¿que pasó?

XIII

—Papá...
—Fue idea de tu mamá —respondió sin mirarme, hojeando unos papeles en el escritorio.
—Ajá, pero qué curioso... y qué detalle que tú estés de acuerdo.
—Hija, es el hijo de uno de mis socios. Y además, uno de mis viejos amigos.
—¿Y eso qué tiene que ver conmigo? Yo no lo conozco.
—Ya está decidido —dijo con ese tono que usaba cuando no quería discutir más—. Esta noche vienen a cenar, así que por favor, sé amable. Socializa. Y, por favor, evita hacer comentarios muy... directos.
—¿Directos o sinceros? —crucé los brazos—. Porque si no quiero estar ahí, no veo por qué tendría que fingir.
—No se trata de fingir, se trata de educación —dijo con firmeza, esta vez mirándome—. Es una cena, no una cita.
—Claro, una cena con agenda escondida.
—Evangeline... —suspiró—. Por favor, no hagas esto más difícil. Solo coopera un poco.
—Bueno, lo voy a intentar... por ti —dije al final, aunque no muy convencida.
—Y otra cosa... —se levantó de la silla y caminó hacia la puerta—. Ve al centro comercial y compra un centro de mesa. El que teníamos... cierto gato lo tiró.
—A Max lo dejas en paz —respondí enseguida—. No lo hizo a propósito. Además, tú mismo dijiste que estaba feo ese centro.
—No discuto eso. Solo consíguelo, ¿sí? Que esta noche todo luzca presentable.
—Sí, sí... cena con protocolo —murmuré, agarrando mis llaves del perchero—. Pero si ese chico es un aburrido, me voy a mi cuarto.
—No. Te quedas. Al menos hasta el postre.
—No prometo nada —dije mientras salía, con Max siguiéndome entre las piernas.
Arranqué el auto mientras mi mente seguía dándole vueltas a todo.
Alexander Stone... ¿Acaso él sabe de esta cena? ¿Sabe con quién va a cenar hoy?
Suspiré. Tenía tantas preguntas sin respuesta que ni el sonido del motor lograba callar mis pensamientos.

Al llegar al centro comercial, me concentré en buscar un centro de mesa que fuera bonito, sencillo y elegante. Algo que no dijera “mis padres me obligaron a estar aquí”, pero tampoco “quiero impresionar a un desconocido”. Caminaba entre vitrinas cuando una voz que no me agradaba para nada interrumpió mi búsqueda.

—Mira a quién tenemos aquí...

Volteé con desgano. Sí, era ella. La insoportable Anara, con esa sonrisa falsa que ya me conocía demasiado bien. Pero antes de responder, alguien más llamó mi atención. Alex. Estaba a unos pasos de ella, mirando hacia un lado, como si también quisiera estar en otro lugar.

—Hola —dije, intentando sonar tranquila, con una voz suave pero segura.

—Hola… —respondió él, con un tono raro. Dudoso. Como si no supiera cómo saludarme frente a Anara.

Vi cómo Anara se cruzaba de brazos, visiblemente molesta. Me miró de arriba abajo con esa típica expresión suya de “¿qué haces tú aquí?”.

—No sabía que venías por aquí —comenté, manteniendo la calma.

—Yo tampoco sabía que tú venías por aquí —dijo él, rascándose la nuca. Se notaba incómodo. Muy incómodo.

—¿Se conocen? —intervino Anara de pronto, con los ojos entrecerrados, mirando de una a otra como si estuviera armando un rompecabezas que no le gustaba.

—Más o menos —respondió Alexander, evitando mirarla directamente—. Coincidimos esta semana en el instituto.

—Ah, claro… —dijo ella, seca como una roca.

Hubo un silencio incómodo, de esos que se sienten en la piel. Nadie sabía bien qué decir, y se notaba que ninguno de los tres quería estar ahí en ese momento.

—Bueno... —dijo Alex, forzando una sonrisa—, estábamos yendo a ver una chaqueta. ¿Nos vemos luego?

—Seguro —dije, devolviéndole la sonrisa, aunque mi mente ya estaba a kilómetros de distancia.

Nos alejamos cada uno por nuestro lado. Mientras me internaba en la sección de decoración, no pude evitar que la duda volviera a aparecer:
¿Sabrá algo de la cena? ¿Por qué estaba con Anara?

Después de ese encuentro tan incómodo, decidí que necesitaba un respiro.
Un café. Eso me va a calmar un poco —me dije mientras caminaba hacia una de mis cafeterías favoritas del centro comercial.

Pedí mi bebida, un latte con vainilla, y mientras esperaba, traté de poner en orden mis pensamientos.
¿Por qué estaba tan nerviosa? No fue gran cosa... aunque ver a Alex ahí...
Suspiré. Las dudas volvían a mi mente como olas.

Con el café en mano, retomé mi búsqueda. Me dirigí a una tienda muy recomendada, conocida por tener artículos de decoración realmente bonitos y con buen gusto. Al entrar, un aroma a madera, flores secas y vainilla me envolvió de inmediato.

—Buenas tardes, señorita. ¿En qué puedo ayudarla? —me saludó una empleada muy amable, de unos cuarenta y tantos, con una sonrisa cálida.

—Buenas —respondí, devolviendo el gesto—. Estoy buscando un centro de mesa… algo bonito, elegante, que no sea tan recargado.

—Perfecto, tenemos varias opciones que podrían gustarle. ¿Tiene alguna paleta de colores en mente? ¿O un estilo específico? Rústico, moderno, minimalista...

—Algo moderno pero con un toque natural —respondí mientras observaba los estantes llenos de flores artificiales, bases de cerámica y adornos de madera tallada—. No quiero que parezca que estoy intentando impresionar a nadie... pero tampoco que lo armé a último momento.

La mujer soltó una risita suave.
—Entiendo exactamente lo que necesita. Acompáñeme, le mostraré algunos que acaban de llegar esta semana.

La seguí entre pasillos decorados con luces tenues y mesas de muestra perfectamente arregladas.

—Este, por ejemplo —me dijo, señalando un centro de mesa con una base de vidrio ahumado y flores secas en tonos neutros—. Es muy elegante, discreto pero con presencia. Ideal para una cena formal, pero también lo suficientemente versátil para otros eventos.

—Me gusta… —dije, tocando con suavidad las flores—. Aunque no sé si mi mamá prefiera algo más clásico.

—Si quiere algo más clásico, tal vez este otro —añadió, mostrando uno con hortensias blancas y detalles dorados—. Es un poco más tradicional, pero muy fino.



#644 en Thriller
#283 en Misterio
#2173 en Otros
#549 en Humor

En el texto hay: rivalidad

Editado: 17.06.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.