CAPÍTULO 13
-Nicolás-
Tuve que salir de forma precipitada de la casa de Eva, mi móvil sonó con una llamada de mi hermana, nos llevábamos quinceaños de diferencia, parecía un abismo entre los dos, además de que ella era el fiel reflejo de mis padres, aunque ya no tanto de mi madre que gracias a su enfermedad la había cambiado, casi dándole un giro a su forma de ser de unos 360º grados, después de todo era lo que veía en la mayoría de mis pacientes terminales, y mi madre no era la excepción a eso.
Comprendí desde muy joven cuál era el sentido de la vida y de la muerte, porque yo no me parecía ni a mi madre ni a mi padre, sino, a mi abuelo, él había sido mi verdadera inspiración en la vida, él fue quien construyó en mi todo lo que era y lo que soy.
Revisé los monitores, los últimos resultados de los estudios que le realizaron; no había mejoría, el dolor había vuelto, el aumento de la dosis de morfina ayudaría a mi madre a soportar un poco más algo que ya parecía insostenible.
Tomé su mano no estaba tan fría como de costumbre. Besé su frente con cuidado.
—Mi bello Nicolás…—murmuró esbozando una débil sonrisa, parpadeando con suavidad.
—pensé que dormías—dije volviendo a besar su frente.
—Últimamente estoy más alerta a pesar de que como verás me siento muy exhausta aún con los ojos cerrados reconozco tus pasos al entrar o tu perfume favorito cuando te acercas en silencio a besar mi frente—incluso para darme una tenue sonrisa debió esforzarse demasiado— hoy no fue un día bueno…
—créeme que lo sé…—murmuré sentándome a su lado tomándola por la mano, apreté mi mandíbula conteniendo un dolor que me asfixiaba a la altura de mi garganta.
—lo siento, ¿podrías perdonarme?
—deja de gastar energía en cosas sin sentido—estiró su brazo poniendo su otra mano sobre la mía aferrándose.
—por favor, la incertidumbre me invade, y quizás un día no lleguemos a vernos a tiempo….cuando eso ocurra quiero saber que dije todo lo que necesitaba…
—Ya nos hemos dicho todo lo necesario, en verdad: deseo que sientas tranquilidad—dije intentando calmarla, esta vez el miedo invadía demasiado a mi madre y eso me asustaba.
—No—sentenció con seguridad—por favor quiero que me escuches—su mirada: ¡cómo me hacía sufrir cuando me veía de esa forma! Desvié mi vista por segundos, asintiendo a duras penas. Eso provocó que ella tuviese algo de serenidad.
—Está bien, solo procura no cansarte, voy a escucharte…
—Debes perdonarme, por todo el tiempo en el que quise separarte de tu abuelo para convertirte en alguien como nosotros, y en eso incluyo a tu hermana, cuando la observo me apeno pues me veo reflejada en ella ¿así era en el pasado? Lamento lo que construí en tu hermana pues su reflejo es el mío, ¿tan superficial era?, —no respondí ante su cuestionamiento lo que menos quería era lastimarla— desearía cambiar todo, me habría gustado verte ir por el mundo cuidando de tanto desconocidos, en este último tiempo gracias a tu amigo, porque sé que no te gusta que nadie husmee en tu vida, pude verte, pude ver a tu abuelo; te vi de adolescente con él metiendo tus narices entre los pacientes que él tenía, te he visto ya como un joven fuerte y decidido, siguiendo su mismo camino, conocí una faceta de ti que me resultaba totalmente desconocida, y me arrepiento de no haber visto lo que había en ti mucho antes, porque habría deseado compartir contigo todo eso, buscabas ser feliz, y nosotros solo deseábamos cortarte las alas, hasta que de tanto insistir terminamos apagando tu luz, solo para que vivas nuestras vidas horrendas y desabridas. Desde mi cama, pienso en ti mi bello Nicolás y en el dolor que te hemos causado…yo provoqué por mucho tiempo que tus ojos se volviesen tristes. Lo siento…
Apreté mi mandíbula con fuerza, recordar todo aquello me dolía, aun dolía.
Aprendí a amar la medicina gracias a mi abuelo que era doctor, pero no era como un médico común, era un doctor que vivía por las personas, tanto que viajaba a África durante meses y luego a la India, cuidando de los más infortunados, y olvidados, en todos sus viajes desde adolescente me llevaba, y yo...simplemente me maravillé viendo cómo se desenvolvía entre distintas culturas, entre personas que ni siquiera sabían nuestro idioma pero a través de simples gestos la conexión era casi instantánea, si comparaba la vida de mis padres llena de lujos, viajes, gente fría y obsoleta, la vida se me tornaba demasiado amarga y desabrida, la angustia me invadía, y cuando observaba a mi hermana fiel reflejo de mis padres solo me cuestionaba: ¿Esta mierda de vida me deparaba a mí? Administrar tanto dinero para luego terminar en una cama de hospital lamentándome por haber vivido una vida reventada en lujos, pero vacía de todo eso que necesitas cuando estas agonizando.
Fue cuando decidí ser médico, aprendí de mi abuelo era entusiasta y aventurero, tenía una facilidad para congeniar con la gente que era impresionante, me enseñó a lidiar con personas que a veces no tenían ni para tomar agua limpia, que vivían rodeados de moscas y que quizás su único alimento en el día se remitía a una pequeño trozo de pan…
Hasta que mi abuelo murió, entonces el hospital que él había creado aquí en la ciudad antes de dedicarse a viajar cuidando de tantas personas necesitadas iba a ser vendido ya que mis padres eran los dueños. En el testamento mi abuelo no pudo cambiar la cláusula a mi favor pues ese había sido su deseo desde que vio en mí que yo compartía su misma pasión , murió antes de lograr hacerlo, fue entonces cuando mis padres usaron aquel pretexto para obligarme a venir con la amenaza de que si no centraba cabeza, iban a venderlo al mejor postor, fue entonces cuando usé todo el dinero que tenía heredado, sí, era mucho, llegando a un acuerdo comprándolo, pero, mis padres solo iban a entregarlo si yo vivía aquí, aceptando eso como única condición para su venta.