CAPÍTULO 9
-Eva-
¡Pero qué acababa de decir!
¿Efectivamente estaba demente? O ¿Simplemente solo lo hacía para molestarme?.
Me incliné hacia él, su amplia espalda estaba algo torcida ya que se había acomodado boca abajo entrelazando sus brazos sobre esas almohadas un poco maltrechas, parecía dormir sin ningún impedimento.
—Nicolás…—intenté llamarlo entre murmullos pues no deseaba que nadie nos oyese, mis susurros ya parecía no oírlos, cambié de posición yendo hacia los pies de mi cama para observarlo mejor la tenue luz que penetraba por la ventana no era lo suficientemente buena como para ver su rostro, cuando pude visualizarlo mejor, él parecía dormir de forma muy pacífica —¿Cómo puedes dormir así después de decir semejante cosa?, la gente normal no hace eso, pero al parecer tú eres la excepción a la regla, ¿Realmente estás dormido? —le murmuré, pero después de esperar unos segundos nada en él pareció inmutarse, pues estaba dormido.
Lancé un suave suspiro, volviendo hacia mi lugar. Lo único que tenía por seguro es que mi día sería muy largo…
Y así fue, al parecer no tenía dotes de granjera, porque todo me salía fatal, por un error dejé escapar más de una docena de gallinas, por cierto: ¡Odiosas!, ni hablar del gallo que me había perseguido furioso intentando picarme, mientras Nicolás pretendía atraparlas yo corría hacia él pues el gallo endemoniado no me perdía pisada.
—¡Deja de venir hacia mí! —bramó Nicolás atrapando a una gallina para arrojarla dentro del improvisado gallinero.
—¡Ese gallo está loco quiere seguir picando mis piernas! —exclamé cubriéndome tras él, hasta había prendido mis manos a su camiseta jalando de la tela con desesperación moviéndome tras los pasos de Nicolás como si fuese su sombra, el gallo estaba enfocado en mí y deseaba a toda costa seguir persiguiéndome.
Nicolás se movió dando un fuerte tirón dejándome desprovista de su cuerpo el cual era mi único escudo.
—¡Oye no te vayas! —chillé espantada, mientras ese gallo tomaba carrera para venir tras de mí una vez más, sin más remedio voltee hacia esa ave malvada—gallo desgraciado…¿así que quieres terminar en el paraíso de las plumas?, —moví mi mano con decisión y mi espada apareció.
—¿Qué haces? ¿acaso te volviste loca? —me cuestionó Nicolás al notar que había sacado a relucir la espada, llevaba otra gallina entre sus manos para arrojarla dentro del gallinero.
No podía perder tiempo prestándole atención a Nicolás, debía tener mi vista puesta en el gallo.
—¡shu, shu! —exclamé alzando la espada con mis dos manos, el gallo venía hacia mí con la total convicción de volver a atacarme—¡este gallo está loco! , ¡es un suicida! —grité aterrada preparándome, no deseaba aniquilar a ese plumífero desgraciado, pero, mi único escudo humano se había alejado, y no encontré otra forma.
—¡Pero si ni siquiera puedes levantar la espada para hacerle frente a ese jodido gallo! —la voz penetrante de Nicolás lograba desconcentrarme, además su actitud pesimista me ponía los nervios de punta.
—¡No sabes cómo duelen su piquetes!¡esta poseído por una ira descontrolada! —cuando dije aquello ,ya era tarde ,el gallo alteó intentando tomar altura para darme otro de sus picotazos, grité soltado la espada, salí corriendo entre las gallinas que aún quedaban sin atrapar.
Nicolás salió tras de mi para intentar atrapar al gallo criminal de pantorrillas, pero ocurrió que pasé por un sector donde se había acumulado , caca, sí así como se lee: caca de caballos, vi el montículo y al no ser alto di un salto digno de un atleta, bueno en mi trabajo había saltado varias cercas en búsqueda de ladrones y este era apenas un montículo , de algo tenía que servir tanto entrenamiento, pero cuando me voltee hacia Nicolás , bien, ya era algo tarde para él porque estaba tan ensimismado corriendo tras ese gallo que para ello me siguió pero no vio el montículo, resbaló deslizándose por toda esa caca; su pierna, trasero y espalda e incluso su nuca terminaron untados sobre su cuerpo. Ni hablar del bramido que dio de furia cuando se levantó y notó que estaba todo sucio , bien, ahí si temí por mi vida, vociferó miles de insultos, y salió tras de mí.
¡Pase de un mal peor a un mal mayor!
Mientras corría por mi existencia, no pude evitar comenzar a reír, comencé con un simple “ja” pero terminé riendo, entre mi risa y mis pulmones ávidos por salvarme la vida me costaba continuar.
—¡Deja de reír! —bramó a centímetros de atraparme, fue Violeta quien por suerte , supongo, detuvo a Nicolás porque estaba a un segundo de atraparme.
Ya con un poco más de serenidad por la situación, bueno a decir verdad Nicolás no estaba para nada calmado, su pecho se movía con ímpetu parecía un volcán a punto de estallar.
—Encontré la que supongo es la espada de ustedes dos tirada en el gallinero, ¿quisieron matar a alguna de mis gallinas?
Abrí mi boca intentando buscar una explicación, levanté mis manos deseando explicarlo todo.
—No, en realidad— comencé diciendo; ahí fue cuando Nicolás me interrumpió, tenía la voz ronca de rabia.