CAPITULO 10
-Nicolás-
Iba caminando por la oscuridad, había sido duro con Eva, podía admitirlo bajo mi silencio y el de mis pensamientos, aceptaba que me había molestado con ella demasiado cuando había sido mi error no ver ese montículo, quería que me rechace pero tampoco pretendía que me odiara hasta la muerte por comportarme como un cretino, detuve mis pasos cuando escuché la voz de Eva junto a quien consideré un buitre y ese era Andrew, me oculté tras la maleza y la oscuridad.
—Sí, lo sé, admito que para mí defensa no fue intencional, solo que las cosas se salieron un poco de control…—le oí decir, su voz sonaba apagada y desanimada.
—No fue para tanto, él debería estar aquí contigo—agregó el imbécil de Andrew
—No hay de qué preocuparse, yo lo entiendo, suelo equivocarme mucho, y él es como mi antítesis y en el poco tiempo que llevamos juntos, pues, le he causado un par de problemas, créeme entiendo su enojo…
—Eres demasiado buena, con alguien que te desprecia, se lo nota mucho, cada vez que te mira parece detestarte con todo su ser—cuando dijo aquello descubrí que estaba logrando lo que deseaba , pero, ¿por qué no me sentía como esperaba? Después de todo eso era lo que quería —sé que suena mal, pero, es lo que muchos notan, incluso yo. Además su sola presencia ya causa estragos, varias mujeres quieren cambiar pareja con él. —eso último que dijo ese bastardo, era verdad, desgraciadamente tenía muchas “candidatas” para modificar lo que esa bruja hizo, me cuestionaba si Eva también quisiera desear cambiarme ¿lo haría?
—Vi a un par por la tarde yendo a en su ayuda, así que supongo que tiene varias opciones…—confirmó Eva su tono de voz neutro no me daba ni una pizca de oportunidad de saber qué pensaba… hasta que…
—sinceramente: espero que elija a Betina…—remarcó Andrew
—No tuve un buen día hoy, así que supongo que si él así lo desea para mi estará bien— Apreté mi mandíbula, ¿Debía dejar que ella me dejase ir así como así? O ¿Tenía que sacar a relucir lo que podía hacer por alguien si me lo proponía?
Dejé que mis impulsos decidieran por mí, y no faltó mucho para que mi cuerpo reaccionara, solo me bastó con verla tendida en el suelo a punto de que salga lastimada. No sé si fue mi cabeza quien dio la orden a mi corazón o mi corazón a mi cuerpo para que reaccionase, pero, mostré eso que soy cuando me enojo. Después de todo según mi familia había heredado el carácter asqueroso de mi abuelo y la rotundez de molerme a golpes si era necesario cuando algo realmente me causaba impotencia.
Después de que solté a ese tipo, supuse que me gané a un enemigo. No me importaba mucho, me dolían los puños, mi pecho se agitaba abrumado, observé a Eva tendida en el suelo mirándome impactada y asustada. Extendí mi mano hacia ella ayudándola a ponerse de pie.
Mi vocación de médico salió a relucir , eso, era inevitable. Toqué su rostro revisándola, iba a revisar donde le habían dado con la punta de la espada, pero ella me detuvo sosteniendo mi mano, negando suavemente con su cabeza.
—Estás lastimado…—murmuró apenada llevando sus dedos hacia mi boca, pues tenía un magullón o algo como eso, no sentía dolor alguno, la adrenalina del momento me tenía adormecido por completo.
—No—respondí de forma tajante desviando mi rostro de su mano, sus dedos se sintieron suaves ante el tacto, me separé por completo.
—Lo siento, juro que no quise…—Ahí íbamos de nuevo con la culpa que parecía ser una de sus inevitables problemas. Y yo, sin desearlo, me había convertido en uno de esos constantes “recordatorios” .
—No lo hice por ti, así que no te sientas culpable, es algo que yo desee por mi propio bien, además, yo debía estar aquí contigo, de haberlo hecho la espada la habría tenido yo y no tú, por ende esto se habría evitado porque me iban a elegir por consecuencia a mí ya que tú tenías la espada antes de ocurriera esto…
—pero…—ella tragó con algo de dificultad, sus ojos brillaban pero no de forma especial, sino, con lágrimas que bordeaban suavemente sus ojos.
—pero nada, además, es bueno que sepas como soy cuando me enfado…como verás te di otra excusa para que puedas detestarme aún más.
Y con eso último me fui de allí.
Me la había pasado caminando por la oscuridad de esos campos alumbrándome con esa antigua linterna terminé sentado sobre un viejo tronco seco observando lo poco que se podía ver bajo la luna llena y el calor nocturno.
Hasta que alguien más me alumbró directo a la cara, llevé mi mano hacia mi rostro cubriendo mis ojos…
—No deberías estar aquí, sino, durmiendo los días son agotadores y sobre todo después de una pelea intensa—reconocí la voz de la dueña de la casa.
—Si bajas esa luz de mi rostro quizás no lancé un insulto dentro de unos segundos, hoy me encuentro con poca paciencia…—le advertí
—está bien, lo haré, te he visto en acción, ese carácter que llevas parece que ocupa gran parte de ti—bajó la luz, entonces pude quitar mi mano de mi rostro para divisarla entre la oscuridad.