Ha sido divertido jugar en la app con mi nuevo alter ego. He visto algunos perfiles fascinantes, así como otros que, sinceramente, me dejaron pensando. Un claro ejemplo es el de esta chica, MascotasAlPoder, cuya ocupación captó mi atención por su rareza: Experta en interpretación de sueños de mascotas. No puedo resistirme, la intriga me fuerza a escribirle.
FuckTheFlowers: Hola, amante de los animales, tu presentación me ha intrigado. ¿De qué se trata tu ocupación?
MascotasAlPoder: ¡Oh, es bastante simple! Básicamente, me especializo en descifrar los sueños de las mascotas de las personas y ayudar a sus dueños a comprender lo que están tratando de comunicar. Por ejemplo, si tu perro sueña con perseguir su cola, podría significar que está experimentando un conflicto interno sobre su identidad canina. ¡Es fascinante ver el mundo desde la perspectiva de nuestros amigos peludos!
—¿En serio alguien se dedica a eso? —me pregunto entre risas— No, ¿de verdad alguien contrata este tipo de servicios?
FuckTheFlowers: ¡Oh! Ciertamente, es fascinante, jamás escuché de algo similar.
MascotasAlPoder: Gracias, y sí. Bueno, muchas personas no comprenden mi trabajo, pero otros reconocen la importancia de que sus mascotas lleven un estilo de vida acorde con su identidad.
—¿Pero de cuál fumó esta?
Decido abandonar ese barco y surcar nuevos horizontes. Después de varios descartes y muchos tipos repugnantes (nunca faltan en estas aplicaciones, su carta de presentación consiste en un selfie de sus partes nobles o los más osados se masturban en cámara), descubro otro amante de los animales. Su foto de perfil consiste en un perrito y un gato disputándose una margarita a la cual se le han caído varios pétalos.
No sé si se trate de un chico o una chica, pues no lo deja claro por ninguna parte.
Según las fotos posteadas, parece de complexión delgada y tez morena, jamás muestra rostro, pero en algunas tomas luce atuendos muy femeninos, incluso algunas blusas cortas que dejan a la vista su vientre plano, decorado con un bonito tatuaje floral en torno al ombligo; en otras tomas es lo contrario, viste más masculino, aunque con cierto toque de caché y elegancia. Solo un par de cosas son seguras: le gusta la moda y viaja mucho.
Fuera de sus autorretratos de cuerpo, hay variedad de paisajes; incluso algunas tomas corresponden al acantilado de Padua, que queda cerca de aquí. Me pregunto si se tratará de algún habitante o vino de turista.
También tiene alguna obsesión por los perros y gatos. Hay demasiadas fotos e ilustraciones bonitas protagonizadas por ellos.
Parece alguien real y quizás confiable. Además, su presentación resulta graciosa: "No me digas tu signo, sino #TeamDogy🐶 o #TeamKitty🐱". Sonrío y decido escribirle
FuckTheFlowers: ¿Perros o gatos? No quisiera iniciar la tercera guerra mundial.
Para mi sorpresa, ahora aparece en línea y su respuesta llega casi al instante:
DeshojoLaMargarita: ¡Vaya entrada, galán! Definitivamente, perros. Son leales y siempre están ahí para ti.
FuckTheFlowers: ¡Buena elección! Aunque, ¿alguna vez has visto el meme del gato que toca el piano? 😱 Eso cambia vidas.
DeshojoLaMargarita: Jajaja, no veo cómo, pero ¿alguna vez lidiaste con una colonia de gatos? Eso sí, te marca de por vida. Literalmente, tu piel queda marcada.
Su comentario me hace reír, no podría estar más de acuerdo. Mi gata, Rafa, me ha obligado a usar el traje ninja fuera de cámaras, para lidiar con sus arañazos. Como si supiese de qué va la charla, da un salto y sube sobre mi vientre mientras estoy acostado. Me observa con odio.
—¿Qué? —le digo; enseguida maúlla de una forma amenazante y sin variar el gesto— ¡Qué no he hablado mal de ti!
Rafa parece no creer mis palabras, ya que decide morderme la nariz con fuerza antes de saltar fuera de la cama y escapar. Maldigo a la gata, también a Felipe.
Me siento en el borde del colchón, apretando el área herida, mientras intento dar con su ubicación y, de ser posible, lanzarle algo; pero igual que lo haría una sombra ninja, su figura se ha desvanecido, oculta en algún lugar de la recámara. Suspiro, resignado.
Felipe y yo encontramos a Rafa hace unos días mientras caminábamos por el parque, cuando estuvo de paso, conversábamos acerca de su sitio web y mi búsqueda de pareja para la boda. Rio bastante de lo segundo. No obstante, se emocionó como niñito en cuanto el demonio ninja felino apareció y se restregó entre sus piernas y las mías con dulces aullidos. A él le permitió acariciarle. Yo quise tocarlo, pero me arañó el brazo y grité. Tuve que apretar los dientes para no lloriquear igual a una niñita.
—¿Te lastimó fuerte? Déjame ver —indagó él, preocupado mientras me revisaba. La bola de pelos esa permaneció recostada sobre su hombro. Noté a leguas que mi amigo contenía la risa— Nah, estarás bien, Osvaldo.
—No lo entiendo, ¿qué le hice? —contesté entre quejidos, apretándome el brazo y él se encogió de hombros.
—Quizás se asustó por tus anteojos. A ver, dámelos.
Felipe es más bajo que yo por varios centímetros y no es que mi metro setenta y dos me convierta en gigante; sin embargo, se elevó sobre las puntas de sus pies para remover mis gafas y nivelar su mirada con la mía. Sus ojos cafés me contemplaron un rato, en silencio, mientras mordisqueaba la montura.
—¡Qué bonitos ojos tiene, compadre! —exclamó, muerto de risa, incluso fingió una voz campirana, como esas de la TV.
—Pendejo —repliqué enseguida y lo empujé. Felipe trastabilló sin dejar de reír, mientras que el gato bufó, amenazante.
Una vez estabilizado, volvió a acercarse, me entregó a Rafa, quien permaneció en calma, incluso maulló con una ternura encantadora que me robó una sonrisa. Sus ojos amarillos y pelaje negro me hicieron pensar en mi alter ego.