Capítulo 8

Sentados ante la gran mesa rectangular, el agente Ruiz preguntó:

—¿Usted sabía que Javier tenía problemas económicos?

—No, no lo sabía. Mencionó que tenía unos negocios con algunos amigos, pero nunca me dijo que la estuviera pasando mal… o quizá no presté la atención suficiente como para notarlo.

—¿Recuerda qué clase de negocios eran? ¿Y con quién los estaba llevando?

—Sé que estaba con amigos de la universidad; recuerdo a Raúl Urrutia y Alejandro Castillo, pero a los demás no logro recordarlos. Nunca me habló de en qué consistían los negocios; cuando estábamos juntos casi no hablábamos de trabajo.

—¿Algo más que recuerde? ¿Actuaba diferente? ¿Se notaba preocupado o irritado?

—Ahora que lo recuerda, sí. Antes de entregarme su renuncia lo vi en su oficina y parecía distinto, pensativo.

Unos días antes de terminar la relación habíamos hablado de salir, irnos lejos a tomar un descanso. Aún no habíamos definido el destino, pero parecía que lo único que quería era escapar.

Yo no podía salir porque tenía muchos proyectos encima y él era consciente de eso, pero le urgía salir de la ciudad, como si estuviera huyendo de algo o de alguien…

Le pregunté si algo sucedía o por qué estábamos tan apresurados, y solo dijo que estaba cansado y quería descansar. No insistí.

—Bueno, señorita, por el momento esto sería todo. Agradecemos que colabore en la investigación. Cualquier cosa que recuerde o crea que pueda ayudar, no dude en contactarnos —dijo Zazil, tendiéndole la mano y entregándole una tarjeta con sus números de teléfono.