Que tus besos No sean de Amor

Capítulo 4

 

CAPÍTULO 4

 

-Nicolás-

Jadeé molesto moví mi cabeza con violencia sobre mi almohada, estaba agitado, sudando, por más fuerza que hiciese por abrir mis ojos no podía despertar de aquella pesadilla, todo se veía oscuro percibía a lo lejos oír la respiración afanosa de alguien, gritos, y ruidos que a duras penas lograba distinguir en el fulgor de mi pesadilla. Gemí cuando oí disparos difusos mi pesadilla estaba retorciéndome, ¡no podía despertarme! Fue entonces cuando oí la voz de esa mujer, claro que podía reconocer su voz, su rostro se mostró por milésima de segundos sobre el mío estaba totalmente aterrada.

   En un desgarrador impulso mi torso se elevó, pudiendo al fin poder despertar, ¿Qué había sido todo eso? Deslicé mis manos sobre mi rostro, desde hacía una semana completa no había podido de dejar de sentir algo de culpa, había sido un completo egoísta, ¿porque me sentía tan mal si esa era mi única opción? Después de todo ganaba el más fuerte, y ella en eso no iba a poder competir conmigo. Siempre iba a llevarle la delantera. En mi trabajo vivía tomando decisiones que comprometían la vida de los demás, entonces: ¿por qué no sentía justo mi comportamiento? Simplemente porque yo no era así, y había optado por ser un maldito egoísta.

Salí de la cama, esa extraña pesadilla había provocado que sudara, gruñí incómodo y molesto, caminé hacia la ducha.

Había pasado horas intentando que Carolina contestara una sola de mis llamadas, pero por lo visto me había bloqueado, vaya actitud pendeja.

Fui hasta su apartamento, ingresé la clave de su cerrojo digital por suerte eso no lo había cambiado, aún claro está.  Cuando me vio me lanzó una mirada de esas de mierda que podrían matar a cualquiera. Tenía una de sus piernas sobe un pequeño sillón colocándose crema, acaba de salir de ducharse, llevada una fina bata anudada con desinterés.

—¿Podrías perdonarme de una buena vez? —le murmuré quitando sus manos de su pierna, ella con desgano la bajó para incorporarse hacia mí, puse mis manos en su cintura—por favor…solo fue un error… —intenté ser lo más convincente posible, mis ojos no se detenían observando su rostro para encontrar en ella una pizca de paz.

—Mi familia aun no lo sabe, como veras no quiero ser una tonta que fue engañada en un estúpido lugar rodeada de gente donde mi prometido besó a una desconocida ¡creo! —lanzó aun incrédula.

—¡Bien! ahí vas a de nuevo con la misma jodida desconfianza —lancé caldeando mi ánimo que de por si no había tenido un buen comienzo de día.

—¡Si! ¡y agradece bastardo que solo le he contado de esto a mi hermanastro! —lanzó separándose de mí.

—De todas las malditas personas de este mundo tenías que decírselo a Damiano, ¡vaya idiotez! —bramé. Simplemente odiaba a ese codicioso bastardo.

—¡qué más querías! —clamó como si el mundo la hubiese puesto en tal situación.

—¡que confiaras en mí! —vociferé cabreado de por demás.

—Sé que nunca te ha caído bien, ¿pero sabes qué? Era lo que estabas aceptando al comprometerte conmigo—me recordó

—el hecho de que mi familia se conozca con la tuya, no significa que me comprometa con toda tu parentela, ¡me había comprometido contigo!, no con tu mierda de familia, que solo buscan sacar tajada de cuanta cosa se les atraviesa en el camino—le reproché sin miramientos.

Ella abrió grande su boca, y su rostro parecía a punto de ebullición, levantó su mano quiso volver a abofetearme, pero atrapé su muñeca.

—Nunca más te atrevas a volver a si quiera desear tocarme, no de esa manera—mis ojos se enterraron con demasiada fuerza sobre los de ella.

—duele…—chilló, ¡claro que no le dolía!, si ni siquiera estaba haciendo fuerza como para causarle tal dolor, ¡menuda actriz!

La solté.

—¿Crees que una mujer como yo no puede conseguir a alguien más que tú? ¡piensas que eres genial y que eres el único tipo sobre la tierra para mí! ¡pues te equivocas!

—¿conseguir? —cuestioné entornando mi ceño, ¿acaso todo este tiempo me consideró alguien a quien “consiguió”? eso sonaba más a beneficio que a amor— gracias… —resoplé deslizando mis dedos por mi nuca deseando auto controlarme

—¿eh? —inquirió de forma tonta.

—sí, lo que oíste, te agradezco, hacía mucho que nadie me hacía sentir tan insignificante como tú ahora—A pesar de todo lo que has compartido conmigo ¿no piensas darme una oportunidad? —tenía el orgullo herido, pero aun así no desistí pidiéndole una vez más algo que sin lugar a dudas ya me traía decepcionado.

—No. —respondió de forma atajante.

— Vas a arrepentirte—le aseguré detestándola demasiado.

—¡eso está por verse!

—Solo recuerda que fuiste tú quien decidió dejarme…—respondí con voz ronca.

 

 

-Eva-

 

Desde la central de radio nos alertaban sobre un suceso al que debíamos concurrir con urgencia.

Me indican que son dos hombres, uno de ellos armado, el otro no se sabe posiblemente también lo esté, al parecer es esposo de la mujer que realizó el pedido de auxilio, creemos que la hirió y tiene a una niña pequeña atrapada en el interior de la casa —aquello era lo que oíamos.



#2306 en Joven Adulto
#12382 en Novela romántica

En el texto hay: misterio, romance, hechizo

Editado: 16.04.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.