CAPÍTULO 19
-Nicolás-
Detestaba su orgullo desmedido, otra mujer habría aceptado todo sin miramientos, pero ella buscaba la forma para que yo siguiese creyendo que ella era más perfecta de lo que imaginaba.
Todos los vestidos le quedaban demasiado bien, las empleadas de la tienda no mentían, yo era uno de los dueños, tuve que realizar una llamada para indicarles que por favor no dijesen nada cuando me viesen llegar y simularan que un amigo me había realizado el favor de poder estar allí a esas horas.
Cuando jaló del cierre de su vestido, dejando al descubierto su delicada espalda, ya no había magullón, las curvas de su cintura me obligaron a desviar la mirada hasta que desaprecio tras el vestidor, era evidente que los nervios le jugaban una mala pasada, yo aún seguía turbándola y eso me molestaba porque no me permitía llegar a ella como deseaba, pero a la vez parecía ser era necesario:
—Es simple, si no lo haces: ¿ adivina que pasará? Todo tu esfuerzo se ira a la basura, y ¡vaya! Seguirás conmigo y ninguno de los dos queremos eso ¿verdad?
Cuando dije aquello la expresión de Eva se modificó con evidente seriedad.
Solo te ponía a prueba para que me dieses el más mínimo indicio de avanzar hacia ti, pero en vez de eso te las ingeniabas para apuñalar cada de uno de mis sentimientos:
—Por supuesto; yo no quiero estar contigo—me aseguró.
Bien, aquello era sofocante y odioso, así que decidí sonreír como si su respuesta no me importara en lo más mínimo.
Por la noche saldría con ese tipo, y no podía quedarme allí, de hacerlo quizás enloquecería, al ser día sábado, David organizó que saliésemos a un exclusivo club, bien, hacía mucho que no tenía un respiro de tanto trabajo, salí de mi habitación ,bajaba por las escaleras y divisé a Eva lista para salir, noté que movía una de sus piernas con un cierto temblor que no podía disimular.
Cuando me vio se puso de pie. Llevaba uno de los vestidos que elegimos juntos, era negro, de mangas largas ajustadas y corto, ese particular vestido parecía hecho realmente a medida para ella, se adherida a su cuerpo de tal manera que era imposible no notar lo hermosa que se veía, llevaba el cabello ladeado hacia un costado con delicadas ondas que se deshacían en las puntas, el color del tinte de labios rojo bajo su expresión frágil, era una locura para mi corazón.
Aprete mi mandíbula tragando con dificultad.
—Nicolás…
—¿Si? —inquirí de forma desinteresada tomando las llaves de mi automóvil.
—¿También vas a salir? —me preguntó, notaba la turbación que llevaba y eso era por algo más…
—Así es, voy a salir con unos amigos ,así que no me esperes—me voltee dándole la espalda para irme.
—claro…—oí su voz, su inquietante estado me ponía de mal humor, odiaba que estuviese haciendo algo que ella no quería.
Me voltee hacia ella, Eva me observaba sus ojos brillaban con cierta melancolía y turbación pero cuando me giré su expresión pareció aliviarse un poco. Caminé hacia ella, tomé una de sus manos.
—Cuando estés nerviosa y sola, y la ansiedad a veces te juegue una mala pasada, puedes calmarte de una manera sencilla… —Eva se sorprendió cuando le dije aquello, abrió levemente sus labios dejando libre algo de calma al sentir que yo había notado lo que le ocurría—esto se llama abrazo mariposa, cruzas los brazos sobre el pecho, llevando tu mano derecha sobre el hombro izquierdo y la mano izquierda sobre el hombro derecho y palmeas con pequeños toques suaves cada hombro, esto es una estimulación bilateral que te resultará de ayuda para calmarte, al hacer esto estimulas los hemisferios derechos e izquierdos cerebrales , impulsando una forma de tranquilizarte y de liberar la tensión, esto no lo podrás hacer frente a las personas, pero, si eres disimulada, puedes usar una sola mano, —quité sus brazos de la forma en la que le estaba enseñando, y lleve una sola de sus manos , la derecha, hasta un poco más abajo de su hombro izquierdo, con mi mano cubrí tomando la suya—con tranquilidad mueve tu mano calmándote y en cuestión de segundos todo lo que esté turbándote va a irse—le aseguré.
—Da realmente resultado…—dijo con una sonrisa tímida, simplemente ladee mi boca un poco asintiendo deslicé mi mano quitándola de la suya.
Entonces eso pareció darle algo de valentía:
—Nicolás, ¿podrías darme la espada?
—¿en un momento como este se te ocurre que te de la espada?
—La necesito por si resulta bien… es solo para verificar que realmente todo salió como te dijeron…
—No—dije de forma terminante volteándome para irme, de pronto sentí que sus dedos me jalaron por la punta de mi chaqueta.
Ok… me voltee una vez más hacia ella.
—Por favor…—me rogó, —si resulta prometo llamarte—insistió.
—ya te dije que: No—sentencié de forma terminante.
Eva frunció levemente el ceño conteniendo cierta molestia por mi rotunda negación a su pedido. ¡Estaba jugando conmigo! ¿acaso no notaba lo martirizante que podía ser para mí? O bien ¡lo peligroso! Yo no estaba con demasiado autocontrol y últimamente hacía grandes esfuerzos para mantenerme sobre la raya.