¿que pasó?

V

—Y eso es lo que pasó.
—...
—¿Eva?
—A ver, déjame ver si entendí: tú estabas en la oficina, llegó Daniel —el socio más importante que tienes— a negociar, y entre bromas y risas propusiste que alguien de la familia fuera el rostro de la revista... y me mencionaste.
—Sí.
—Y él aceptó. Tú pensaste que era una broma, pero no lo era.
—Exacto.
—Y ahora, yo tengo que volver a ser modelo, cuando claramente, desde que pasó ese pequeño “problema”, dejé todo lo que me gustaba solo para poder respirar un poco... ¿Y tú me lo sueltas como si nada?
—Qué inteligente salió mi hija, igualita a mí.
—¿Igualita a ti? No, gracias. Yo me parezco a mi madre, no a ti... un adulto —si así se te puede llamar— que, además de ser mi padre, me pone en bandeja de plata para su socio y “amigazo” de años… ¡para que me tome fotos!
—¡Perdón!
—¡JAJAJAJA! —comencé a reír como loca.
—¿Hija...?
—Tú no sé qué harás, pero de que me sacas de este lío, me sacas. O si no... me das a mi queridísima bebé.
—Te doy a tu bebé... y todos felices.
—¿Con seguro?
—Con seguro. Y nuevos accesorios.
—Trato hecho.
—Qué buena socia eres.
—Y el 70% de las ganancias a mi cuenta.
—Eso no es problema.
—Mejor me voy a mi habitación, porque si no, soy capaz de dejarte en bancarrota.
—Descansa, Nova.

Ese apodo… cuánto tiempo sin escucharlo.
Pero la situación es esta: VOLVER A SONREÍR FRENTE A UNA MALDITA CÁMARA OTRA VEZ. ¿¡QUÉ ESTABA PENSANDO MI PADRE AL MENCIONARME!? ¿¡CREE QUE ESTOY PINTADA!?

Abrí la puerta de mi habitación, agarré mi celular y marqué a Ross… pero ella se me adelantó.

—¿Aló?
—¡EVANGELINE! ¿NO PENSABAS CONTARME NADA?
—¿Qué cosa?
—¡Que alguien de tu familia va a ser el nuevo rostro de la revista Secret!
—¿Ah?
—¡Vieron a Daniel, el fotógrafo, y a tu padre saliendo de la empresa!
—Ahh…
—¿Y eso es todo lo que me vas a decir?
—No tiene mucha gracia, son cosas fuera de contexto.
—¿Segura?
—Que sí.
—¿Y qué significa el anuncio en la cuenta de Instagram de Secret?
—¿Qué dice?
—¡Que tienen una nueva embajadora!

¿QUÉEEE? ¿TAN RÁPIDO SALIÓ ESO? Se nota que en esa revista no se toman nada a la ligera.

—Amm... mi madre me está llamando. Adiós.

Corté lo más rápido que pude. DOÑA DESGRACIAS deberían llamarme.
Primero, vuelvo al equipo de vóley.
Ahora, regreso al modelaje.
Genial. Todo eso en menos de una semana.
Mejor duermo... a ver si se me pasa la cólera.

---

| A la mañana siguiente |

—Nova, despierta.
—Mmm...
—Nova.
—Dime, mami.
—Levántate, hoy te toman las fotos.
—¿Qué...?
—¿Cuáles fotos?
—No me digas que lo olvidaste.
—No... no.
—Ajá. Las fotos para la revista. La próxima semana se publica la edición. O máximo este viernes.
—¿Pero si estamos martes...?
—Sí, pero conoces al equipo de Daniel. Como eres tú, están moviendo cielo, tierra y mar para que salgas cuanto antes.

Y eso me da miedo.
Que todo lo que dejé atrás vuelva de golpe.
Que me vuelva a derrumbar justo cuando empezaba a levantarme otra vez.

—Eva.
—¿Sí? —desperté de mi trance.
—Te estoy hablando y ni caso me haces.
—Sí, perdón, mamá... estaba pensando en otras cosas.
—Si vuelve a pasar, ya sabes qué hacer.
—Sí, pero igual me da miedo.
—¿Pero qué es lo que te asusta exactamente?
—Me asusta que llegue alguien... que me encariñe… y me vuelva a fallar. Que me traicione o me haga algo peor que la última vez.
—Si alguna vez vuelve a pasar, quiero que recuerdes esto: no estás sola. Tu padre y yo siempre vamos a estar contigo. No tengas miedo, hija... tú eres Evangeline.
Te llamamos así porque traes luz donde hay sombra. Porque incluso en los días más oscuros, tú anuncias que aún hay esperanza.

—Gracias, mamá. Ahora… ¿te importa salir de mi habitación para que pueda alistarme?
—Claro que no. Pero no te demores, que tienes que llegar temprano para que te dejen salir temprano y tomar esas fotos.
—Sí, madre...

---

| Tres horas más tarde |

No tengo nada bueno que hacer, y aún me quedan como 30 minutos antes de salir.
Los rumores de que volví al modelaje se están esparciendo como un virus.
Tal vez ir a la biblioteca no sea mala idea...
Nadie pasa por ahí y al menos hay silencio.

Entré… y escuché a alguien hablando solo.
Qué raro.
Era Alexander.
Espero no equivocarme.

—Además de tropezarte con la gente, ¿también hablas solo? —le dije mientras se volteaba.
—¿Ah?
—Eva…
—Esa misma —le dije con una sonrisa.
—Vaya… pensé que eras una chica callada.
—Digamos que estoy tratando de cambiar eso.
—¿Y eso?
—¿Alguna vez viste a alguien rodeada por la prensa que no sepa hablar en público?
—Mmm… no.
—Ahí tienes tu respuesta.
—No voy a preguntar por qué estarías rodeada de la prensa, pero… creo que ya me imagino la razón.
—Has oído los rumores, ¿cierto?
—Sí, pero tú tranquila. Los rumores son solo eso… rumores.
—Gracias —le sonreí suavemente—. Me tengo que ir. ¡Bye!

---

Me fui corriendo. Ya habían llegado por mí para llevarme al estadio.
Qué nervios.

Llegamos antes de lo esperado, y, obviamente, como siempre, con mi mamá al lado —porque sin ella, yo no funciono—.
En recepción nos atendieron apenas dijimos el nombre.
Literalmente ni el rayo McQueen fue tan rápido como la recepcionista.

—Pase a la sala, señora y señorita D’Miller —dijo con una sonrisa automática, sin despegar los ojos del computador.

Nos sentamos en una sala blanca, impecable, con un aire acondicionado que me hacía arrepentirme de no haber traído una chaqueta.
Mi madre, como siempre, serena. Yo, mientras tanto, fingía estar calmada, pero por dentro quería salir corriendo.

—Cuánto tiempo sin verlas —dijo una voz detrás de nosotras.



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En el texto hay: rivalidad

Editado: 17.06.2025

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