¿qué le sucedio a venus?

Juntos

Te puedo dar mi soledad,

mi lado oscuro, el hambre de mi corazón;

estoy tratando de sobornarte con incertidumbres, con peligros, con derrotas.


 

Había despertado finalmente.

El día anterior a éste había estado más que feliz, mi corazón se había alegrado egoístamente por estos sentimientos que ahora habían sido correspondidos. Había estado eufórico por ese amor que se había mantenido oculto y que ahora había sido encontrado por ella. Había estado en una burbuja de felicidad y el día de hoy esa burbuja se había roto, y la realidad había venido a mí una vez más.

Ella no debía cargar con el peso de este amor. Yo no podría permitir que Mi seok fuera tratada diferente por estos sentimientos que yo tenía hacia ella, aunque me doliera, Mi seok jamás debió de haberme correspondido, ella no merecía el desprecio de los demás por culpa mía. Y ahora lo tenía en claro.

Es por eso que había venido a verla, es por eso que la esperaba sentado en los escalones frente a su casa, esperando a que llegara.

Quería mantener a Mi seok a mi lado, quería retenerla con todo el hambre que mi corazón tenía por ella, pero me negaba hacerlo, me negaba a mantenerla egoístamente a mi lado porque Mi seok no se merecía el sufrimiento que vendría solo por aceptar este amor que yo le ofrecía.

El arrepentimiento volvió a mí de nuevo al verla bajar de un taxi con los ojos llorosos y notablemente rojos, su rostro se encontraba pálido, sus labios agrietados y esas lágrimas que se habían detenido se habían acumulado en sus ojos una vez más al verme.

– ¿Qué pasó? ¿porqué estas de esta manera? – pregunté con temor cuando Mi seok estuvo frente a mí. Ella mordía sus agrietados labios para retener las lágrimas que amenazaban por salir. No pregunté nada más y no le insistí a contestar a mis preguntas en cambio la tome con delicadeza de la mano y la jale hacia a mí, fundiéndonos a ambos en un cálido abrazo.

Acaricié sus cabellos con delicadeza desprendiendo así el leve aroma a chocolate de su shampoo. Seguí con las caricias en su cabello mientras la apretujaba con fuerza en mi pecho, tratando de hacer que se calmara y que su llanto se detuviera. No soportaba verla llorar, y el remordimiento me invadía al imaginar que yo era la causa de sus lágrimas.

– Yoongi me prohibió ver a Hyun Tae – dijo una vez que su llanto se había detenido. La aparte de mi pecho sin deshacer el abrazo para poder mirarla con confusión.

– ¿Porqué hizo eso? –

– Él sabe de mis sentimientos y me prohibió traer a Hyun Tae conmigo –

Las consecuencias de esto ya estaban comenzando. Las consecuencias por mi egoísmo estaban empezando y era Mi seok la que estaba sufriendo por ello. A pesar de saber que esto sucedería, mi egoísta corazón se había alegrado por ser correspondido.

– Mi seok esto.. –

– No digas que debo parar con esto – dijo interrumpiendo las palabras que aún no había dicho. – ¿Me conoces no es así? Nunca soportaría algo de lo que no estoy segura, jamás te mentiría por una confusión, si fui ese día a decirte como me siento es porque es verdad, y no quería seguir negándolo.

Ya no podía detenerme. No podría hacerlo. Su amor me había embriagado por completo y por más que quisiera enterrar ese amor una vez más, ya no podría hacerlo, ya no podría porque ahora ella estaba a mi lado como siempre lo quise, ahora ella estaba mirándome con esos ojos café que tanto había deseado que me mirarán solo a mí, su atención era yo y no él y mi caprichoso corazón se sentía dichoso por ese logro.

– No quiero verte sufrir por esto –. Posé mi frente sobre la suya en un leve gesto de cariño. Había perdido las fuerzas de seguir luchando contra este amor, había sido derrotado de nuevo y no había derrota más exquisita que esta.

– Sostendremos el peso de este amor juntos – dijo ella en un susurro. Susurro que hizo que mi corazón se hinchara de felicidad aún más dentro de mi pecho.

Este amor no sería bien visto por los demás. Lo sabíamos.

Esto que sentíamos no era correcto, y por eso soportaríamos lo que vendría, pero esta vez lo haríamos juntos.

En esta ocasión yo no sufriría en silencio por un amor que se escondía y ella no sufriría por ese amor que había perdido su esencia desde hace mucho.

Esta vez ambos estaríamos juntos, porque este amor ya no podía seguir ocultándose y nosotros tampoco podíamos hacerlo como si fuéramos ladrones.

Estos corazones debían de ser sinceros aunque el mundo allá fuera no lo aceptara. Aunque las habladurías de la gente y sus insultos no se detuvieran, estaba dispuesto a soportarlo porque no quería rendirme como un cobarde otra vez. En esta ocasión, quería luchar por este amor que tenía por ella.


 




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