CAPÍTULO 15
-Eva-
En cuanto a mi familia, ya todos sabían de la presencia de Nicolás en mi casa, la dueña de los apartamentos amiga de mi madre le había contado todo. Estaban expectantes por conocer a quien yo le daba albergue en casa.
—Eva, ¿por qué él no se encuentra hoy aquí?
—es médico , mamá, y realiza turnos muy extensos así que no suele estar en casa,—entonces tuve que mentir, me desagradaba hacerlo pero no me quedaba de otra—es un gran amigo de una de mis amigas, así que solo estará un par de meses…
—en un momento me ilusioné , porque después de Thomas…nadie —detuve aquello que mi madre quería rememorar en mí.
—por favor, mamá, no vuelvas a insistir con lo mismo—le pedí con colmo.
Mi madre hizo caso omiso a mi petición.
—después de lo ocurrido, llevas ya tres años, ¡tres años! Sola, vamos Eva, porqué estas dejando que las cosas sean así, ¿por qué no puedes avanzar? Te entregas por todo el mundo, pero no por ti misma, ¿qué ha ocurrido en ti que te has dejado en último lugar?
—No me ha ocurrido nada, solo la situación se ha dado así—volví a mentir—tengo amigos, salgo, trabajo, no voy a forzar nada, y hasta ahora todo va muy bien con mi vida, y creo que ya deberías aceptar mi situación así como la acepto yo…
—¿te ha seguido increpando la madre de Thomas?
Miré a mi madre, entonces busque esas sonrisas que había refeccionado con el tiempo sacando a relucir una.
—Por supuesto que no. Tranquila, estoy bien—y sin dejar de sonreír aparentemente calme a mi madre pues asintió un poco más aliviada.
—está bien, como tu digas…—abrió su bolso y sacó de allí una invitación de bodas—vine a traerte la invitación de bodas de tu prima, quisieron hacer algunas en papel para tener un recuerdo aunque ya te enviarán las digitales a tu móvil, ya todos saben que ese muchacho vive aquí contigo, y por lo que dijo mi amiga se ve alguien muy amable , así que él también está invitado, ya has visto como somos en esta familia, no dejamos a nadie solos.
—dudo que él desee ir, de todas maneras gracias…
Mi madre me estrechó entre sus brazos, quizás muy en el fondo ella intuía que solo estaba simulando, pues me sentía muy sola. Para que la angustia no tomase parte de mi ánimo, rápidamente dije:
—¿Aún sigo siendo la dama de compañía?
Mi madre se separó de mí.
—¡claro que sí! Voy a enviarte la dirección para que vayas a hacerte las pruebas del vestido y demás, seguramente tu prima te llamará en estos días.
—genial, —comenté terminando de guardar un par de víveres dentro de las bolsas de papel. Cuando mi madre se fue, me encontraba organizando todo para ir hasta la dirección que me habían dimicado, allí encontraría a Mateo y a su abuela. Hasta que de forma sorpresiva apreció Nicolás que por lo visto también se sorprendido por verme. Aceptar que me acompañé no lo veía del todo mal, después de todo me tranquilizada que él pudiese verlos nuevamente, sobre todo a la abuela de Mateo pues padecía de varias enfermedades. Un cuestionamiento invadió mi pensamiento:
¿Dónde había dormido Nicolás? Era evidente que en casa no, la curiosidad me invadió como todo eso que no deseaba saber de él. Quizás había vuelto con su ex, aunque su forma de ser a veces me la ponía difícil, pues en muchas oportunidades se tornaba indescifrable para mí, a pesar de su mirada que me permitía en ocasiones descubrir lo que realmente le pasaba.
Cuando llegamos al vecindario, bien, no era un lugar muy aceptable, incluso lo habría tildado de peligroso, Nicolás tomo de una de las bolsas mientras yo llevaba otra.
Tomé mi móvil revisando la ubicación.
—Nicolás, creo que nos hemos equivocado, no encuentro al numeración—comenté guardándolo nuevamente mi móvil en el bolsillo de mi jean, él observó los maltrechos carteles que distinguían los edificios de los apartamentos.
—espérame aquí, voy a consultar dentro quizás no sea nuestro error sino la numeración de los edificios—Asentí esperándolo afuera. Lo vi desparecer subiendo las escalinatas hasta llegar tras unas puertas de vidrio.
Caminé un par de pasos apoyando mi hombro sobre el muro del edifico, sosteniendo la pesada bolsa de víveres, cuando de pronto sentí que alguien apoyaba su manos sobre mi espalda, bien…ese, no parecía ser Nicolás. Y así lo confirmé.
Moví mis piernas alejándome de ese sujeto, que de forma sorprendente había aparecido junto a mí , era delgado, estaba desaliñado, grandes tatuajes cubrían sus brazos al parecer llevaba muchos en su cuerpo por que le llegaban hasta el cuello. Sonrió divertido.
—Aléjate de mí. Ahora mismo. —le ordené con firmeza
—No te asustes, no pude evitar poner mi mano sobre tu espalda ,lo siento—dictaminó atravesando su brazo de tal forma que evitaba mi paso plantando su mano sobre la pared.
Me moví con precaución alejándome un poco más.
—Dije que te alejes de mi o juro que…—el desconocido rio interrumpiéndome.