CAPÍTULO 17
-Damiano-
-Flashback-
Había pasado el resto de mis años buscando la forma de satisfacer mis propias necesidades y las de mi padre. Siempre me cuestioné: ¿Qué tan difícil podría ser? Después de obtener una maldición a la que mi padre me había arrastrado a poseer por su avaricia y deseo de venganza , indudablemente, terminé acoplándome a todo lo que me rodeaba y eso, no era más que un imperioso deseo de venganza.
Odiábamos en secreto, y eso era terrible para alguien como nosotros ya que debíamos controlar esas emociones que mordían cada centímetro de nuestras reacciones solo por evitar expresar lo que por dentro parecía arder por explotar, entonces, debíamos sofocarnos a nosotros mismos para dejar que todo fluya hasta encontrar el momento indicado.
Todo comenzó con el abuelo de Nicolás, Stavropoulos Antón, él siempre supo que nuestras empresas comenzaron a decaer por un mal negocio de mi padre, cuando fuimos por su ayuda él se negó a solventar lo que le pedíamos que luego devolveríamos con intereses, en vez de eso esperó viendo como nuestra riqueza decrecía al punto de vernos desesperados, tuvimos que vender parte de nuestras acciones y Antón fue quien compró la mayoría. Con mi padre decidimos que en vez de desear odiarlo en público nos mostraríamos agradecidos fue cuando a mi padre se le ocurrió que mi hermanastra podía emparentarse con toda su familia sobre todo con Nicolás su nieto menor, pero, antes de ello mi padre me llevó con esa gitana, cuando quedé maldito mi vida se había convertido en una sombra asquerosa, mi compañera no podía vivir porque su sola existencia me sometía a su fragilidad y a su vulgaridad, entonces mi padre se encargó de mortificarla, hasta que un día perpetró una emboscada dejándola sola con los de nuestra misma condición, ella confiaba en mí, pues yo la había engañado, ¿habría deseado cambiar su historia? Quizá, al estar unidos por la espada, cuando llegué hasta el lugar junto a mi padre vi la escena, estaba demasiado golpeada y lastimada, y yo aún conservaba algo de humanidad viviendo en mí, avancé en su dirección cuando su oponente iba a atravesarla pues el canto de la espada me abrumó, mi padre me golpeó con tal intensidad que caí al suelo con ello evitó que yo llegase hasta ella, fue cuando su contrincante la atravesó con su espada.
Mi padre me tomó por mis ropas arrastrándome hacia mi compañera, a toda velocidad me exigió que tomara la espada antes de que esta desapareciera. Ella aún seguía con vida no podía hablar intentaba expresarse pero la sangre salía por su boca ahogándola.
—¡Remátala ahora! —bramó mi padre aquella noche, tenía mis manos sobre la empuñadora podía quitar la espada y de todas maneras moriría o bien podía enterrarla aún más y darle la estocada final. La diferencia era que en el primer opción aún podía conservar algo de mí, en la otra simplemente me condenaba a convertirme en monstruo.
Los segundos parecían eternos, mi corazón agitado, mi loca turbación estaba desquiciándome por completo entre todas esas personas que se debatían entre las espadas, mi padre golpeó mi nuca con fiereza gemí de dolor.
—¡Maldito cobarde!¡Mátala! —mis puños se hundieron aferrándose a la empuñadura con fuerza, Ravenna se ahogó por última vez , y desde entonces quedé maldecido para siempre. Al estar unidos por el corazón, ella era mi destino y si uno de los dos decidía acabar con el otro, instantáneamente quedaría maldito de por vida. Y así fue como me convertí en un monstruo, que aún no olvidaba la mirada apagada y oscura que ensombreció esos ojos que clamaban por mi compasión, piedad que no tuve con alguien en quien confió en mí.
Esa noche mi padre había sobornado a la mayoría de los que estaban allí, pero no pudo con uno de ellos, que estaba deseando librarse del mal que había concebido al jugar con esa gitana. Cuando logró escapar en medio de la gresca, su cartera se cayó, fue cuando encontramos su identificación.
Campbell, Thomas…
—Eligió el camino difícil, podre infeliz …—las palabras de mi padre eran una verdadera sentencia para quien se atreviese a meterse conmigo.
-Fin del flashback-
Observé a Carolina de mal humor, conocía su cara de estúpida cuando algo no le salía bien.
—Mas te vale que traigas buenas noticias—dije al ver que ella tomaba asiento en uno de los sillones situados frente a mi escritorio.
—Si no me hubieses pedido que lo obligue a arrodillarse quizás hoy tendría buenas noticias, pero, por tu estúpido capricho provoqué que él estallara en enojo, nunca antes lo había visto así conmigo…
Meneé con suavidad mi cabeza, intentando contener mi furia al oírla hablar .
—¿Qué bastardo se te resistiría a ti?, me aseguraste que él estaba perdidamente enamorado, tiraste su jodido anillo que estaba valuado en miles y miles de dólares, aun así siguió insistiendo contigo—aduje sulfurando de enojo.
—¡Conoces muy bien a Nicolás! Pedirle que se arrodille solo para darte el gusto a ti de que supieses que él se arrodilló ante mí es como desear que tu asquerosa obsesión con él sea un tonto juego—cuando la oí simplemente reaccioné lanzando a un costado las cosas que tenía sobre mi escritorio yendo directo hacia ella, mis dedos se prendieron a su cuello.