Que tus besos No sean de Amor

Capítulo 34

CAPÍTULO 34

 

 

-Eva-

 

Apenas mis labios tocaron los suyos, la espada se dividió en dos, estiré mi brazo sobre el aire, los dedos de mi mano se abrieron con determinación atrapándola con fiereza, separé mi boca de la de él y de forma instantánea la armadura apreció aferrándose a mi cuerpo, Nicolás jadeó de dolor al sentir la presión de su armadura sobre su cuerpo.

Carolina gritó espantada, cayendo al suelo desmayada.

Me puse de pie, blandiendo mi espada, Nicolás intentó moverse, pero ya no podía seguir junto a él.

 Comencé a avanzar a toda velocidad hacia esa casona, quité la linterna de mi cinturón alumbrando a medida que me acercaba, una vez estando allí patee la puerta de entrada que yacía entreabierta.

—¡Sal ahora mismo donde te pueda ver! —moví mi muñeca en distintas direcciones alumbrando cada rincón, procedí a entrar, cuando de pronto el filo de su espada apareció deteniéndose de forma peligrosa cerca de mi cuello.

—Te voy a conceder el deseo…—su voz, ¡esa voz! Yo la conocía, me voltee hacia él.

—Tú—dije sin poder disimular le temblor que abrumaban mis labios cuando le hablé.

—Es una pena que debamos conocernos de esta manera, pero, verás, estoy en una situación algo límite…y créeme no me gusta perder. —y sin rodeos me pateo sobre el estómago, cuando pude medianamente enderezarme, volvió a patearme una y otra vez logrando  lanzarme hacia afuera , trastabillé cayendo sobre la nieve, mi espada se desprendió de mi mano, me arrastré rápidamente yendo en su búsqueda, cuando él clavó la punta de la suya sobre mi antebrazo penetrando el delgado metal, grité deteniendo por segundos mis intrépidos movimientos.

—Eres tan insignificante para mí, que pienso jugar contigo para que sufras de la manera más lenta y dolorosa posible, asquerosa escoria…—sacó su espada con brutalidad, la sangre comenzó a salir ,me arrastré atrapando la empuñadura de mi espada, me voltee hacia él logrando erguirme, sostuve mi espada apuntándole.

—Voy…voy…a matarte—le aseguré.

—¿Aún con ganas de seguir amanzanando?, ¿acaso ya no te lo dije?—avanzó hacia mi velozmente—¡nadie ha logrado si quiera atreverse a conseguirlo, porque todos mueren antes! —nuestras espadas chocaron, mis pies iban deslizándose por la embustera nieve.

Él tenía más fuerza, y lo sabía,  con un contundente movimiento de sus brazos logró quitar mi espada de su frente, para darme un golpe con su puño, tambalee haciendo desaparecer mi espada, no podía dejar que él la tomase.

—Eres astuta…¿no deseas ser martirizada con tu propia espada? —sabía muy bien que si yo no la hacía aparecer él no podía tomarla. Me jaló por el cabello, tiró tan fuerte que desenredo la trenza que llevaba arrastrándome hacia él, gemí de dolor, levanté mi pierna  y con mi rodilla llegué a darle en la entre pierna con brutalidad, se tambaleó gritando de furia, hizo aparecer su espada una vez más blandiéndola para ir contra mí, entonces mi espada apareció nuevamente chocando nuevamente.

Mis ojos observaron las tétricas inscripciones de su espada.

Ah…veo que ya lo has notado , bien, esas son algunas de las miserables personas que se atrevieron a meterse en mi camino, el filo de mi espada es solo un recordatorio de lo invencible que puedo llegar a ser, —me golpeó lanzándome al suelo, elevé mi espada  sobre mi pues él llevó la suya una vez más estrellándola nuevamente, grité  por el esfuerzo que estaba haciendo para que no lograse acercarse a mí, si hacia desaparecer mi espada en esos momentos , él literalmente me cortaría, matándome.

El filo de mi espada estaba cada vez más cerca, a esa altura mi tórax terminaría en muy mal estado si él conseguía llegar hasta mí.

—¿Lista para morir? Inservible larva —jadee ante lo inminente.

Cuando de pronto…

Apareció Nicolás tras de él lastimándolo por la espalda, Damiano, separó su espada de mi  bufando de dolor, Nicolás no había logrado darle con contundencia, por lo tanto hizo desvanecer su espada para poder tomarlo por las ropas  arrojándolo lejos de mí cuando lo hizo ahogó un grito desgarrador pues estaba usando hasta lo último que le quedaba de fuerza intentando salvarme, gracias a eso sirvió para que yo pudiese ponerme en guardia nuevamente, Nicolás jadeó exhausto, Damiano gemía abrumado por el dolor, pensé que iría tras Nicolás, pero muy al contrario: se puso de pie yendo hacia mí con una aterradora desesperación por desear atraparme su espada había aparecido en su mano una vez más, cuando lo tuve cerca rápidamente elevé mi pierna dándole en el brazo a la altura de su codo, tuve un literal golpe de suerte, pues por el golpe él soltó su espada resbalando bajo la nieve y esta se deslizó, entonces recordé a Esteban:

“…Las espadas solo pueden ser tomadas en momentos tensos por los de tu misma condición, …”

 

Enfurecido arañó la nieve buscando un punto de apoyo para volver a erguirse, cuando lo consiguió, bramó yendo tras su espada pero Nicolás apareció nuevamente golpeándolo con fiereza, fue cuando Damiano se compuso para ir tras él, no podía permitir eso, con suma rapidez tomé su espada.



#2289 en Joven Adulto
#12296 en Novela romántica

En el texto hay: misterio, romance, hechizo

Editado: 16.04.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.