¿qué somos?

¿qué nos llevó a esto?

Trabajo cuidando a una abuela de 87 años. Vive sola, se le murió un hijo. Tiene una hija que no quiere vivir con ella. La abuela no concibe la continuidad de su vida sin estar con alguien.

No tengo horario pero tengo que dormir en su casa, desayunar con ella de ser posible, sacar la basura, hacer las compras, cocino a veces, le tomo la presión a la noche, le doy la pastilla, me quedo con ella hasta que le bajé la presión. 

La hija me dijo que no me preocupe si le sube la presión, el medico ya le advirtió que hasta 16.0 en su edad es normal. Vivo con el "a mi no me pagan por esto" en la garganta, siento continuamente que hay cierto abuso de parte de la abuela, pero me da lástima. He llegado a llorar en la noche porque no puedo acabar mis tareas, no llego a acabar de leer para la universidad y casi no duermo hace dos meses. Se me cae el pelo, me duelen los dientes, tengo ojeras, no veo a mis amigas.

Aun no tengo días libres, continuamente pienso en "ahora podría estar bailando" y la idea no merma. Pienso de a ratos punteos y guías de pasos para como actuar el día que el inevitable final tome la mano de mi patrona. Me molesta pensar en que no voy a dormir en mi cama. 

Escucho al vecino de al lado porque mi ventana da a su casa, mientras vende droga y pienso "¿qué tanta droga hay a unos metros de donde ahora me encuentro?". Siento los parpados pesados y mi tarea inacabable.

Me duele saber que si renuncio le habre dado gusto a mi mamá, volvería a la castradora norma de "hace lo que yo quiera, adora a quien yo creo es el ser supremo", "es mi casa mis reglas" y demás. Debo ser fuerte me digo, solo una semana más me consuelo.

Esa última semana nunca llega, el segundo mes ya no acaba, sigo cocinando a las doce de la noche mientras el cuerpo no me da más, me apoyo en la mesada para descansar mi espalda pienso y me concentro en el dolor para no pensar en el cansancio que me lleva a dormirme parada "¿ya está?" Oigo gritar desde la otra habitación. La llamada me espabila y llevó él plato con la ensalada de papa, tomate y huevo, le alcanzo los aderezos, sal, aceite y pimienta, me siento y con una sonrisa la abuela me pide que le traiga el vaso y el jugo. Reniego por dentro, le sirvo gaseosa, apago las luces de afuera, le llevo la jarra de agua al lado de la cama, busco dos frazadas más para ella y le prendo la estufa de su pieza, vuelvo y me pide que me siente a su lado mientras come. La casa de la abuela es fría, la cama en dónde duermo solo incrementa mi dolor de espalda.  Duermo con la gata sin nombre de la casa, yo le digo bombón, ella se acomoda en el hueco que deje el centro de tu cuerpo. Si me acuesto boca abajo Bombón se acuesta en mis lumbares y alivia mi dolor de espalda, aunque amanezco con dolor de cuello. Si elijo dormir boca arriba Bombón se acomoda en mi abdomen enorme y flasido, lo cuál fue genial los días que estaba indispuesta. Las pocas veces que dormí de costado fueron los días más fríos Bombón se metía bajo las sábanas y se acomodaba sobre mis caderas.

Bombón me esperaba siempre en el pasillo entre la cama y el comedor donde la abuela me contaba sus historias de desamor, sus problemas y los odios que tenia hasta las tres de la mañana. Bombón era algo mañosa para comer, solo comía si la comida estaba recién sacada de la bolsa, me persiguió a maullidos y rasguños hasta que entendí eso. Aprendió a sentarse arriba mío mientras yo desayunaba llorando, frustrada por mis cuatro horas de sueño.

Estuve dos meses durmiendo enla casa de la abuela y ya no aguante todavía me llama por un mandado, para que la tiña o para charlar los días de mucha lluvia porque le dan miedo, no siempre voy porque me pone mal verla, porque me cuenta todo lo malo que le pasa y casi nunca me deja hablar.

Aprendí a tejer en esas horas de la madrugada que no dejaba de hablarme de sus desgracias... ochenta y siete años de desgracias y en dos meses me los contó todos durante la madrugada.

 




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