mía.
—Y esta es mi casa, así que tengo derecho a quedarme con lo que entre en ella.
—Pero si es un miserable zorro.
— ¿Miserable? Es un cachorro asustado y al parecer por las gotas de sangre en el marco de mi ventana también está herido.
—Bueno mayor razón para que me lo lleve y termine con su sufrimiento.
—Bárbaro – mascullo entre dientes, levanto el rifle y le apunto al hombre – no sé quien sea pero quiero que saque a sus bestias de mi patio.
—No creo que vaya a hacerme mucho daño con un poco de pintura – se burlo de ella dejando salir una sonora carcajada pero que pronto se le borro cuando Catherine le disparo directo al pecho - ¿Qué acaso está loca o que le pasa?
—Ni que nada, ya se lo advertí saque a sus perros de mi propiedad y su maldita arrogancia con ellos o…
— ¿O qué? ¿Qué va a hacer?
—Volveré a casa y la próxima arma que traiga no disparara balines de pintura ¿Le quedo claro o quiere que se lo grafique?
— ¡Maldita loca! Igual que todos los Mercy. Pero esto no va a quedar así ¿Escucho? – silbo y se marcho llevándose a sus perros que trotaban detrás de su amo.
—Fuerte y claro – grito para que lo oyera. Se acerco a la pequeña cría que seguía temblando en la ventana pero al estirar la mano para alcanzarlo intento morderla así que dejo el rifle a un lado, se quito el abrigo y con destreza atrapo al pequeño animal en el que se removía para zafarse pero ella lo llevo adentro para intentar curarlo – tranquilo amiguito, solo quiero ayudarte.
Como el animal no se quedaba quieto fue a buscar la caja donde llevaba Rory y metió al cachorro dentro, se vistió puso la caja en el asiento del acompañante de su auto y bajo hasta el pueblo en busca de un veterinario para que lo ayudara.
—El que sigue – anuncio la recepcionista del consultorio. Una mujer regordeta con aspecto cansino y que parecía tener más años que el mismo pueblo.
—Yo – dijo acercándose al mostrador.
—Dígame que le sucede a su mascota – dijo con una voz monótona y algo chillona.
—No es exactamente mi mascota.
— ¿Entonces? – pregunto alzándose los lentes de carey con la punta de la lapicera.
—Es que rescate a un zorrito de unos perros y su bruto amo, creo que esta lastimado pero no sé donde porque no me deja que lo vea.
—Bien, pase por la consulta dos y el Dr. los vera pronto.
—Gracias.
Tomo la caja y paso por el pasillo donde estaban las salas de consulta, entro y se acomodo en un banco con la caja sobre sus piernas para esperar al veterinario que pensó tardaría pero no fue así. La puerta se abrió y por ella entro un joven alto, de cabello castaño, ojos azules y musculoso, al verla le sonrió amistosamente pero luego su sonrisa se ensancho aun más al reconocerla.
— ¿Catherine Mercy?
— ¿Tony? – el asintió – que gusto verte ¿Cómo has estado?
—Bien, bastante ocupado estos años en la clínica trabajando duro junto a mi padre ¿Y tú?
—Igual, solo que me he dedicado al mundo de la literatura en lugar de los negocios como mi padre.
—Lo imagine, te la pasabas encerrada en la cabaña con esa vieja máquina de escribir que te regalo Stuart o si no te sentabas en la orilla del muelle a leer.
—Era un poco nerd en ese entonces.
—Sí y tu hermano y yo éramos unos ¿Cómo decía tu padre?
— ¡Revoltosos descarriados alborotadores! – pronunciaron al unisonó y rompieron a reir.
—Volvíamos loco a todo el mundo, pero ahora dime ¿Qué me traes?
—Es una pequeña cría de zorro que unos perros corrieron hasta el patio de la cabaña y se refugió entre los barrotes de la ventana del cobertizo. Esta sangrando pero no tengo idea donde esta lastimado porque simplemente no permite que lo toque.
—Entonces deja que intente – abrió la reja y miro hacia adentro, el pequeño animal estaba hecho un ovillo en el fondo y chillaba cuando él quería sacarlo – está realmente asustado.
—Lo sé por eso lo traje.
—Veamos si con un poco de comida podemos tentarlo para que salga solo, alcánzame ese contendor – dijo señalando el estante detrás de ella – gracias – dijo y puso un poco frente a la caja para que al oler saliera – cuéntame ¿Cómo era el cazador que lo perseguía?