EPÍLOGO
-Carolina-
Despertó yendo en búsqueda de Nicolás, se detuvo mareada al verlo aferrando el cuerpo de Eva, apunto de descompensarse, llevaba el corte de su brazo y el de su pierna, ella tenía golpes en el rostro parecía desvanecida junto a él. Corrió hacia ellos. Una vez cerca, se detuvo colocándose junto a Nicolás.
—Tienes que ayudarme, ya no creo que pueda soportarlo mucho más…—le balbució Nicolás, deslizando su mano capturando a regañadientes uno de los brazos de Carolina.
—¡Voy a ir a conseguir ayuda!, debes aguantar , por ella, que está inconsciente, tiene el cuerpo muy frio—Carolina tocó a Eva, pero, cuando dijo aquello Nicolás parecía mirarla aturdido, meneó su cabeza frunciendo el ceño levemente, volviendo a observar a Eva, miró los dedos de su mano, esos mismos que él había usado para presionar la herida de su abdomen—¿la sangre?¿qué ocurrió? —inquirió desconcertado deslizando su manos por el abdomen de Eva sin encontrar nada.
—¿De qué hablas Nicolás? Estás aturdido, perdiste mucha sangre por tu brazo, por eso tienes los dedos manchados, ella no tiene nada.
—no puede ser, yo la vi, esa gitana...
Carolina decidió no seguir escuchándolo, ya que interpretó que estaba delirando producto del haber perdido tanta sangre y ella también se sentía extraña pues al despertar su cabeza se encontraba tan confusa que lo atribuyó al terrible golpe que se había dado al caer desmayada, pues tampoco entendía la confusión de su cabeza.
Se puso de pie para buscar ayuda cuando de pronto se topó con su hermano.
—¡No voy a dejar que te acerques a ellos! —aseguró con vehemencia—¡jodido monstruo, no sé qué ocurrió! ¡ni por qué demonios cargas una espada!
—¡eres una estúpida incapaz de si quiera vivir por ti misma, crees que podrías detenerme ! ¡siempre serás una egoísta buena para nada!¡Muévete de una buena vez!
—sí, soy egoísta ,pero, si de algo estoy segura es de que no quiero terminar como tú Damiano y aunque no lo creas ¡no pienso moverme! ¡Maldito cretino!—entonces Damiano avanzó hacia ella con suma violencia.
—¡Alto ahí! —la voz de alto de los oficiales junto a Eliot detuvieron el andar de Damiano, que frenético decidió avanzar sobre los oficiales al verse cercado.
Fuentes gubernamentales anuncian que el conocido empresario Erman Damiano, llevaba una vida envuelta en crímenes inauditos bajo su cuidada y perfecta imagen, pues, para el terror de todos los que lo conocieron resultó ser un asesino, en su haber habría matado a muchas personas, entre ellas algunas que le resultaban beneficiosas para aumentar su patrimonio; detalles escabrosos se conocieron, ya que según determinaciones del departamento de policía, Eramn, poseía rasgos psicópatas, entre sus víctimas se encontraba el hijo del detective Eliot Campbell, que desde hacía años seguía sus pasos.
Gracias al accionar policiaco y al detective, se pudo dar con él, pues intentó formar una cuartada para otra de sus víctimas. Erman, tenía como fetiche acabar con sus víctimas con una espada, aun los detectives no logran definir cómo y dónde logró conseguirla, hasta ahora el objeto que usaba para matar a sus víctimas se encuentra en estudio, pues en la hoja de la espada colocaba inscripciones con los nombres de todas las víctimas que asesinaba.
-Nicolás-
-Un año después-
La primavera parecía reflotar todo a mi alrededor, los perfumes de las flores impregnaban el ambiente, ella acomodó mi traje, puse los ojos en blanco, pues ya lo había hecho tantas veces que había perdido. Nos encontrábamos en un sector resguardados de las miradas de todos los invitados.
—¿Estás teniendo ahora mismo un TOC conmigo? —le cuestioné.
Carolina frunció su nariz molesta.
—En una boda todo tiene que salir perfecto, y con ese carácter, ¡uy! —murmuró molesta quitando de una buena vez sus manos de mi yéndose a terminar de arreglarse.
Llamaron a la puerta avisándome que ya era hora, respiré sonriendo suavemente, saliendo, el clima iba demasiado bien, pues la tarde no escatimaba en hacer resaltar cada rincón del fabuloso lugar en el cual nos encontrábamos, una antigua casona, que se alzaba entre inmensas enredaderas y arbustos que habían cubierto con el paso de los años cada rincón, grandes caminos de piedra serpenteaban deslizándose por el hierba perfectamente recortada, observé todo a mi alrededor nada estaba librado al azar, avancé entre las personas, me encontraba algo tenso, la gente iba de un lado a otro, al notarme , todos se acomodaron en sus respectivos lugares la emoción podía percibirse en el aire, pues, la boda estaba por dar comienzo.
Elevé mi postura volteándome hacia el camino que estaba preparado, mi vista se giró en la dirección en la que aparecería, tragué con suavidad.
Fue hasta que ella apareció frente a todos, pude oír los murmullos de orgullo al verla, el vestido de novia resaltaba la fragilidad de la estaba hecha, el encaje y las transparencias dejando ver la blancura de su piel me asombraban, sonrió, cuando deslizó su brazo por el de su padre. La vi venir hacia mí, cada paso que daba era como si mi sueño estuviese acercándose a mi bajo la sonrisa que decoraban sus labios preciosos, y ese brillo fabuloso tan particular que poseía cuando me observaba con tanto amor.