Espero que Álex no se moleste… pero en verdad ya no tengo tiempo. Hoy es jueves y mañana se supone que ya sale la revista. Aunque, la verdad, no creo… esas cosas siempre se demoran. Así que, con suerte, estará lista para el lunes… claro, si es que el equipo se toma un respiro, pensé, mientras el flash volvía a deslumbrarme.
—¡Una pose más y queda! —comentó Daniel desde detrás de la cámara—. Esta va a ser la portada, lo presiento.
Él estaba concentrado, con ese aire profesional que nunca perdía, aunque ya íbamos más de una hora de sesión. Movía las manos con entusiasmo para marcarme indicaciones.
—Relaja los hombros… un poquito más… ¡ahí! Gira el rostro, sí, así. No pierdas la mirada —agregó con suavidad.
Yo asentí, apenas. Sonreí un poco, aunque en mi cabeza seguía la preocupación de no haberle respondido a Álex. Sentía que lo estaba dejando en visto… y eso no me gustaba.
Desde un rincón del estudio, mi mamá lo observaba todo. De brazos cruzados y con su mirada crítica, no se le escapaba ni un solo detalle.
—Estás bien, pero evita fruncir el ceño, hija —comentó—. Te ves más seria de lo normal.
—Es que estoy un poco tensa —le respondí mientras me sacudían el vestido para que se viera perfecto—. No sé… todavía me cuesta esto.
Ella se acercó, me acomodó el cabello y me sostuvo la mirada con dulzura.
—No estás sola. Estoy aquí, como siempre.
—Lo sé… pero no podría haber venido sola. Aún me da miedo. Aunque sea un poquito… pero me da miedito —confesé en voz baja, lo suficiente para que solo ella lo escuchara.
Mi mamá me tomó la mano suavemente.
—No tienes por qué avergonzarte. Te estás enfrentando a todo esto con valentía, ¿lo sabes?
—A veces no me siento valiente… solo… en modo automático —respondí, forzando una pequeña sonrisa.
Daniel bajó la cámara por un segundo.
—¿Todo bien?
—Sí, solo un momento —respondí.
—Cuando estés lista, me avisas. Esta última toma es clave.
Respiré profundo, me giré hacia el fondo blanco, y traté de soltar todo lo que llevaba dentro. Pensé en la Evangeline que está saliendo adelante. La que no se rinde, aunque tiemble un poco por dentro.
—Lista —dije, esta vez con más firmeza.
Daniel sonrió.
—Eso quería oír. Vamos a cerrar esto con broche de oro.
—Muy bien, ¡ya terminamos! —dijo Daniel mientras bajaba la cámara—. Y en tiempo récord, por cierto.
—Así es —asentí, soltando el aire con alivio—. Más bien, tenía una pregunta.
—Dime, Eva —respondió él, curioso.
—Se supone que la revista sale mañana… pero recién acabamos de terminar de tomar las fotos. ¿Sí llegará a tiempo?
Daniel sonrió y se cruzó de brazos, como si ya esperara esa duda.
—Claro, te explico. El martes que viniste te tomamos la primera sesión, ¿recuerdas? Esa parte fue más enfocada en ti: tu historia, tu estilo… como una especie de presentación o debut. Ya con eso avanzamos bastante.
—Sí, eso lo tengo claro —asentí—. Pero hoy también se tomaron muchas fotos...
—Exacto. Justamente por eso, el miércoles íbamos a continuar la edición con las de hoy, pero como me escribiste que no podías venir…
—Lo siento por eso —dije con una mueca—, surgieron cosas en el instituto.
—No te preocupes, lo entendí. Así que lo que hicimos fue ir adelantando con lo que ya teníamos. Fuimos editando el contenido de la primera parte, la introducción y parte del diseño. Lo único que faltaba era esta última sesión de fotos. Y como hemos terminado rápido —sonrió satisfecho—, ahora solo nos queda editar estas imágenes, lo cual es mucho más sencillo porque ya tenemos la base armada.
—¿Entonces… sí alcanza el tiempo?
—De sobra. A menos que el equipo quiera tomarse un día libre —bromeó—, pero conociéndolos, así que no te preocupes, la revista sale como está previsto.
—Uf… qué alivio —dije, soltando los hombros—. Me tenía un poco ansiosa.
—Lo hiciste excelente, Eva. Y eso ayuda un montón. Además, las fotos han salido increíbles —agregó, mostrándome una en la pantalla de la cámara—. Mira esta, por ejemplo… luz perfecta, expresión natural. Esta se va para la portada, fijo.
—¿En serio? —pregunté, sorprendida.
—Más que merecido. Vas a brillar.
Mi mamá se acercó justo en ese momento y miró la foto sobre mi hombro.
—Esa… es ella. Esa es mi hija.
Me sonrojé un poco, pero sonreí. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que todo el esfuerzo valía la pena.
Estaba algo cansada y lo único que quería era irme a casa, ponerme ropa cómoda y tirarme en mi cama como si el día no hubiera ocurrido. Pero, como suele pasar… algo no salió como yo quería.
Apenas puse un pie fuera de la empresa, todo se descontroló.
—¡Señorita Evangeline! —gritó una voz entre la multitud.
Me detuve en seco.
Un segundo después, los flashes comenzaron a estallar frente a mí. Micrófonos, cámaras, preguntas atropelladas… una pequeña multitud de reporteros me rodeó en cuestión de segundos.
—¿Es cierto que usted debutará como modelo nuevamente para la revista Secret?
—¿Cómo se siente al regresar después de tanto tiempo alejada de las cámaras?
—¿Qué opina su familia sobre este regreso inesperado?
—¿Se trata de una edición especial o firmará contrato permanente?
—¿Yo? —balbuceé, confundida, mirando a todos lados, sin saber a quién responder primero.
Dios mío… ¿cómo lo supieron? Pensé, con el corazón acelerado. Aunque claro… mañana sale la revista, era obvio que estarían atentos a quién entraba o salía del edificio. Pero aún así, esto se sentía demasiado. Invasivo. Ostigante.
—Disculpen… —intenté decir con voz firme, pero mi tono salió más débil de lo que esperaba—. No tengo permitido dar declaraciones en este momento…
—¿Entonces sí es cierto?
—¿Está confirmando su regreso?
—¿Habrá una entrevista exclusiva con usted?
—No, no he confirmado nada —respondí, retrocediendo un paso—. Solo vine a terminar una sesión pendiente. Eso es todo.