CAPÍTULO 1
"Todo lo que amas probablemente se perderá, pero al final el amor volverá de otra manera". -Kafka-
-Eva-
¿Por qué mi risa no alertaba a nadie? ¿tan buena era simulando? O quizás los años habían hecho de mí una buena actriz, porque mis amigos jamás me preguntaron después de todo lo que había pasado si aún seguía bien, si aún podía seguir viviendo, ¿acaso no notaban que reía de manera sórdida y vacía? Que todo lo hacía solo para llenar el vacío que sentía hacía años.
La culpa me invadía, a pesar de que intentaba hacía tiempo mejorar, era evidente que no estaba haciéndolo bien…me volví tan temeraria que me gradué en una profesión que solo me llenaba de miedo, pero, una vez más la culpa pinchaba mi existencia haciendo de mí una eterna deudora, toda mi familia se negó cuando lo supieron y aun así continué. Debía expiar todo eso que sentía de lo contrario un día me ahogaría bajo todo el peso de que lo que llevaba en secreto, vivía de recuerdos, por lo tanto los segundos en mi existencia iban pasando muy lento.
Laura me tomó de la mano. Mi lánguido vestido corto se movió al compás de mis piernas.
—¿Qué es este lugar? —pregunté caminando siendo llevada de la mano por Laura, íbamos en fila ingresando por una maltrecha puerta de color rojo escarlata descalabrada y algo roída.
—Es una caravana de gitanos, dicen que en lugares como estos por la noche la magia se enciende.
—¿Magia? —inquirí deslizando mi brazo libre por distintos cortinados coloridos que colgaba por todas partes, las risas y el bullicio me distrajeron, fruncí levemente el ceño cuando noté que habíamos pasado por esa puerta muy estrecha para luego terminar dentro de un lugar al aire libre extremadamente grande ¿cómo eso era posible? —creo que este lugar es extraño… —aduje algo turbada por cosas que los demás parecían no prestarle importancia.
—¡Eva! Hoy vienes de vestido no de uniforme, así que relájate ¿sí? —me jaló del brazo aferrándose aún más a mí, bueno después de todo tenía razón, quizás debía hacerle caso, era mi día de descanso y si lo desperdiciaba estaba segura que para el día de mañana estaría arrepintiéndome de ello.
—Nunca estuve en un lugar así …—murmuré, pero Laura pareció no irme, seguíamos avanzando entre la gente, los aromas impregnaban el aire libre, miles de focos colgantes en forma de guirnaldas alumbraban el lugar entre las telas que pendían de forma desprolija de cada carpa, brillos, cristales, mesas cubiertas con mantas de colores vibrantes donde exponían sus mercancías, tapices con exóticos dibujos bordados, figuras talladas, todos nos ofrecían sus mercancías.
—¡Es aquí! —anunció Laura— ¡me han hablado mucho de este juego! —exclamó soltándome para ver entre el tumulto de la gente, era el punto donde más personas se concentraba.
“Esta noche la luna reclama un hechizo, esta pobre vieja gitana le debe devolver a la luna su encanto ¡pobrecita de mi si no llegase a cumplirle lo que tanto anhela!, pero esto no es un juego: Tonto el que no entienda mi conjuro y se deje usar por mi hechizo”
Una anciana gitana de voz trémula había captado la atención de todos lo que estábamos allí, con esas simples palabras nuestros oídos se habían agudizado oyéndola. El silencio era rotundo.
“ La luna de plata se representa a través de estas dos espadas que están enterradas en las rocas, quienes sean dignos de quitarlas pues serán hechizado y a la vez premiados con estas bellas espadas…
Quien las soporte la luna se encargará de hacerles dignos de tal mérito, de lo contrario no podrán mover ni una sola de estas espadas.
Pero antes, he de advertirles que: si alguno esta noche lo logra, el canto de la espada es de muerte os aliento a que desechen mis palabras en caso de que no se sientan seguros de lo contrario una noche más espero encontrar a dos dignos postulantes”
—¡Vamos a intentarlo! —Laura me llevó hacia la fila con ella, había tanta gente desesperada por intentar lo que esa mujer había dicho que de pronto fuimos separadas.
—Laura, deberíamos regresar, esto va a llevarnos mucho tiempo—aduje viendo la inmensidad de personas que nos rodeaban para tomar su turno— y por si fuera poco ya es tarde…y las palabras de esa anciana son algo extrañas.
—shh…—se quejó tratando de hacerse lugar entre una pareja que nos separaba —solo es un juego, es gratis, además, las gitanas todas son timadoras.
—tanto así que estamos haciendo la fila—aduje con seriedad
—¡claro! —admitió encogiéndose de hombros Laura, apretó una de mis mejillas —¡anímate! Es solo para pasar el rato, he oído sobre esto hace tiempo tengo que comprobar si es verdad lo que dicen…y solo vienen una vez al año—aclaró.
La gente comenzó a apiñarse entre nosotras separándonos una vez más.
—¿Qué es lo que dicen? —llegué a cuestionar, pero Laura ya se había perdido entre el tumulto de gente, voltee hacia mis costados y me resultaba imposible salir de esa afila, la gente estaba por doquier y mi altura no muy privilegiada por cierto, no me permitía ver más allá, daba pequeños saltitos intentando observar, llegué a ver a varias personas intentar quitar la espada, solo tenía una chance ni más ni menos y luego de eso daban el lugar a la persona siguiente, eran dos en total daba igual quien era el contrincante, según la anciana se necesitaban solo dos postulantes, supuse que eso se debía a que deseaban hacer más dinámico el extraño juego.