CAPÍTULO 11
-Eva-
Sus ojos…
Íbamos camino a casa, por supuesto que le tocó la ventanilla, iba cruzado de brazos, pero, desde mi lugar podía observar su rostro, sobre todo el color de sus ojos, de por sí eran verdes, pero esta vez parecían haber virado en un verde aún más claro, pero, la noche en la que salió en mi defensa y tomó mi rostro entre sus manos, se habían vuelto de un verde oscuro intenso, en cambio cuando caminaba con calma por la plantación de girasoles, eran de un verde espejado, ¿cómo podía ser?
De improvisto se volteó hacia mí.
—¿Por qué me observas de esa manera tan estúpida? ¿sabías que siento tu mirada en mi nuca? —me cuestionó flechándome molesto, y si bien estaba mal que le prestase atención, pero…seguramente después de esto ya no nos veríamos más así que poco importaba desear explotar un poco frente a él.
—Tus ojos…—dije sin más, él se giró hacia mí de mala gana.
—Ocurre con el clima, nada fuera de lo normal— volviendo a voltear hacia la ventanilla, respondió a secas descubriendo que yo había pillado el cambio de color que se producía en ellos.
—No es solo eso…—cuando dije aquello su expresión ,esa misma, que podía observar desde mi lugar pareció cambiar prestándome con cierto disimulo más atención de la normal, entonces él se giró hacia mí con actitud desafiante, una vez más ( lo cual parecía ya algo muy natural en él) una de sus cejas se elevó levemente en signo de arrogancia.
—Además del clima: ¿Qué crees que es? —inquirió con altanería.
Sonreí suavemente, una corazonada de esas que usualmente me invadían se atrevió a salir.
—Tus estados de ánimo—aseguré.
Su actitud cambió de forma rotunda. Él no se esperaba esa respuesta de mi parte.
¡Había acertado!
Pues Nicolás expandió su expresión algo sorprendido, sus comisuras se elevaron un poco ,solo un poco, no era una sonrisa pero por lo visto yo estaba en lo cierto.
Al parecer él no quiso que yo siguiese husmeando en lo que decían sus ojos sobre él, dejó de obsérvame regresando a su postura original.
—Eso es lo que en ti veo…—murmuré con suavidad en mi propia defensa.
—Lo primero que dije antes de venir hasta este lugar era : Nada de preguntas—me recordó de malhumor.
Inevitablemente volví a sonreír.
—Eso lo dices porque he dado en el blanco—le recordé con un dejo de victoria en mi tono de voz, esa pequeña provocación al parecer no le agradó, pues yo había descubierto algo que su impenetrable forma de ser tenía como punto débil. Se giró levemente sobre su hombro.
—El ojo está ligado neurológicamente al cerebro, por lo tanto, se podría decir que es la única parte de nuestro cerebro que se puede ver desde el exterior…
—¿en verdad? ¡Wow! Eso sique no lo sabía…
Nicolás asintió de forma desinteresada para continuar:
—Por eso, observándote sé que a veces eres un tonta aunque hoy tuviste un golpe de suerte—¡Él sabía sacarme de las casillas!, flexioné mis piernas volteándome directamente hacia él iba a darle un pellizco cuando de pronto en simultáneo Nicolás se giró directamente hacia mí, y sin buscarlo estábamos enfrentados de forma directa…muy directa…— solo mi madre y tú saben que, ese, es otro de los motivos por el cual mis ojos ,a veces, cambian un poco…
Aquello sonó extraño…él se puso serio cuando dijo aquello, una sinceridad abrumadora pareció envolver cada una de sus palabras.
—Eso quiere decir que descubrí tu secreto, juro que no se lo diré a nadie—intenté molestarlo para evitar que siguiese observándome de esa forma tan…particular.
Nicolás acercó su rostro a centímetros del mío. Aquello me intimidó pero no podía echarme hacia atrás yo lo había provocado.
—Puedes decirle eso a quien se te pegue la gana—aseguró con cierto desprecio, acto seguido con uno de sus dedos toco en medio de mi frente separándome—estás invadiendo mi espacio personal, y por favor has silencio hablas demasiado además de realizar cuestionamientos sin sentido—se volteó de forma definitiva ¡casi dándome la espalda!
—cretino…—murmuré acomodándome nuevamente
-Nicolás-
La observé quedarse dormida, sus brazos descansaban sobre su regazo, llevaba un bonito vestido corto en un tono claro con pequeñas flores blancas. Sus piernas se movían con suavidad cada tanto, parecía tener algo de frío por aire acondicionado, pues, sus hombros se habían encogido levemente.
¿Eres especial? ¿eh? Sonreí, nadie había dado con la posibilidad de que mis ojos a pesar de que viraban con el antojo del clima también eran rotundos con mis cambios de humor, eso me ocurría desde que era un niño, y mi madre era quien lo había descubierto relacionando mis estados de ánimo con el color de mi ojos, era una condición poco común, pero al parecer no solo influía en mí el clima, sino también mis sentimientos.
Ese era el único rincón de mi por el cual alguien podía descubrir qué carajo me ocurría, porque de otra manera lo más seguro es que fuese desacertado, por lo menos eso me pasaba con todo el mundo, la mayoría me decía “hoy estás jodidamente feliz” cuando en realidad estaba sintiéndome todo lo contrario. “ Tu seriedad es una mierda” cuando en realidad solo era una forma de mantener distancia de los demás. “ Parece que no estás para nada calmado” cuando por dentro era pura tranquilidad. O “tu vida es demasiado aburrida” “¿Por qué no le sacas provecho a todo lo que posees?” Y no sabían que yo disfrutaba de pequeños “secretos” que hacían mi vida maravillosa.