¿qué sucedió en Seattle?

Capítulo 16: Corazones congelados

[Yo: Sí, están abajo hablando. 00:20]

[Borrachín: Joder!! No me imagino como debe de estar Celi. 00:20]

[Pelirroja tonta: Imagina que no la ve hace once años. 00:20]

[Yo: Siento muchos murmurios. 00:20]

Suelto el móvil al escuchar un golpe en la mesa. Miraba hacia la puerta como si eso fuera a hacer que supiera mejor lo que estaba sucediendo.

[Borrachín: Ágata!! No te desaparezcas!!. 00:23]

Fue el último mensaje que vi en mi móvil. No estaba segura del todo, pero suponía que esta navidad, no era la mejor de todas, o tal vez sí. Celeste recibió todo de golpe. Una sorpresa tras otra: su hermana en su casa, luego de once años de no verla, descubrir que tiene un sobrino de tres años. Todo había sido muy fuerte para ella, y no era para menos sentirse perdida.

El pequeño Benja estaba durmiendo en la que era mi cama, acarreo que sabían que iba a haber una discusión. Salgo de la pieza y como de costumbre, me pongo en el pie de la escalera. Desde aquí se podía oír todo más claro que el agua. Notaba que Bastián estaba callado, mientras que las únicas que hablaban eran Esther y Celeste.

—No pienso hacer eso.

—Hija, sabes que sería lo mejor para ti. Además, siempre lo has querido.

No sabía de qué hablaban, pero si la pelicorta estaba en desacuerdo debía ser por algo.

—Sí, exacto, es lo que siempre he querido. Pero no puedo hacerlo... ¡Ahora no, mamá! —Alza su voz desgarrando sus cuerdas vocales.

Me impresionaba el cómo podía imaginar el rostro de ella ahora, sin tan siquiera verla sabía el cómo estaba. En la imagen de mi mente, ella estaba con ganas de salir corriendo de ahí, sin importar que Claudia, su hermana, estuviera presente. Que su rostro estaba rojo de la ira, y que los ojos azulados que portaba estaban aguantando las lágrimas; pero ella es fuerte.

La voz que había conocido esa noche, se hace notar en la sala de estar. Lo más extraño es que, en vez de apoyar a su hermana, le dio la razón a Es.

—Lesti, no entiendo qué sucede. ¿No era lo que querías? ¿Qué te lo impide?

Ella no pronuncia palabra alguna. No responde, imagino que solo estaba pensando en todo lo que le acontecía. Sin esperarlo, sin evitarlo, Celeste nota mi presencia al subir por las escaleras. Como había imaginado, ella estaba colorada y con el mar azul en su mirada. En vez de ir tras ella, decido escuchar lo poco que dijo Bas.

—Ya la convenceremos de que acepte. Después de pensarlo tanto sabemos que ella no está bien —murmura, diciendo luego algo que no pude entender del todo.

—Salió a su hermana —musita la rubia.

—Espero entre en razón —termina la madre.

Pronto estaría en la habitación con Lesti, para que se desahogara conmigo. Suponía que necesitaba alguien con quien hablar de sus cosas, de lo que sucedió ahora mismo allá abajo.

En cuando entro a la habitación, solo estaba el pequeño sobrino de ella. Sin rastro de la pequeña resabiosa. Aun así, yo sabía dónde estaba ella e iba a ir a buscarla a la hora que fuese.

Bajo los escalones que conectaban al primer piso, dejando que las tres personas del salón me viesen. Con claridad, no se quedaron en silencio.

—¿A dónde vas, Ágata? —habla preocupada Esther.

—A buscar a su hija —aclaro, y acto seguido abro el pomo de la puerta para recibir el frío de diciembre.

En todo el camino solo me acompañaban pocos animales, algunos de seguro estaban invernando. Los búhos aún seguían ululando dentro de los árboles. Por las ventanas de las casas se podían ver algunas galletas de chocolate y leche. Qué irónico, ¿no? Creer en un gordo que entra por una chimenea y te da regalos si te has portado bien, y, ¿el qué no tiene chimenea en la casa?, ¿simplemente se queda sin regalos? En fin, esta navidad era un dulce amargo.

Ya estaba llegando al bosque que tanto temía de noche. Nunca me importó venir aquí, ya que siempre venía acompañada de Lesti. Esta vez, estaba sola, en busca de ella. Debía llegar al muelle mohoso.

Alumbrando con la luz del móvil, logré no perderme. Seguía el sendero hasta llegar a la cerca cortada. Aún me preguntaba: ¿para qué estaba esa cerca ahí?, ¿de qué nos protegía? Si lo único que había en su interior era un hermoso lago.

«Todos cuidamos algo hermoso con rejas.» Pienso para mis adentros, mientras que a su vez miraba aquella cerca.

Debía aprender aún estas metáforas que se me presentaban en el día a día.

Quedaban un aproximado de cinco minutos para llegar a donde creía que estaba Celeste. El frío había aumentado, y aunque yo estaba acostumbrada a estas temperaturas, sabía que ella no. Debía estar helada. En cuanto noté que el bosque llegaba a su fin, dejando mostrar su interior, apagué la linterna de mi móvil.

Ahí estaba ella.

Estaba sentada en el muelle que se vestía de blanco. La nieve caía de algunas hojas de los árboles, y el lago estaba congelado. Algo había cambiado en la naturaleza y en ella. Todo estaba conectado...



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En el texto hay: #romance, #lgbtq, #dudas

Editado: 04.09.2022

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