¿que pasó?

II

Ya se me hacía raro. Ella nunca está en paz, siempre queriendo llamar la atención. Anara Márquez, ¿qué tramas esta vez?

—Eva —me llama Rossi, y la entiendo. Yo tampoco esperaba decir todo eso frente a todos.

—Ya sé lo que me vas a decir. Tú tranquila y yo nerviosa. El hecho de que la señorita Márquez sea la principal razón por la que me retiré de este juego, no significa que esta vez sea igual. Como dije en el estrado: esta vez las cosas van a ser diferentes. Para bien o para mal... pero diferentes.

Sí, un maldito cliché: alguien arruina su vida por celos o rivalidad. Pero en este caso es una de las razones —porque sí, hay más— por las que dejé de jugar. Son tres en total, pero Anara es la principal.

—Mmm... ya sé. Pero solo te digo algo: que Anara haya propuesto esto solo puede significar una cosa. Tiene algo en mente. Esa mujer nunca está tranquila, y lo sabes.

—Lo sé. Pero me da igual. Solo debo mantenerme alejada de ella, nada más. Es sencillo. Y ya tengo un plan para salir de esta sin salir perjudicada.

—Está bien, pero cualquier cosa que tengas en mente... ten cuidado.

—Sí, está bien. Mejor vamos a comer, porque si sigo aquí, me voy a desmayar.

Nos fuimos a la cafetería. Solo pensar en todo lo que acababa de pasar me provocó un dolor de cabeza horrible. Creo que me voy a ir a mi casa. Solo me queda una clase, que es Matemáticas. Le voy a pedir los apuntes a Rossi.

—Oye, Ross, un favor... tú crees que— Fui interrumpida. Llegó una profesora. Bueno, creo que era profesora. En realidad, nunca la había visto antes.

—¿La señorita Evangeline D'Miller, verdad?

—Sí, ¿qué desea?

—Me presento. Soy Renata Castillo, la nueva entrenadora del equipo de vóley. Un gusto.

—Igualmente... ¿qué desea? —repetí, tratando de no mostrar desesperación.

—Hoy hay una reunión de equipo después de clases, en la cancha de vóley. Todas deben asistir, es la primera reunión oficial. Te espero.

—No se preocupe, estaré ahí.

Adiós, plan de irme a mi casita temprano...

—Eso fue raro. ¿Qué me ibas a decir, Eva?

—Ya nada, no te preocupes. Más bien apúrate, tenemos Matemáticas.

—¡Siiiiii!

| Una hora después |

Bueno, espero que esto sea rápido. Me quiero ir a mi casa.

—Buenas tardes con todas —dije sin mostrar ninguna emoción.

—Vamos, Evangeline, no seas tan seria. Conoces a casi todas del equipo.

Y no me interesa.

—No sé de qué habla, Márquez. Estoy como siempre.

—Somos un equipo, ¿por qué eres tan seca?

¿No te cansas? ¿Acaso no puedes cavar un hueco y enterrarte?

—Somos un equipo, nada más. No somos cercanas como para que me hables con tanta confianza, Márquez.

—Tan directa. Me gusta. Por algo eres una de las mejores. Eso es bueno, señorita D'Miller —habló esta vez la entrenadora.

—Un gusto verla, entrenadora Renata.

—Atención todas. Cada una va a presentarse con su apellido, nombre y edad. ¿Entendido?

—¡Sí! —respondimos al unísono.

—Bien, empezamos de derecha a izquierda.

—Un gusto, me llamo Martínez Madeline y tengo 17 años.

—Un gusto, me llamo Espinoza Sayuri y tengo 17 años.

—Un gusto, me llamo Xrustof Leila y tengo 16 años.

¿Xrustof? Ese apellido ya lo he escuchado antes...

—Un gusto, me llamo Fernández Marelin y tengo 17 años.

—Un gusto, me llamo Márquez Anara y tengo 17 años.

Cómo no...

—Un gusto, me llamo García Ximena y tengo 17 años.

Como odio presentarme...

—Un gusto, me llamo D'Miller Evangeline y tengo 17 años.

—Bueno, si están todas, es un gusto conocerlas. Mi nombre es Renata Castillo y será un placer ser su entrenadora. El día de hoy las cité para darles sus horarios de entrenamiento. No se preocupen por sus notas, eso ya está coordinado con los profesores. Solo debían presentarse. Los días de entrenamiento serán lunes, miércoles y viernes, dos horas cada día. Eso es todo. Nos vemos el miércoles.

Me fui como bala a mi casa. No quería estar ni un minuto más ahí.

Seguro mi madre está echando humo. Y con razón. Solo me queda explicar... qué aburrido.

—¡Lleguéééé!

—¿Dónde has estado?

—Mami, primero que nada, baja ese palo porque da miedito...

—Habla.

—Sí, mami. Estábamos en la cafetería y luego el director nos mandó a llamar para la cancha de vóley. Empezó a dar su discurso y... pues, salió Anara.

—¿La Anara que yo conozco?

—Sí...
-¿Y esa qué hace ahí?

—Espera

- A ver explícame

—Propuso que el antiguo grupo volviera con una nueva dinámica, para que todos estuviéramos de acuerdo. Si salía el nombre de alguien y todos aplaudían, esa persona debía volver sí o sí. Salieron seis escogidas. Obviamente Anara fue una. Pero faltaba una más... y salió mi nombre. Pensé que nadie iba a aplaudir, pero me equivoqué.

—¿Cómo que pensabas eso? ¡Si hasta donde sé, gracias a ti, siendo la nueva capitana, fueron las mejores de todo el país!

—Sí, pero por lo que pasó...

—Mira, no estoy de acuerdo, pero esta vez tienes que demostrar todo lo contrario. Volver con fuerza. ¿El capricho de esa niña qué ocasionó?

—La eliminación de nuestro equipo... y la sanción.

—¿Ves? Tú tranquila. Todo va a estar bien.

—Sí...

—Ah, otra cosa: tu padre va a llegar tarde hoy.

—¿Por?

—No sé, pero estoy segura de que algo hizo... y quiere solucionarlo.

—Bueno... me voy a bañar.

Me fui, pero aún sigo pensando... ¿acaso fue buena idea aceptar esto?



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En el texto hay: rivalidad

Editado: 15.08.2025

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