¿qué pasó con Javier Blade?

Capítulo seis

Leonardo se acomodó para dormir; apenas tocó su cama y cayó rendido.

Despertó sudoroso y exaltado. Se dio cuenta de que alguien lo observaba: era Esmeralda, un poco extrañada.

—¿Tuviste un mal sueño? —preguntó mientras le acercaba una taza de café.

Le dio un sorbo y, con la cabeza, dijo que no, mientras veía la hora en su teléfono.

—No puede ser, Esme, ¿por qué estamos despiertos a esta hora? Quiero dormir —dijo mientras se cobijaba hasta la cabeza y se acurrucaba en la cama.

—Leo, tenemos que ir a ver a los padres de Javier, saber cómo están…

—Ah, sí, eso… Déjame doy un baño y nos vamos —respondió Leonardo con una sonrisa fingida.

Estoy muy cansado, no había logrado dormir bien, y tenía que venir a pedirme esto… ¿a mí?, pensó mientras caminaba hacia la ducha.

Con el cabello aún húmedo, Leonardo le preguntó a Esmeralda si ya estaba lista. Ella asintió y se fueron.

Iban en silencio, como si tuvieran miedo de decir o escuchar algo. Esmeralda iba absorta en sus pensamientos. Le resultó extraño la manera en que Leonardo “olvidó” que Javier había muerto, o quizá no lo olvidó, pero no le dio importancia.

—Tú y Javier tenían un viaje planeado, ¿no? —preguntó Esmeralda, un poco nerviosa.

—Sí, pero fue Javier quien lo reprogramó innumerables veces… y creo que ahora entiendo por qué lo estuvo aplazando tanto tiempo —dijo con un poco de picardía.

Ella rió.

—A mí no me culpes, quizá ya tenía otro mejor amigo.

Leonardo soltó una risa fría.

—Tal vez…

Esmeralda sintió curiosidad, pero prefirió guardar silencio.

Llegaron a casa de los Blade. Su madre abrió la puerta con el maquillaje deshecho de tanto llorar y un pañuelo sucio en la mano.

Entraron y vieron al padre de Javier sentado, con la mirada perdida, pálido, triste, con un vaso de whisky en la mano. Pareciera que no habían dormido nada. Se veían cansados.

—Querida, qué gusto verte. Gracias por venir, Leo, hacía mucho que no te veía.

—Buenas tardes, señora. ¿Cómo se encuentran? —preguntó Leonardo.

—Luchando con el dolor, hijo… pero un poco mejor.

—Tratando de asimilar —dijo por fin el padre de Javier, mientras tomaba un trago de whisky.

Esmeralda le dio un beso en la mejilla.

—También estoy tratando de asimilarlo… y de saber qué fue lo que pasó.

—Dijeron los agentes que fue encontrado en tu casa. Debió ser muy duro para ti ver la escena —dijo el padre, con un aire triste.

—Lo fue. No he podido dormir, no logro borrar esa imagen de mi mente. Quisiera verlo sonreír como solía hacerlo.

Guardó silencio por un momento, mientras veía a la señora Blade limpiarse, por enésima vez, las lágrimas.

—Disculpe que haga preguntas, pero… ¿Javier no habló de nada con ustedes? ¿Algo que nos ayude a entender qué fue lo que sucedió?

—No, querida. Hace unos días vino por algunas cosas de su antigua habitación, pero no dijo nada que nos causara alguna inquietud —respondió la señora Blade.

—Ahora que lo recuerdo… me preguntó por unos negocios que se cancelaron hace unos meses, pero no fue nada en concreto —añadió el padre de Javier.

Los cuatro guardaron silencio por un momento.

—Si llegan a recordar algo más… cualquier cosa, por favor…

—No deberías meterte en la investigación, Esme. Todos queremos saber qué pasó, pero no creo que debas interferir en el trabajo de los agentes —la interrumpió Leonardo.

—No te preocupes, te mantendremos informada —aseguró la señora Blade.

Esmeralda asintió con la cabeza y esbozó una sonrisa débil.

Ambos agradecieron y se despidieron de los Blade.

Leo conducía en silencio, ambos absortos en sus pensamientos.

Me parece un poco inquietante cómo es que Leo está llevando la situación: el no dejarme seguir hablando con los padres de Javier, el darle tan poca importancia a que su mejor amigo de toda la vida haya sido asesinado.

No quiero pensar mal de mi hermano, pero me causa una sensación extraña, de inquietud, de miedo…

No, no, no… Esmeralda, ¿cómo te atreves a dudar de tu hermano? Sabes el ser humano que es. Es amable, una persona…

—¿Me escuchas?

—Perdón, venía distraída. ¿Qué decías?

—Te pregunto que si tienes hambre. Podemos comer algo, si quieres.

—No, déjame en la oficina, por favor. Tengo trabajo pendiente.




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