¿qué sucedió en Seattle?

Capítulo 17: Objetivos

Recordaba aún el rostro de mi hermana. Rubia, ojos azules, tez blanca y su mirada dulce. No había cambiado nada, en lo absoluto. Seguía siendo la más hermosa de las dos, siempre lo fue. Ahora estaba frente a mí, quitando mi respiración, al igual que como me quitó el corazón cuando se fue. Tenía un arte para poder dejarme atónita.

Recuerdos de hace años venían en flashbacks. Sus risas, sus juegos, su forma de pintar... las peleas con nuestros padres. Parecía ahora mismo una niña pequeña recibiendo un regalo por navidad. Sin dudarlo, la abracé. Extrañaba a Claudia más de lo que pensarían. El niño que cargaba en sus brazos recibió mi cariño junto con ella.

Suponía que era su hijo. Tenía sus mismas facciones. Esto era una doble sorpresa para mí.

—Te extrañé tanto, hermana.

Ella suelta una risita pequeña, y musita:

—Yo también te extrañé, Lesti.

Fue glorioso tocar de nuevo su piel. Estaba suave y me transmitía la misma tranquilidad que hace años. En ese momento me había olvidado por completo de Ágata, o de lo que sea que estuviese hablando con ella antes de que Claudia abriera la puerta.

Entramos a la casa luego de soltarme de su agarre. Charlamos e indagué de porque estaba aquí, con nosotros. Solo por ese instante la felicidad que había saboreado con mi boca, se había vuelto algo amargo.

Ágata había subido para la habitación. Sentadas en el sillón de la sala, hablábamos los cuatro. Mi madre es la primera que habla:

—Celeste, contactamos a Claudia para que viniera aquí.

Yo confundida, pregunto:

—¿Para qué? O sea, me alegra que esté aquí. Pero dudo que sea para tener la familia completa.

La rubia suspira luego de mi comentario. Su respiración era tan pesada que la podía sentir desde lejos.

—Hablé con tu madre sobre... tus aficiones, hija. Sabemos que sigues fugándote de casa, y que sigues pintando a escondidas. Ya varios profesores nos han dado las quejas de que no atiendes a clases por andar haciendo garabatos en el cuaderno...

—No son garabatos, es arte, papá.

Inspiró.

—Bien, entiendo. Lo que quería decir es que, hablamos con tu hermana para que te vayas a vivir con ella, y puedas cumplir tu sueño de ser pintora, junto a ella.

Mi primer pensamiento fue Ágata. ¿Irme de aquí y abandonar un posible futuro con ella? No sabía que debía hacer, o decir. Es cierto que siempre he deseado lo que me están brindando ahora. Esta posibilidad... todo. Todo había sido anhelado por mí en mis sueños. Pero, ¿y el amor?, ¿qué había del amor que sentía?, ¿lo dejaría así como así solo por un sueño estúpido?

Sabía que mis ganas de desaparecer eran menos altas que lo que sentía por Ágata. Prefería quedarme aquí, en este infierno junto a ella. Aunque fuera a escondidas de mis padres, aunque nunca se supiera nuestra relación. La elegiría mil y una vez a ella, siempre.

—No pienso hacer eso —suelto en seco.

—Hija, sabes que sería lo mejor para ti. Además, siempre lo has querido.

—Sí, exacto, es lo que siempre he querido. Pero no puedo hacerlo... ¡Ahora no, mamá! —Alzo mi voz.

Tenía ganas de irme de allí, ir al lago a pensar más las cosas. Despejar de tanta presión que me daban ellos. Tanto era lo que sentía que me daba igual que mi hermana estuviera aquí, conmigo.

—Lesti, no entiendo qué sucede. ¿No era lo que querías? ¿Qué te lo impide?

Silencio.

Mis pensamientos me atormentaban, ¿cuál sería mi destino ahora? No tenía la menor idea de porque hacían todo esto. Sus acciones habían llegado tarde. ¿Y mis amigos?, ¿qué sería de mí sin ellos? Sin las risas de Chay, sin las indecisiones de Kaira.

Lo único que me impulsaba a pensar las cosas más a fondo era Luca. Ese chico se había metido en mi vida sin notarlo tan siquiera. Sabía que debía detenerlo, pero no sabía cómo. Temía que se enterasen de algo.

Sin dudarlo huyo del lugar. Subo las escaleras y me dirijo hacia la pieza. Llegué al lago más rápido de lo que creí. Pasaron minutos, y minutos esperándola. Sabía que iba a venir, a querer que le contara que fue lo que sucedió en esa sala.

La oscuridad y el frío helaban mis huesos. El vaho salía por mi boca y titiritaba. Siento unas pisadas detrás de mí que llaman mi atención.

Era ella.

Se sienta a mi lado en el muelle. Esperando que hablase, y así fue, lo solté todo.

—No quiero hacerlo, Aggie —comento.

—¿El que no quieres hacer?

—Pensé alejarme de Luca, alejarme de todo lo que me hacía daño... y poder ser feliz contigo, por fin lograr ser feliz. Nunca creí que mi hermana iba a regresar. La extrañé tanto... Aggie... pero no sé qué hacer.

Sentía pequeñas gotas salir de mis acristalados ojos. Se volvían hielo en su intento de ir hasta mi boca. Miraba el lago y el cómo los pequeños copos caían en el suelo de hielo.

—Celeste, necesito saber a qué te refieres.

Me volteo, mirándola de frente. Sus ojos me daban calor, su forma de mirarme siempre me pareció un misterio. Lo que podía esconder más allá dentro de sus colores.



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Editado: 04.09.2022

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