¡Al fin llegaron! -Nos gritó mi abuela.
-Nos saludamos y fuimos hasta casa, mi abuela me preguntó si le habíamos contado algo a lo que respondimos negativamente. En toda la tarde no salimos de casa y llegada la noche nos fuimos a cenar-.
La cena estaba riquísima. -Le hizo la pelota Stephan a mi abuela, a lo que ella rió.
Bueno... puedes hacer lo que quieras sin pasarte de la raya menos estar en la misma habitación que nosotras y menos espiándonos porque vamos a hacer y a hablar de cosas de chicas. Así que chau. Y no digas que te aburres porque tú accediste a venir. -Le dije a mi amigo.
Pero yo soy muy útil en temas de chicas, porque soy un chico, eso me incluye en vuestro grupito ¿no? -Reprocho él con un puchero y medio rogando.
No. -Respondimos Clar y yo a la vez.
Jooooopeeeetaaaliines... -Y con eso nos hizo reír.
-Al final lo convencimos y mientras él se quedaba babeando con una peli en el sofá cama del salón dónde iba a dormir, nosotras nos fuimos al desván. Mi abuela nos dijo que nos presentarían en la casa de Lucía pero que antes nos explicaría un par de cosas-.
Este es un collar mágico, no se oxida, no se rompe y tiene la forma que quieras. Solo reacciona con tu voz si lo aprietas dentro de tu puño.
En el vestidor de tu habitación, Katherina, hay un estante con zapatos y a un costado hay una perla azul que reacciona a los collares para abrir un pasadizo hasta es vestidor de la habitación del especialista del poder. Tenéis que acercar la joya a la perla para que la puerta corrediza se abra, así que tened cuidado de no perder el collar ni estar desnudas en el vestidor. Aquí tenéis.
-Nos tendió los collares y Clara le dio forma de corazón, mientras que yo lo convertía en una clave de sol negra y roja. La abuela nos dijo que si queríamos encontrar a alguno de nosotros teníamos que poner la joya en nuestro puño cerrado y susurrarle el nombre de uno de nosotros cuatro, entonces la figura se convertía en una mariposa que teníamos que seguir. La joya de la persona a la que buscas se iluminaba con el color asociado a la persona que la busca. Mi color era el rojo, el de Clara el verde, el del paladín azul, y el de su guardián amarillo anaranjado. Así sabemos quién nos busca.