Que sea solo una noche

Capítulo 20: Tacos a la Mexicana

Después de la experiencia intensa en el puente colgante y la tranquila noche que compartieron, Adrián y Aiko despertaron con la sensación de que el mundo les daba un respiro. Mientras los rayos del sol atravesaban las cortinas del apartamento, Adrián recibió un mensaje de Connor. El mensaje simplemente decía: "¡Hoy tacos a la mexicana! No te olvides de invitar a Aiko".

Adrián rió suavemente al leerlo y se giró hacia Aiko, que aún dormitaba. "Hoy te espera una sorpresa", pensó. Se prepararon para el día, y tras un paseo matutino, ambos se dirigieron a la casa de su familia anfitriona.

Cuando llegaron, Connor y Allison estaban esperando con una energía inusual. "Es una comida muy especial", comentó Allison mientras se frotaba las manos con emoción. Adrián tenía un presentimiento de lo que se avecinaba, pero decidió esperar y no arruinar la sorpresa.

—Adrián, tenemos una tradición en casa —dijo Connor con una sonrisa—. Siempre que recibimos a un estudiante extranjero, intentamos hacer una comida típica de su país. ¡Y esta vez te toca a ti!

—Vamos a hacer tacos —anunció Allison con un brillo en los ojos.

Adrián sintió una mezcla de alegría y... ¿miedo? "¿Qué tipo de tacos harían?", se preguntó, pero decidió no decir nada. "Lo importante es el gesto", se recordó a sí mismo.

El día avanzó y Adrián notaba cómo sus anfitriones iban preparando la mesa y organizando todo con esmero. Finalmente, el momento llegó. En cuanto Connor y Allison colocaron los "tacos" en la mesa, Adrián no pudo evitar fruncir el ceño ligeramente, intentando no ser demasiado evidente.

Frente a él, había lo que parecía una tostada crujiente con pollo frío desmenuzado, una capa de queso cheddar rallado y... ¿salsa de tomate estilo ketchup? Era el taco más extraño que había visto en su vida, pero no podía dejar de sonreír por el esfuerzo que habían puesto.

Aiko, que observaba desde el otro lado de la mesa, hizo contacto visual con Adrián y ambos compartieron una mirada de complicidad. Sabían que lo que estaban a punto de comer estaba lejos de lo auténtico, pero también sabían que no podían herir los sentimientos de sus anfitriones.

—¿Qué tal? —preguntó Allison, esperando con ansias la reacción de Adrián.

—Está... interesante —dijo Adrián, con una sonrisa forzada—. De verdad aprecio mucho que hayan hecho tacos, pero... no son exactamente como los que hacemos en México.

—¿En serio? —preguntó Connor, algo confundido—. ¿Qué tienen de diferente?

Adrián rió y, para suavizar el momento, sugirió:

—Bueno, los tacos mexicanos son un poco distintos... Si quieren, mañana les puedo enseñar a hacer tacos auténticos.

Allison sonrió ampliamente.

—¡Nos encantaría! Haznos una lista de lo que necesitamos y mañana vamos de compras.

Al día siguiente, Adrián y Aiko regresaron, listos para el reto culinario. Mientras Connor y Allison hacían preguntas, Adrián explicó con entusiasmo el proceso. La lista de ingredientes no era larga, pero incluía lo esencial: carne para asar, aguacates, cilantro, cebolla, tortillas, y algunos chiles.

—¡Esto va a ser divertido! —exclamó Connor, con el entusiasmo de un niño en Navidad.

Adrián encendió la parrilla en el patio y comenzó a asar la carne, mientras Aiko lo observaba con curiosidad. Allison, por su parte, no dejaba de hacer preguntas.

—¿De verdad le pones limón a todo? —preguntó, observando cómo Adrián preparaba el guacamole.

—¡Sí! El limón le da el toque fresco a todo —respondió Adrián, sonriendo mientras picaba el cilantro.

La escena tomó un giro cómico cuando Adrián comenzó a calentar las tortillas en el comal. De repente, una de las tortillas comenzó a inflarse como un globo. Connor y Allison se acercaron emocionados.

—¡Miren! ¡Se está inflando! —exclamó Connor como si acabara de descubrir un fenómeno científico.

Adrián no pudo evitar reírse.

—Es que las tortillas se comen calentitas —explicó, divertido—. Así es como deben ser.

Finalmente, los tacos estuvieron listos. La carne asada perfectamente jugosa, el guacamole fresco, las salsas picantes, todo estaba servido. Adrián sintió una mezcla de orgullo y nostalgia mientras veía la mesa llena de comida mexicana.

—Ahora sí —dijo Adrián, entregando los platos—. ¡Estos son tacos de verdad!

Connor y Allison dieron su primer bocado y, al instante, sus ojos se iluminaron.

—¡Esto es increíble! —exclamó Allison—. Nunca había probado algo tan delicioso.

Incluso Aiko, que había probado tacos antes, no pudo evitar reírse ante la expresión de asombro de todos.

—Ahora entiendo por qué siempre hablas de tacos —dijo Aiko con una sonrisa cómplice, dándole un suave codazo a Adrián.

La comida continuó entre risas, y cuando estaban terminando, Connor se inclinó hacia Adrián con una sonrisa traviesa:

—Bueno, amigo, creo que acabas de arruinar los tacos de Taco Bell para siempre.

Adrián rió junto con los demás. Se sentía feliz de haber compartido un pedazo de su cultura con sus amigos en Vancouver. A pesar de estar a miles de kilómetros de México, en ese momento, con las tortillas calientes y el olor a carne asada en el aire, se sintió como en casa.




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