OK, aquí voy… Me llamo Paulina Morets y esta es mi historia… Todo comenzó en el 2003 en mi primer año de secundaria, como cualquier niña que estaba entrando a la adolescencia llegue llena de ilusiones… Tener
muchos amigos, un primer amor y todo lo que una adolescente desea… Pero todo para mí siempre sucede al revés porque en lugar de intentar ser rebelde, aventada y sociable fui todo lo contrario… Tímida y retraída… Y te
preguntaras ¿Y porque no lo intentaste si tanto deseabas ser así? Pues ni yo misma se… La verdad es que yo fui una chica promedio, siempre de las de en medio, cuatro ojos, con ojos grandes marrones claros, que por cierto no se notaban por mis anteojos y un cabello castaño claro también ,soy de piel clara, no totalmente nerd porque soy pésima con todo lo relacionado a las matemáticas; pero aquí el problema es que entre sin nada y de repente me
desarrolle demasiado en los pechos y la retaguardia me creció más de lo promedio lo que me hizo ser el blanco de burlas y apodos; y no, no tenía el vientre plano como una perfecta protagonista, siempre tuve pancita porque
amo las frituras desde que tengo uso de razón . Pero no quiero aburrirte con eso, pasemos a lo importante… Era un día cualquiera cuando lo vi, era el muchacho más guapo que yo podía haber visto jamás de piel apiñonada,
cabello casi rubio, nariz recta, ojos miel y una sonrisa que no es lo que te imaginas… Tenía los dientes grandes y un poco chuecos, nada que ver con la sonrisa de Brad Pitt… Quizás solo en lo blanco de la dentadura, tampoco era
muy alto aunque si más que yo, se llamaba Franco Castellanos y no era el capitán del equipo de futbol, porque para empezar no había un equipo en el
Instituto, tampoco era el típico playboy pero si de los más guapos del colegio, iba un curso arriba que yo y traía locas a la mitad de las chicas de la secundaria, tanto las pollitas como yo como a las dinosaurios de tercer año,
la otra mitad estaba enamorada del típico playboy y su nombre era Javier Lozano, el de piel blanca, el sí bastante alto, fornido, cabello negro, mirada
oscura y sonrisa de diamantes, pero esta no es la historia del playboy y la nerd del Instituto, es solo la historia de una chica enamorada del muchacho que si la volteo a ver, en la que si habían miradas discretas e indiscretas por ambas partes, en la que él le robaba su pelota de voleibol para poder jugar futbol con sus guapos amigos aunque solo fuera un pretexto para acercarse a
ella porque ninguno de los dos tuvo el valor de ir mas allá… No, el a pesar de que gustaba de mí nunca intento nada conmigo ni yo con él, fue tanta mi pena que no me atreví nunca a invitarlo a salir como muchas chicas lo
hicieron, aunque él siempre las rechazó y no creo que solo porque tuviera ojos para mí, no, para nada, a él solo le gustaba el futbol, siempre en los recesos lo veía jugar y por más que las chicas se pasearan, se le insinuaran, le
hablaran, él no les hacia el menor caso porque siempre estaba con una pelota entre sus piernas aunque tampoco era ciego; evidentemente a esa edad y con las hormonas a flor de piel se la pasaba dando miradas lascivas a todas las niñas y en especial a mí, siempre sentí sus ojos en los míos, pero lo bonito es que no solo veía mi cuerpo, también sentía que me miraba a mí,
una se da cuenta de eso, porque sus ojos se tornaban de una manera tímida, cuando se posaban en mí, tal cual yo lo hacía con él. Su salón quedaba casi frente al mío y siempre nos cachábamos el uno al otro mirándonos, también me lo encontraba a donde iba, ya sea en el cine, el centro comercial, en las máquinas de juegos y siempre nuestras miradas se encontraban ya sea que
yo lo taladrara con mis cuatro ojos o él tenía sus lindos ojos miel puestos en mí. Mis amigas me molestaban con él y no solo ellas, todo mi salón de clases
también, la verdad es que creo que era poco discreta al momento de observarlo, ya que si el pasaba por ahí siempre gritaban: “Paulina mira quien
va pasando” o le gritaban “Hey Castellanos aquí está tu más grande acosadora” y a él sus amigos lo molestaban conmigo. Siempre tuve la ilusión de que el me hablara porque yo sabía que le gustaba y él sabía que a mí me
gustaba era solo cuestión de dar el siguiente paso pero nunca tuvimos el valor, lo único que él siempre hizo fue quitarme mi pelota y pelearnos por ella y yo solo me conforme con eso y eso hacia mi día, no recuerdo cuantas veces ahorre o le pedía al que pudiera que me regalara una pelota de vóley para que el me la pudiera quitar en el Instituto y yo con ese contacto era feliz, hasta que el tiempo paso, dos años para ser exactos y el concluyo su secundaria y ya no lo volví a ver, me deprimí mucho y siempre me quede con el que hubiera pasado si me hubiera atrevido a más, si no hubiera sido tan yo, llegue rechazar a los pocos chicos que me invitaban a salir por esperarlo a él y solo se quedó para mí como un amor platónico y frustrado.
Años después salió la famosa red social Facebook busque su nombre y lo encontré pero no, de nuevo no me atreví a hablarle y menos mandarle una
solicitud porque ya no era la misma, subí mucho de peso por la depresión de no verlo más, me refugie en las frituras y comida chatarra, deje de jugar voleibol y claro no soy la típica protagonista que se puede comer un elefante y no hace ejercicio y sigue con vientre plano, a mi si se me vieron reflejadas mis malas decisiones y me dio mucha vergüenza que el viera en lo que me
había convertido, cuando él se había puesto más atractivo de lo que ya era, entonces de nuevo me quede con el ¿Qué hubiera pasado si…? ¿Sera que
todas esas veces que nos encontrábamos eran oportunidades para que intentáramos hablarnos? ¿Qué el destino nos decía “NO SEAN TONTOS, ESTAN SOLOS… INTERACTUEN”? Pues nunca lo sabré…
Hasta que quien diría que 15 años después nos volveríamos a encontrar…
Entonces ahí es donde me pregunto si realmente el destino nos está dando una oportunidad para no quedarnos con el ¿Qué hubiera pasado si…? O si
realmente él es mi hilo rojo o yo el suyo.