—Ya compré mi chaqueta —dije mientras me la probaba frente al retrovisor—. Me gustó… y mucho.
—¿Estás feliz? —preguntó Anara con una sonrisa.
—¿Quién no lo estaría? Tengo algo muy hermoso en mis manos.
—Ay, Alex, siempre te han gustado las chaquetas de cuero.
—Así es. No lo puedo evitar, son mi debilidad —reí.
En eso, mi celular vibró.
—Dame un toque, me acaba de llegar un mensaje de mi mamá —le dije, mientras lo sacaba del bolsillo.
Lo abrí y leí: “Esta noche tenemos una cena, lleva algo. Es para Evangleine.”
Fruncí el ceño en silencio. ¿Una cena? ¿Hoy? ¿Y qué significa “para Evangeline”? ¿Un regalo? ¿Flores? ¿Por qué tan vago el mensaje? Pensé.
—Anara...
—¿Dime? —respondió mientras veía por la ventana.
—Voy a dejarte en tu casa. Tengo unas cosas que hacer después, ¿te parece?
—Bueeeno —respondió alargando la palabra, algo sospechosa—. ¿Todo bien?
—Sí, sí. Solo cosas pendientes, ya sabes —mentí con una sonrisa leve. No quería hablar más del tema sin entenderlo yo primero.
Estábamos a unos quince minutos de su casa, así que llegamos rápido.
—¿Me vas a dejar así nomás? —bromeó cuando el auto se detuvo frente a su casa.
—Te estoy dejando en la puerta, qué más quieres —le guiñé un ojo.
—Ya, ya… nos vemos mañana.
—Nos vemos, Anara.
Ella bajó del auto y me lanzó una última mirada curiosa antes de cerrar la puerta. Mientras arrancaba de nuevo, volví a abrir el mensaje.
¿Una cena? ¿Para Evangeline? ¿Y qué se supone que lleve? Suspiré.
—Genial, mamá, tus mensajes siempre tan claros —murmuré para mí mismo.
Me regresé al centro comercial. No iba a venir con Anara, ni loco. Ella habría hecho mil preguntas y no quiero contarle mucho sobre la chica que mis padres quieren que conozca… “como amiga”. Solo esa palabra ya me causa cierta incomodidad.
Mientras caminaba entre las vitrinas, saqué el celular y le escribí a mi mamá:
> ¿Qué tipo de cosas le gustan? ¿Alguna referencia de lo que debería llevar?
No pasó mucho hasta que llegó su respuesta:
> Algo que sea cómodo. Le gustan las cosas oversize, y también las de cuero, como chaquetas o accesorios de ese estilo.
Leí el mensaje en voz baja.
—Así que oversize y cuero… compartimos gustos, interesante —murmuré para mí mismo, con una ligera sonrisa.
Me detuve frente a una tienda que tenía justo ese estilo: chaquetas amplias, colores neutros, toques de metal. Entré con calma, observando cada prenda como si estuviera buscando algo para mí. En realidad, también estaba tratando de descifrar la personalidad de una chica que ni siquiera conocía.
—¿Buscas algo en particular? —preguntó una de las vendedoras, acercándose con amabilidad.
—Sí… bueno, es un regalo —respondí—. Para alguien que, aparentemente, le gustan las cosas cómodas, oversize, y también el cuero.
—¿Algún color en mente?
—No lo sé… algo neutro. Nada muy llamativo, pero con estilo.
La vendedora asintió y comenzó a mostrarme algunas opciones. Toqué una chaqueta negra, de corte amplio, suave al tacto, con algunos detalles metálicos discretos.
—¿Y si no le gusta? —pensé en voz alta.
—Siempre puedes quedártela tú —dijo la vendedora, sonriendo.
Solté una risa.
—Créeme, no sería ningún castigo.
Después de unos minutos, decidí. Elegí una chaqueta sencilla, de esas que se pueden usar con todo y que, para ser sincero, me dieron ganas de quedarme yo.
Perfecto, gracias. Con eso en mente, aquí tienes el fragmento ajustado teniendo en cuenta que la chica es trigueña clara, con un pequeño ajuste en el diálogo para reflejarlo:
---
Pagué lo que había comprado, pero mientras salía de la tienda no pude evitar sentir que era muy poco. No sé quién es esta chica exactamente, pero si se viste cómoda y sencilla… seguro también usa maquillaje, ¿no?
Soy alguien que observa los detalles, y si mis padres quieren causar una buena impresión, lo mínimo es que yo haga lo mismo.
Así que, con esa idea rondándome la cabeza, caminé hacia una tienda de maquillaje. Apenas crucé la puerta, me vi rodeado de colores, brillos y productos con nombres que parecían en otro idioma.
Genial, estoy completamente perdido.
—¿Hola, necesitas ayuda? —preguntó una de las vendedoras, con tono amable.
—Sí, por favor… estoy entrando en terreno desconocido —dije, frotándome la nuca.
—¿Regalo para alguien?
—Sí, para una chica. Le gusta vestirse de manera sencilla, oversize, cosas de cuero… así que pensé en algo natural. Nada muy llamativo, pero bonito.
—¿Sabes su tono de piel? ¿Es blanca, morena…?
—Trigueña clara —respondí sin pensarlo mucho.
—Perfecto, ya tengo algunas ideas.
La chica comenzó a mostrarme opciones: una paleta de sombras en tonos cálidos, un bálsamo con un leve color y una fragancia suave con notas florales. Todo venía en una cajita elegante, sin exageraciones.
—Esto le iría bien a alguien con piel trigueña clara y estilo discreto. Es un detalle bonito, sin ser demasiado personal.
—Exactamente lo que buscaba —dije, aliviado.
—¿Quieres que lo envolvamos como regalo?
—Sí, por favor. Así parece que sé lo que estoy haciendo.
Mientras me entregaban la bolsa, sonreí. Listo. Dos detalles, cero excusas.
| Tiempo después |
—¡Mamá, ya llegué! —anuncié mientras cerraba la puerta con una mano y cargaba las bolsas con la otra.
—Qué bueno, apúrate y arréglate, por favor —dijo desde la sala, sin levantar la vista del celular.
—Sí, sí, pero… para la próxima avísame con más tiempo, ¿sí? No me mandes un mensaje dos horas antes.
—Ya sé, perdón. Se me pasó por completo —suspiró—. Con tantas cosas en la cabeza...
La miré con el ceño fruncido.
—¿Y qué hubiera pasado si Anara hubiese visto el mensaje?
Ella levantó la vista con cierta molestia.
—Álex, tú y esa niña son solo amigos.
—Sí, pero sabes cómo se pone cuando se trata de otra chica. No le gusta la idea ni un poco.