CAPÍTULO 8
-Eva-
Cuando me besaba, todo parecía moverse en mí, no solo mis labios sobre los de él, sino, toda mi existencia, mi corazón comenzaba a girar suave produciendo en mí una vibración que me hacía sentir incómoda…¿Qué era eso que me estaba ocurriendo?
Entonces Thomas aparecía justo en medio de ese beso, y el pasado me arrastraba hacia él, y a sus besos, la culpa comenzó a invadirme.
—¡Júrame que nunca más volverás a ser feliz! ¡júramelo! —la voz de su madre , sus dedos incrustados en mis hombros zamarreándome con brutalidad para que yo dijese lo que ella necesitaba escuchar.
—¡Lo juro! —grité aquel día, ella detuvo sus zamarreo—¡lo juro! —vociferé, su madre me observó con el rostro desencajado, sus ojos parecían salir de sus cuencas, mi llanto había distorsionado su rostro como si estuviese frente a una pesadilla ¿acaso mi miserable estado ya no era suficiente para ella? Aun así reclamaba más de mi vida, quería más de aquello que no podía darle, aun así juré lo que me pedía.
Y desde aquel día yo estaba tan muerta y sola que cuando recordaba todo aquello la vida parecía sorprenderme pues estaba viviendo sintiéndome invisible. Y fiel a mi juramento, no me permití volver a ser feliz…
Cuando sentí la espada apareciendo en mi mano, la solté turbada separándome de Nicolás.
—No vuelvas a acercarte a mi sin mi permiso ¿oíste? —le advertí.
—Te besé porque teníamos que ser justos ¿no te parece? —contraatacó con tranquilidad.
—¡qué! ¿adónde ves una injusticia aquí? —cuestioné molesta.
—si yo pierdo la cama, tú te quedas con la espada. Así de simple. A no ser que…
—No vuelvas a besarme…—insistí turbada, desviando mi mirada de la de él, pues Nicolás captó que algo me había ocurrido.
—Es solo un beso, ninguno de los dos estamos obligados a esto, pero como verás la situación está planteada de esta forma , es un mal momento para decidir algo sin sentido.
—para ti puede ser sin sentido, más no para mí.
—¿qué fue lo que hice mal?
Me voltee hacia él de pronto la tristeza me asaltó
—Nada, solo limítate a avisarme cuando desees la espada, solo eso…
—¿Por qué me miras con esos ojos tristes? No debería ser así
—es simplemente mi forma de mirar, no tengo otra, a veces se nota un poco más y otras tan solo pasa desapercibido…eso es todo..
—Insisto: No debería ser así, porque soy tu destino, como lo veas, soy eso ahora en tu vida, tu destino—repitió inmutable— con besos incluidos.
¿Cómo podía decirle que después de tanto tiempo comenzaba a dejar de ser invisible para alguien? Aunque más no fuese por un corto tiempo yo estaba siendo vista por alguien más y eso me asustaba demasiado…
Entonces mi futuro que tenía un nombre particular y un apellido con casi todas las letras comenzó a revivir cosas en mí que ya había olvidado que podía sentir.
Y aquello simplemente no podía ser…no para mí.
El sol aún estaba en lo alto, Violeta había dictaminado que por las mañanas debíamos ayudarle en la granja, solo parábamos en el almuerzo y luego continuábamos por dos horas más realizando los quehaceres que ella repartía según las necesidades del momento.
Había una plantación de girasoles, moría por ir a ese lugar, pero para mi mala suerte no me habían designado ir hasta allí, sino hasta la plantación de árboles frutales: manzanas. Cargaba mi banco de un lado para el otro de esa manera llegaba a las manzanas con mayor facilidad.
Claro que Nicolás estaba a una corta distancia haciendo lo mismo, sin mucho entusiasmo, pero, su altura le venía como anillo al dedo lanzaba las manzanas a los cestos como si estuviese botando basura.
—¿Cómo te llevas con él? —me preguntó Andrew, él era el bombero que se había presentado en el almuerzo, tenía por compañera a una bailarina de ballet profesional que estaba como una sombra cerca de Nicolás parloteándole era impresiónate el rostro de él, se limitaba a responderle de forma seria y cortante y aun así ella seguía allí sin desistir. Vaya perseverancia…pensé...
—No lo conozco mucho, pero hasta ahora estamos esforzándonos por intentar sobrellevar las cosas de la mejor manera…—dije subiendo a mi banco para arrancar otra manzana.
—Puedes besarme, cuando te canses de él, puedes hacerlo
—¿eh? —aquello me tomó por sorpresa, deslicé la manzana por mis dedos y Andrew la tomó colocándola en el cesto.
—Claro, digamos que a él tampoco lo conoces, —volví mi rostro hacia las ramas, esa situación era de por demás incómoda para mi— así que no habría mucha diferencia si lo intentas conmigo, quizás esto que nos pasa a todos aquí ,se invierta en caso de que no lo soportes más, yo no la soporto, es demasiado quisquillosa, todo le molesta, además noto que está pegaba como goma de mascar a tu compañero, supongo que podría tener una oportunidad de libarme de ella.